Disney o el arte de contar historias donde todo acaba bien

Llega a CaixaForum Madrid la muestra que repasa la historia de los estudios

Madrid,

Los centros CaixaForum vienen practicando la sana costumbre de dedicar muestras al cine: a sus pioneros, a su relación con el arte… y también a la animación. Tras el gran éxito de la exhibición dedicada a Pixar, que llevó a sus salas a 800.000 personas, muchas de ellas jóvenes esquivos, hoy recala en CaixaForum Madrid “Disney, el arte de contar historias”, que ya ha podido contemplarse en Sevilla y Barcelona y, en versiones algo distintas, en Suecia y Dinamarca. Su itinerancia en España finalizará, lo decimos ya, en Zaragoza y Palma de Mallorca y es muy probable que, de nuevo, vuelva a atraer a estos espacios a un público intergeneracional.

La exposición ha sido comisariada por responsables de la Walt Disney Animation Research Library y hace hincapié en dos asuntos fundamentales: por un lado, el talento de Walt Disney para recoger ese patrimonio inmaterial y mutable que constituyen las narraciones orales que han acompañado a la humanidad desde siempre y llevarlo a un terreno nuevo, el de la animación, y por otro, la enorme importancia del trabajo en equipo, de la colaboración entre profesionales de áreas muy diversas, a la hora de gestar filmes que sean capaces de emocionar, y conducir a la empatía, a espectadores de todas las generaciones, década a década. Podemos decir que Disney ha popularizado relatos y personajes que, de otro modo, quizá, no hubieran sido difundidos más allá de un público más o menos culto y también que ha contribuido a perpetuarlos con el viejo pero complicadísimo mecanismo de lograr que el público se identifique con personajes e historias.

Innovó en campos muy variados: la firma Disney fue pionera en el empleo de la tecnología para crear filmes de animación gracias a que Walt –que, siendo niño, ya vendía bocetos a sus vecinos y fue dibujante de viñetas en su primer empleo– había creado y comercializado en los años veinte sus primeros dibujos animados, perfeccionó después su técnica conjugando realidad y ficción; se arriesgó, más tarde, a sincronizar imagen y sonido, y luego introdujo el Technicolor. 1937 fue para él y su compañía un año decisivo: entonces se estrenó El molino viejo, su primer corto rodado con cámara multiplano, y también Blancanieves y los siete enanitos, el primer largometraje animado.

Aún vivía Walt cuando de su compañía salieron Pinocho, La Cenicienta, La bella durmiente, Mary Poppins y El libro de la selva, así que podemos considerarlo sin dudar el verdadero padre del entretenimiento televisivo familiar.

Marc Davis. La bella durmiente, 1959. © Disney Enterprises Inc.
Marc Davis. La bella durmiente, 1959. © Disney Enterprises Inc.

Era un hombre obsesionado con la calidad, riguroso, y también… invenciblemente optimista. Por eso nunca dudó de que sería posible humanizar animales y lograr que el espectador participara de sus emociones y, también por eso, y porque nunca quiso renunciar a la posibilidad de dirigirse a niños y mayores, dulcificó más de un final y suavizó muchas durezas. Muchas. Lo positivo es que esta exhibición también nos lo cuenta.

Como el cine de Disney, el montaje y la temática escogida en las secciones hace hincapié en las emociones y seducirá al espectador –sobre todo a los más jovencitos– haciéndolos transitar por los escenarios de las historias que conoce bien, como si ellos mismos fuesen protagonistas de un cuento en diversos ambientes.

Más de doscientas obras, entre pinturas, dibujos, impresiones digitales, guiones, storyboards y fragmentos de algunos filmes –porque se busca que veamos cada parte del proceso y la necesidad del citado trabajo colaborativo– se articulan en cinco apartados dedicados a la presencia en el cine de Disney de mitos, fábulas, leyendas, tall tales (cuentos norteamericanos tradicionales y humorísticos) y de los inevitables cuentos de hadas. El recorrido, en el que lo escenográfico tiene mucho peso, propone al espectador una experiencia inmersiva y finaliza con un espacio educativo pensado para familias.

Todas las piezas expuestas proceden de la Walt Disney Research Animation Library, que cuenta en sus fondos con 65 millones de objetos físicos y 40 millones de obras digitales y se dedica a su preservación y difusión. Los que viajan para mostrarse en las distintas exposiciones internacionales dedicadas a Disney son, de hecho, las que se encuentran en un mejor estado para su traslado y proyección.

Quizá, por su minuciosidad y por resultar menos conocidos para los no entendidos, podríamos destacar los cortometrajes, que hasta ahora no habían formado parte de ninguna exposición importante y sorprenden por su modernidad inmune a las décadas, aunque los amantes de la animación se deleitarán con los dibujos: hay que tener en cuenta que estas obras muy rara vez son vistas por ojos ajenos a los del equipo de producción, esa suma de cientos de talentos individuales reunidos.

Una de las comisarias, Mary Walsh, ha explicado hoy en CaixaForum que, en el fondo, el proceso de trabajo del que son fruto las pelis de Disney no ha cambiado tanto en el tiempo. El espíritu colaborativo de la factoría no se ha desvanecido en ochenta años y, aunque se hayan multiplicado las herramientas y las opciones técnicas, cada artista decide individualmente con cuáles desea trabajar. Papel y lápiz también son válidos.

 

“Disney. El arte de contar historias”

CAIXAFORUM MADRID

Paseo del Prado, 36

Madrid

Del 19 de julio al 4 de noviembre de 2018

 

 

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