Daniel Canogar contra el apagón de la memoria

La Sala Alcalá 31 expone su obra reciente

Madrid,
Daniel Canogar. Sikka Ingentium, 2017. VEGAP Madrid, 2017. Foto: Jorge Mirón.
Daniel Canogar. Sikka Ingentium, 2017. VEGAP Madrid, 2017. Foto: Jorge Mirón.

Hasta mediados del pasado octubre pudo verse en el Museo de la Universidad de Navarra Sikka Ingentium, un proyecto reciente en el que Daniel Canogar celebra el DVD como soporte informativo a punto de la obsolescencia, y a partir de hoy, el artista madrileño, al que Jaime de los Santos ha definido como artesano de los nuevos medios, presenta en la Sala Alcalá 31 una revisión completa de su producción más reciente de la que forma parte aquel trabajo junto a piezas que ha desarrollado desde 2014 y que buscan llamar la atención del espectador sobre el impacto de la tecnología digital en su vida diaria, y también sobre la prodigiosa velocidad a la que digerimos -que no asimilamos- imágenes de manera constante, tanto a nivel individual como colectivo.

La exhibición, “Fluctuaciones”, ha sido comisariada por Sabine Himmelsbach y su montaje se ha planteado en diálogo fructífero con el espacio que diseñó Antonio Palacios, integrando las columnas características de la sala como soporte de algunas de las piezas, para tratar de convertir en oportunidad el que pudiera ser un inconveniente.

El recorrido nos ofrece un compendio de imágenes y dispositivos que presentan a Canogar como cronista de los cambios que las modernas tecnologías han causado en nuestras personalidades y nuestras costumbres, de los pasos que nos han llevado, desde los noventa hasta hoy, a convertirnos en una sociedad en red en la que los dispositivos digitales son más que herramientas; para muchos, prolongaciones de su piel y de su interioridad.

La pieza que nos da la bienvenida, Pneuma, es clave para entender el resto de los trabajos de la muestra y nos inquieta al enseñarnos cables de desecho agrupados formando una esponja iluminada, porque la energía se desplaza por ellos. En la obra de Canogar, y en la Sala Alcalá 31, son habituales las obras realizadas con materiales recogidos de cualquier lugar a los que el artista, como demiurgo, devuelve a la vida merced a la luz y la electricidad, conjurando su obsolescencia tras hallarlos cual arqueólogo entre chatarra.

La comisaria Himmelsbach se ha referido hoy a cuatro ejes de reflexión fundamentales en sus obras: la memoria, la melancolía, la materialidad y la textura.

Daniel Canogar. AC, 2014. VEGAP Madrid, 2017. Foto: Sofía Montenegro.
Daniel Canogar. AC, 2014. VEGAP Madrid, 2017. Foto: Sofía Montenegro.

Plantea cuál es hoy el espacio que ocupan nuestros recuerdos, como individuos y como sociedad, en Small Data, un trabajo que empezó a desarrollar en 2014 y que ahora se exhibe por primera vez completo. Recogió cintas VHS, teléfonos móviles, discos duros o escáneres abandonados con los que ha compuesto una docena de instalaciones semejantes a naturalezas muertas del hoy, representaciones de vestigios que hace no mucho fueron funcionales y pudieron guardar nuestra intimidad.

Nuestra interpretación ante estas vanitas puede ser neutra, pero no es difícil hacer también una lectura crítica hacia una sociedad de consumo que usa y tira sin descanso y hacia una industria que deja continuamente obsoletos los productos que nacieron ayer.

A nuestra memoria colectiva remite también la citada Sikka Ingentium, recopilación de centenares de películas en DVD que compró en quioscos o mercadillos y con las que ha generado una escultura-instalación, a modo de nube. Su contenido, que un día fue experiencia y hoy es recuerdo de algunos, se proyecta en los discos sin funda y en la pared de enfrente, en un reflejo que remite a los sikka, monedas de oro que en época babilónica se cosían a la ropa, y de ahí el título de este proyecto. La memoria como tesoro.

Daniel Canogar. Magma, 2017. VEGAP Madrid, 2017. Foto: Sofía Montenegro.
Daniel Canogar. Magma, 2017. VEGAP Madrid, 2017. Foto: Sofía Montenegro.
Daniel Canogar. Plexus, 2016. VEGAP Madrid, 2017. Foto: Estudio Daniel Canogar.
Daniel Canogar. Plexus, 2016. VEGAP Madrid, 2017. Foto: Estudio Daniel Canogar.

El trasfondo de estas piezas (también, en parte, de Plexus, la plasmación virtual de la mano del artista convertida en engranaje mecánico) es la melancolía, una nostalgia semejante a la que podemos sentir cuando vemos una biblioteca abandonada o cuando pensamos que nuestra época de infinitos datos es también infinitamente oscura: un simple apagón podría dar al traste con nuestros actuales almacenes de memoria.

Almacenes inmateriales, y de ahí el tercer aspecto esencial que subraya Himmelsbach en los planteamientos de Canogar: el artista trata en todo momento de evitar las limitaciones de la pantalla plana y de convertir en escultura la tecnología, para no distanciarse de nuestro imaginario visual sin dejar por ello de dar lugar a nuevas experiencias estéticas que rompen con las tradicionales.

Lo vemos, además de en Sikka Ingentium, en las piezas que componen la serie Echo: pantallas curvadas elaboradas con LED flexible que monitorean biorritmos, seísmos, incendios o la contaminación atmosférica. Él nos deja ver sus tripas: cables y elementos electrónicos que son las venas de lo que podemos entender como pantallas-piel contemporáneas.

No es esta la única serie donde ha trabajado proyectando datos a tiempo real: en Draft, en otras pantallas concebidas también como esculturas, presenta distorsiones de textos fundacionales de los estados democráticos modernos (la Carta Magna, la Declaración Universal de los derechos Humanos y la Constitución estadounidense) distorsionados en función de la dirección e intensidad del viento en las ciudades donde esos textos se promulgaron. Alude así a los profundos cambios y a la fragilidad a la que hoy parecen sometidas nuestras democracias y al modo en que la tecnología está siendo impulsora y catalizadora de esas transformaciones.

Además, en Xylem, otra animación generativa, nos enseña el incesante flujo de la actividad financiera generada por casi 400 fondos índice en constante cotización ascendente o descendente.

La economía y el clima generan datos cada segundo y nosotros también: damos lugar a fluctuaciones y estas a su vez ejercen un impacto sobre nosotros. Cannula, expresionismo abstracto de hoy, es la pieza en continua variación elaborada a partir de la presentación de vídeos que YouTube ofrece a raíz de la búsqueda de temas preseleccionados. Un ordenador descarga el centenar de ellos más vistos (atendiendo a esos temas buscados) y los proyecta primero y los funde después en una composición líquida, en el líquido que son. Los hay siniestros y los hay banales; Canogar se pregunta si el mosaico que componen es algo parecido a la representación del cerebro de cualquier hiperconectado.

Son piezas, como veis, de una textura digital que es novedosa sin dejar de ser fruto de reflexiones de largo recorrido: el tiempo, el cambio, su poso en nuestras mentes. Prueba el artista que las antiguas barreras entre lo analógico y lo virtual no existen ya.

 

“Fluctuaciones”. Daniel Canogar

SALA ALCALÁ 31

c/ Alcalá, 31

Madrid

Del 28 de noviembre de 2017 al 28 de enero de 2018

 

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