Ed van der Elsken, el humanista bohemio

La Fundación MAPFRE repasa su trayectoria

Madrid,

 

Ed van der Elsken. Valy Myers with cigarrette, Paris, 1953. Nederlands Fotomuseum / © Ed van der Elsken / Collection Stedelijk Museum Amsterdam
Ed van der Elsken. Valy Myers with cigarrette, París, 1953. Nederlands Fotomuseum © Ed van der Elsken / Collection Stedelijk Museum Amsterdam

Tras su paso por el Stedelijk Museum de Ámsterdam y el Jeu de Paume francés, la Fundación MAPFRE abre el día 25 en su Sala Bárbara de Braganza una retrospectiva de Ed van der Elsken comisariada por Hripsimé Visser  y dedicada a examinar la evolución de la carrera del holandés estableciendo paralelismos entre su mirada y los cambios experimentados socialmente desde los cincuenta a los ochenta: el artista holandés compartió con sus modelos, con quienes entablaba relaciones cercanas, la amargura de posguerra en los cincuenta, la rebeldía y el ansia de libertad en los sesenta y los setenta (en esta última década comenzó a fotografiar en color) y una actitud más reflexiva ya en los ochenta.

A su paso por Ámsterdam, la exposición llevó por título “Camera in Love”; en París recaló como “La vie folle” y a Madrid llega sin epígrafes pero con la misma voluntad de mostrarnos el carácter comprometido, expresivo y genuino de su trabajo, marcado en todas sus etapas por su interés continuo por la gente, no por las figuras influyentes, sino por las personas en las que él encontraba algo especial: una forma de mirar, de abrazar, de divertirse, o simplemente de quedarse pensativo en un tiempo muerto.

Cultivó el cine además de la imagen estática, y con semejantes intereses tras el objetivo, pero si una faceta de la producción de Van der Elsken destaca entre el resto esa es su fotografía documental, muy presente en la línea de exposiciones en las que suele trabajar la Fundación MAPFRE.

En esos trabajos combinó lo narrativo y ficticio con la mera presentación de la realidad, contribuyendo a renovar un género. Y se tomó el asunto tan en serio y con ligereza tal que llegó a filmarse a sí mismo y a su entorno en los últimos compases de su vida, tras serle diagnosticado un cáncer terminal. Corría entonces 1989 (él falleció en 1990), por lo que su sensibilidad era entonces y sigue siendo hoy tremendamente contemporánea.

Con ese vídeo, Bye, se cierra la muestra en Madrid, que nos ofrece un recorrido exhaustivo y cronológico por las series de Van der Elsken y por sus continuos esfuerzos por romper con la rigidez impuesta en la fotografía documental, que, antes de la II Guerra Mundial, en Holanda como en buena parte de Europa, se nutría fundamentalmente de encargos.

Él puso en marcha sus propios proyectos –en ocasiones, arriesgándose mucho para financiarlos– y se introdujo en cada una de sus imágenes, no literal pero sí empáticamente. El sello de Van der Elsken, su complicidad -con Vali, la fotógrafa Ata Kandó (que fue su pareja), los niños de África Central o los jóvenes de Ámsterdam o Hong Kong- está presente en todas sus obras, voluntariamente alejadas de convenciones: la comisaria Visser ha dicho de él que en Holanda fue el primer fotógrafo-autor, un adelantado a su tiempo cuya labor pionera en ese sentido, el de dar cuerpo a una obra ante todo personal, puede compararse con el rol de Robert Frank en Estados Unidos.

Ed van der Elsken. Self-portrait with Ata Kandó, Paris, 1952. Nederlands Fotomuseum © Ed van der Elsken. Collection Ed van der Elsken Estate
Ed van der Elsken. Self-portrait with Ata Kandó, Paris, 1952. Nederlands Fotomuseum © Ed van der Elsken. Collection Ed van der Elsken Estate

Si su obra desprende aspereza, la rugosidad de lo cotidiano y de la vida tal cual, una ausencia de pretensiones y de sofisticación próxima al cinema verité, es por su afán por experimentar (según Visser, la técnica lo absorbía) y también por su gusto por trabajar en solitario.

Cuando comenzó a anticipar su muerte, Van der Elsken pidió a esta comisaria que organizara una retrospectiva de su obra y le mostró las que él consideraba sus mejores imágenes. Ella así lo hizo, pero el resultado fue, en su opinión, una muestra de montaje excesivamente clásico. Por eso, esta vez, en las presentaciones de Ámsterdam, París y Madrid se ha optado por incluir hojas de contactos, maquetas de publicaciones, bocetos y filmes: piezas que nos hablan de su forma de trabajar, de su proceso creativo, y que al margen de que sean o no autónomas o concebidas para ser expuestas, comparten belleza con las imágenes y nos enseñan a Van der Elsken como un humanista bohemio empeñado en ser libre y en retratar libertad.

No hay demasiada distancia entre sus modelos, a los que les une la autenticidad y les separa la geografía: en la mirada del holandés tienen mucho en común Ata Kandó revisando una hoja de contactos en la intimidad del hogar, los rituales de caza de las tribus de Ubangui-Chari, intérpretes de jazz como Chet Baker o Miles Davis en pleno éxtasis improvisatorio, las camareras o los niños disfrazados de Ámsterdam, el rostro sin disfraz de Karel Appel –a quien también dedicó un vídeo– y los mafiosos yakuzas, los transexuales o los jóvenes alternativos japoneses.

Ed van der Elsken. Vali Myers in front of the mirror, París, 1953. Nederlands Fotomuseum / © Ed van der Elsken / Collection Stedelijk Museum Amsterdam
Ed van der Elsken. Vali Myers in front of the mirror, París, 1953. Nederlands Fotomuseum © Ed van der Elsken / Collection Stedelijk Museum Ámsterdam

 

“Ed van der Elsken”

FUNDACIÓN MAPFRE. SALA BÁRBARA DE BRAGANZA

c/ Bárbara de Braganza, 13

Madrid

Del 25 de enero al 20 de mayo de 2018

 

 

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