Bajo el comisariado de Ulf Küster y en el marco de la llamada “Courbet Season”, una iniciativa conjunta de los Museos de arte e historia de Ginebra que se traducirá más adelante en una muestra en el Musée Rath sobre los años que Courbet pasó en Suiza, la Fondation Beyeler presenta hasta el próximo 18 de enero la primera muestra que ese país dedica al maestro del Realismo en quince años.
Nacido en 1819 en Ornans, la seguridad de Courbet en sí mismo, la importancia que concedió a su independencia artística, su inclinación a la provocación y a romper tabúes y sus revolucionarias técnicas ejercerían una influencia decisiva en artistas y tendencias posteriores y quedarán especialmente patentes en los trabajos de todas las fases de la carrera del pintor que desde ayer podemos admirar en Basilea.
La muestra se inicia con los complejos autorretratos con los que Courbet debutó en la escena artística parisina, convertidos ya en iconos de la pintura francesa decimonónica, y continúa con los paisajes en los que plasmó su bucólica campiña natal: solitarios arroyos y manantiales y formaciones rocosas que revolucionaron la pintura de naturaleza en su época.
El propio artista declaró que sin escandalizar dejaría de existir
En sus vistas marinas y sus cuidadas representaciones de olas, logró transmitir la belleza y el dinamismo de una naturaleza virgen, y en sus célebres paisajes invernales dio fe de su virtuosismo en la aplicación de tonos blancos.
La pintura, antes de Courbet concebida fundamentalmente como medio, se convirtió de su mano en objeto mismo de la reflexión artística: perdió relevancia el motivo y la ganaron las formas, el cómo adquirió con él tanta importancia como el qué, en un camino que no tendría vuelta atrás y acabaría desembocando en el surgimiento, en última instancia, de la abstracción.
En el corazón de la exposición de la Beyeler no faltan sus enigmáticos desnudos femeninos, entre ellos el célebre y muy naturalista Orígen del mundo, que entonces rompió todas las convenciones y hoy no ha perdido capacidad de impacto (el propio artista declaró que sin escandalizar dejaría de existir). Desprovisto de intimidad, se ha querido encontrar en un retrato femenino recientemente adquirido por un coleccionista la continuación de la parte superior del tronco del cuerpo que reposa entre sábanas blancas.
Se exhiben en Suiza más de medio centenar de obras procedentes de colecciones privadas y museos internacionales.
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