Francisco Calvo Serraller
La oferta artística madrileña se muestra esta primavera pujante, tanto en lo que se refiere al arte histórico como al contemporáneo.
En relación con el primero, hay que destacar el nuevo hito conseguido por el Museo del Prado con su exhibición de dibujos, acuarelas y grabados de Alberto Durero procedentes de la Albertina. Estas obras, acompañan a los cuatro formidables óleos de la colección permanente de nuestra institución. El hito no habría sido empañado por las restricciones que, a última hora y por un problema de desencuentro interno de las autoridades administrativas austriacas, amenazaron con mermar la duración y, en algún caso, algunas de las obras comprometidas. Pero finalmente, todo quedó en agua de borrajas y, sin duda, nos encontramos con una de las mejores muestras que hoy se puede organizar sobre uno de los artistas de la época moderna más importantes.
En otro sentido, también es deslumbrante la exposición que con el título de “Vestiduras ricas. El Monasterios de las Huelgas y su época 1170-1340” se exhibe, hasta el 19 de junio, en el Palacio Real de Madrid. El ajuar doméstico de esta fundación, creada por voluntad de Alfonso VIII y su esposa Leonor de Aquitania, son únicos en el mundo no sólo por las maravillosas vestiduras y calzados de esta época, sino por los forros de ataúdes, piezas de orfebrería y marquetería, estandartes, esculturas y otros aditamentos. Joaquín Yarza, comisario de la muestra y uno de los más reputados medievalistas de nuestro país, ha logrado una muestra digna de ocupar el espacio central de la temporada de cualquiera de los mejores museos del mundo.
De interés artístico comparativamente más modesto pero de una relevancia antropológica de primer orden, es la exposición “Monjas Coronadas. Vida conventual femenina” que se exhibe hasta el 15 de mayo en la Real Academia de San Fernando. Una exposición que alude a la costumbre de retratar a las monjas engalanadas en el momento de su profesión y, a veces, en el de su fallecimiento. Esta costumbre, de liturgia barroca, se extendió en la América Hispánica y en particular en México, donde durante los siglos XVIII y XIX se realizaron obras muy reveladoras y, si se puede decir, de gran encanto, mitad ingenuo mitad morboso.
De México también se ha inaugurado recientemente una formidable muestra sobre los aztecas en el Museo Guggenheim de Bilbao, con lo que de manera circunstancial, coinciden en nuestro país sendas exposiciones del arte pre-hispánico y colonial.
En relación con el arte de nuestra época hay que destacar la espléndida antológica de Jorge Oteiza que, tras pasar por el Museo Guggenheim de Bilbao, ahora se exhibe en el MNCARS de Madrid. Esta retrospectiva del gran escultor vasco es la mejor y más rigurosa que se ha realizado hasta el momento gracias, sin duda, a la labor llevada a cabo por sus comisarios, Margit Rowelll y Txomin Badiola.
También en el MNCARS se exhibe una antológica de Fermín Aguayo, el pintor aragonés que tras instalarse en París en el año 1950, hizo una muy importante obra próxima a Nicolás de Stael.
En los Palacios de Velázquez y de Cristal de El Retiro madrileño se pueden visitar sendas exposiciones, una, del español José María Ballester, pintor y fotógrafo cuya evolución ha merecido un justificado creciente interés. Otra, la elegante instalación del mexicano Gabriel Orozco.
Con motivo de la conmemoración del centenario del grupo expresionista alemán Die Brücke, el Museo Thyssen-Bornenisza de Madrid ha inaugurado junto con la Sala de Caja Madrid una monumental muestra antológica. Ésta abarca desde la prehistoria y la historia hasta la disolución de dicho movimiento, coetáneo con el de los fauves y que, entre Desde y Berlín, abrió una de las vetas más fecundas de la cultura alemana del primer tercio del siglo XX.
En la Fundación “la Caixa” de Madrid está obteniendo éxito popular, y bastante masivo, los vídeos del estadounidense Bill Viola, que en dicho espacio privilegiado ha podido desarrollar monográficamente el tema de Las pasiones. Esto, es trabajado desde una peculiar recreación reflexiva de algunos de los asuntos más característicos de la pintura tradicional, donde el terrero emocional estaba regido por las leyes de la fisiognómica.
Por último, en el muy activo terreno de las galerías privadas en Madrid, destaca la inauguración en la Galería de Elvira González del escultor italiano Fausto Melotti (1901-1986). Su peculiar y hermosa obra tan sólo había sido exhibida en nuestro país en una exposición antológica del IVAN, entre fines de 1994 y comienzos de 1995.
Alberto Durero
La liebre