Donald Judd o el rigor experimental

David Zwirner exhibe en Nueva York sus obras datadas entre los setenta y los noventa

Nueva York,

Lo consideramos escultor fundamental de la segunda mitad del siglo XX, pero una y otra vez él rechazó esa denominación y también esquivó intentos por etiquetar su producción; por su enfoque revolucionario de las formas, los materiales, los procedimientos de trabajo artísticos (los suyos se basaban en la depuración, la despersonalización y la repetición) y también de la relación de sus obras con el espacio, rompió convenciones, transformando nuestra percepción del objeto y de sus opciones creativas.

Figura clave, como es sabido, del movimiento minimalista (teorizó sus principios junto a Robert Morris), Donald Judd fue historiador y crítico de arte, y también pintor de geometrías, antes de zambullirse en el empleo de materiales industriales, de texturas y de colores que, pese a su aparente viveza, podían transmitir frialdad aplicados a determinadas estructuras.

Coincidiendo con la retrospectiva que hasta el próximo enero le dedica el MoMA neoyorquino, David Zwirner exhibe en sus tres espacios en West 19th Street un repaso a su obra desarrollada entre los setenta y el año de su muerte, 1994. Cuenta con trabajos procedentes de colecciones públicas y privadas e incide en la voluntad de Judd de crear desde la sencillez, alejándose de pretensiones filosóficas y también de los ideales clásicos de la escultura figurativa: definió un vocabulario visual riguroso y basado justamente en los objetos y en sus cualidades fundamentales (forma, material, volumen, cromatismo).

 

Amante de la pureza tanto como de la experimentación, buscó a menudo desafiar sus propios axiomas, alterando secuencias y formatos; en la galería encontraremos desde instalaciones expansivas hasta piezas individuales y autónomas que nos hablan de su concepción severa y a la vez personal de la forma; en 1987 explicó: Soy muy meticuloso con la lógica de mis piezas. Pero solo debes considerar la lógica hasta cierto punto, porque, después de todo, todo lo interesante es otra cosa.

Bajo el comisariado de Flavin Judd, hijo del artista y director artístico de su Fundación, la exhibición cuenta con las treinta cajas de madera contrachapada montadas en la pared que componen uno de sus proyectos más extensos e intrincados; cada caja mide un metro por un metro y se cubre de láminas acrílicas de varios colores. La instalación pudo verse por última vez en el Whitney Museum of American Art en 1988, en el marco de una exposición individual, y la compleja organización interna que la articula es tan matemática como visible.

Otra de sus obras a gran escala presente en David Zwirner se fecha en 1970 y consta de paneles de hierro galvanizado dispuestos, de punta a punta, contra las paredes de una de las salas, creando una banda contigua a lo largo de su perímetro que enfatiza la integración del espacio expositivo en el conjunto. Diseñado originalmente para la sala principal de la Leo Castelli Gallery en East 77th Street, además de entablar tan estrechos lazos con la arquitectura circundante, implica al espectador en un sentido fenomenológico.

Otras obras expuestas ofrecen variaciones a partir de algunas de las formas más reconocibles de Judd, ejecutadas en materiales como acero corten, cobre, madera contrachapada o aluminio a veces esmaltado: contemplaremos dos grandes cajas de aluminio multicolor apiladas verticalmente, una caja de cobre montada en la pared con divisiones modulares y otra pila de seis cajas de acero cubiertas con láminas de acrílico negro con divisiones internas onduladas. En la estela de sus Specific Objects de los sesenta, estas piezas solo aluden a sí mismas, son plenamente autorreferenciales y se alejan de las categorías vigentes entonces de pintura o escultura para profundizar en las cualidades del objeto. Entendía Judd en ellas la composición como mera disposición de elementos, como la colocación de “una cosa detrás de otra”, en un gesto que dirige nuestra atención al objeto mismo y a su presencia en el espacio, dejando en la sombra la intervención del autor.

No implican estas obras, por tanto, subjetividad ni emoción; el color acentúa su estructura y transmiten, por esos materiales de fabricación industrial y pese a la ocasional intensidad de sus tonalidades, pureza, orden y economía de medios.

Donald Judd. Sin título, 1974
Donald Judd. Sin título, 1974

 

 

“Donald Judd. Artworks 1970-1994”

DAVID ZWIRNER

519, 525 y 533 West 19th Street

Nueva York

Del 5 de noviembre al 12 de diciembre de 2020

 

 

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