Los centros CaixaForum continúan acogiendo muestras que desgranan las grandes historias del cine y, tras dedicar algunas a Chaplin, Méliès, Pixar o Fellini (al que ahora en Málaga se vincula con Picasso), han presentado en Barcelona una dedicada a los productos fantásticos que desde hace más de ochenta años viene ofreciéndonos Disney.
Organizada en colaboración con The Walt Disney Animation Research Library, esta exposición revisa cronológicamente la historia de estos estudios desde los años treinta del siglo pasado, haciendo hincapié en el origen literario de la mayor parte de sus películas, en el valor de sus cuidadísimas escenografías y en la voluntad de la factoría de atrapar a todos los públicos con sus argumentos, no solo al infantil.
Esta exhibición llega a Barcelona tras pasar por Suecia y Dinamarca, y también por CaixaForum Sevilla, y tiene como planteamiento de base la consideración del cine como un paso más en la evolución de nuestras maneras de contar historias, entendiendo la narración como necesidad intrínseca al ser humano desde etapas remotas.
Así, en la muestra descubrimos que buena parte del cine de Disney tiene sus raíces en fábulas, leyendas, mitos grecolatinos y narraciones propias del folklore estadounidense y que el gran talento de Walt Disney y sus sucesores ha sido trasladar esos relatos a la gran pantalla sintetizando las múltiples versiones orales existentes y adecuándolas al público de cada época. También estetizándolas, claro, embelleciéndolas para lograr hacer de la animación un arte. Quizá cuando más sonoramente lo lograron fue en esa joya, estrenada en 1940, que es Fantasía.
Estamos razonablemente familiarizados con la mitología subyacente en esa obra o en Hércules y El Rey Midas, y con las fábulas que dieron lugar a El saltamontes y las hormigas, El sastrecillo valiente o Los tres cerditos; también con las fábulas que inspiraron Robin Hood, El flautista de Hamelín o Merlín el Encantador, pero no tanto con los humorísticos tall tales, historias oriundas de América del Norte que ofrecen una visión alternativa de la conquista del oeste y que están detrás de piezas como John Henry.
Otra materia prima fundamental del cine de Disney la encontramos en los hoy tan cuestionados cuentos de hadas: la factoría adoptó los de varias tradiciones culturales en Blancanieves y los siete enanitos, La bella durmiente, La sirenita o la más reciente Frozen.
Tras cada filme de Disney, sobra decirlo, se encuentra el trabajo virtuoso de dibujantes y guionistas que han contribuido a hacer de los cuentos tradicionales en que se inspira este cine referentes visuales (y a veces, algo más) para niños y adultos, para familias y colectivos.
El recorrido de la muestra tiene mucho que ver tanto con los procesos de trabajo de estos profesionales como con el desarrollo de las películas de aventuras con el sello Disney: se estructura en cinco secciones que nos conducen desde los primeros estudios y sus mesas de dibujo en la California de principios de siglo –corría 1920 cuando Walt comenzó a comercializar sus dibujos animados– hasta una cabaña en el bosque, escenario habitual de leyendas, y después hasta un castillo, epílogo también frecuente de tantas películas con desenlace positivo, o al menos didáctico (que a lo mejor es lo mismo).
Son más de doscientas las piezas que forman parte de este proyecto, entre dibujos creados con una enorme variedad de técnicas (carboncillo, pastel, lápiz graso, grafito, tinta, tempera, acrílicos y pintura digital), fragmentos de notas de producción, páginas de guión y storyboards. También se proyectan en CaixaForum tres cortos y un documental de 1939 que nos ayuda a comprender mejor la compleja historia previa de la animación que vemos en pantalla: How Walt Disney Cartoons Are Made.
“Disney. El arte de contar historias”
Avinguda de Francesc Ferrer i Guardia, 6-8
Barcelona
Del 23 de marzo al 24 de junio de 2018
