Charlotte Johannesson, telares para la contracultura

El Museo Reina Sofía revisa la obra de la artista sueca

Madrid,

El telar y la informática, lo artesanal y lo digital, se aúnan en la producción de Charlotte Johannesson, artista sueca que desarrolló un rol clave en el desarrollo de la contracultura en su país y ha sido pionera en la conjunción, justamente, de manos y tecnología en la producción de imágenes, incidiendo en los lazos entre ambas técnicas, en lo conceptual y lo metodológico. Sus discursos en esos trabajos siempre fueron críticos aunque nunca comulgaron con las exigencias de la militancia política y esta autora los desplegó también en proyectos autogestionados de índole interdisciplinar; quizá por esa razón, una radicalidad creativa personal que no admite autoridades, y por su condición prácticamente autodidacta, su reconocimiento ha sido tardío.

Mientras se formaba en una escuela convencional de artes textiles de su ciudad, Malmö, comenzó a trabajar con un prototipo simplificado del telar de Jacquard, que se caracteriza por la utilización de tarjetas perforadas para tejer patrones, generando una suerte de modelo conceptual que avanzaría los de los ordenadores. Ejercería una gran influencia en su carrera Hannah Ryggen, una tejedora que trabajó sobre todo en los treinta y los cuarenta, en tapices que iban mucho más allá de lo ornamental: tenían un claro contenido político antifascista.

En 1966 abría Johannesson en Malmö un taller propio al que llamó Atelier Cannabis, en referencia, intencionadamente provocadora, a las fibras de cáñamo que empleaba en sus textiles, y ese mismo año lo cedería a su marido, Sture Johannesson, quien lo convertiría en una galería-cafetería alternativa en la que podían tanto visitarse exposiciones como comprarse revistas internacionales. Era, la rebautizada como Galería Cannabis, un espacio independiente y autogestionado cuya concepción fluida, de actividad no estrictamente definida pero sí antielitista, influiría en proyectos posteriores de otros artistas, pese a su escasa trayectoria: cerró en 1969.

En cualquier caso, y en aquella senda marcada por Ryggen, desarrollaría Johannesson proyectos textiles, con telar vertical, en los que incorporaba alusiones a hechos políticos y sociales de su tiempo, primero a través de eslóganes y después de elementos iconográficos vinculados a los medios de comunicación o a la cultura popular; deconstruía las técnicas artesanales tradicionales y se reapropiaba críticamente de ellas para convertir el espacio asociado a lo doméstico en escenario válido para el debate político.

Vista de la exposición "Charlotte Johannesson. Llévame a otro mundo". Museo Reina Sofía
Vista de la exposición “Charlotte Johannesson. Llévame a otro mundo”. Museo Reina Sofía

El siguiente momento clave en su trayectoria llegó en los setenta, cuando el ordenador desplazó al telar como su principal medio de trabajo, en una evolución paradójicamente natural: entendía la artista que entre ambas máquinas había estrechos lazos, “una gran sincronía”. En California entró en contacto con los fundadores de Apple y se imbuyó de la revolución digital en ciernes de la Costa Oeste, vinculada asimismo a la contracultura estadounidense, antes de fundar, de nuevo junto a su marido y en Malmö, el Digitalteatern, el que sería el primer laboratorio de artes digitales en los países nórdicos, autogestionado asimismo y extrainstitucional. En su sede se desarrollaban propuestas tanto artísticas como meramente profesionales.

Vigente hasta 1985 y con nueve ordenadores en su haber, Sture se encargaba de su vertiente técnica y Charlotte de la producción gráfica, labor para la que aprendió por su cuenta programación. En procesos no menos arduos que los que había desempeñado en telares, diseñó gráficos digitales de aire etéreo y a veces casi abstractos en los que incorporaba motivos temáticos diversos: desde retratos de conocidas figuras del momento, de Bowie a Reagan, a figuras mitológicas o ejercicios metafóricos sobre nuestra dependencia respecto a las tecnologías.

Charlotte Johannesson. Antigüedad, 1981-1986. Archivo Charlotte Johannesson
Charlotte Johannesson. Antigüedad, 1981-1986. Archivo Charlotte Johannesson
Charlotte Johannesson. Autorretrato, 1981-1986
Charlotte Johannesson. Autorretrato, 1981-1986

El Museo Reina Sofía presenta ahora la primera monográfica de Johannesson en nuestro país: se titula “Llévame a otro mundo”, lema presente en uno de sus últimos trabajos, ha sido comisariada por Lars Bang Larssen y Mats Stjernstedt y reúne 150 tapices e impresiones, así como reproducciones de obras desaparecidas de las que cinco han vuelto a elaborarse justamente para esta muestra. Se incorporan al conjunto, además, una quincena de piezas nuevas planteadas a partir de los diseños digitales que propuso en los ochenta y ejecutadas, justamente, en una suerte de telar digital. Sus diseños gráficos podemos contemplarlos en dos soportes: impresos sobre papel o en proyecciones digitales; en unos y otros podremos asistir a la evolución de sus investigaciones en torno al color y la producción artística computerizada.

Vista de la exposición "Charlotte Johannesson. Llévame a otro mundo". Museo Reina Sofía
Vista de la exposición “Charlotte Johannesson. Llévame a otro mundo”. Museo Reina Sofía

Contemplaremos en primer lugar sus estampas y tapices tempranos, distanciados de su decorativismo tradicional para convertirse en armas de denuncia (por ejemplo, hacia el golpe de Estado del 73 en Chile o hacia el estancamiento de la democracia parlamentaria en la misma Suecia); en ellos cuestionaba esta creadora el canon asociado a un medio, por artesanal, ligado a lo femenino, y se apropiaba de recursos comunicativos del tebeo y los medios de comunicación a la hora de hablarnos de feminismo y justicia social: lo vemos en la pieza del 74 No soy un ángel.

A continuación se agrupan en el Reina Sofía las impresiones y gráficos digitales que creó en Digitalteatern, con mecanismos que se acercaban a los de sus telares en el manejo de códigos binarios e incluso en los paralelismos establecidos entre píxeles y puntos del telar. Destacan, en ese sentido, sus citadas Faces of the 1980s y también las imágenes del hiperespacio que nutren las series Me and my computer y Human med satellit. Se evidencian en estas obras los vínculos de la sueca con el punk y el feminismo de los setenta.

La exhibición recuerda, además, la exposición que los Johannesson comisariaron en 1976 en Estocolmo a partir del suicidio de la terrorista alemana Ulrike Meinhof; se han recreado algunas de las obras y tapices que formaron parte de ella, como ¡Achtung! Actions Speak Louder than Words, en la que una figura solitaria se enfrenta a un león, o Libertad para la RFA, en la que, con un espíritu similar, la figura de Snoppy dispara, devenida píxeles en lana, a un tanque.

Cierran la exposición los gráficos digitales tejidos que la artista ha llevado a cabo específicamente para esta exposición, reciclando mapamundis, heroínas feministas, autorretratos, hojas de cáñamo o dibujos abstractos de su etapa del Digitalteatern, y también proyecciones de sus diseños gráficos digitales.

Vista de la exposición "Charlotte Johannesson. Llévame a otro mundo". Museo Reina Sofía
Vista de la exposición “Charlotte Johannesson. Llévame a otro mundo”. Museo Reina Sofía

 

Vista de la exposición "Charlotte Johannesson. Llévame a otro mundo". Museo Reina Sofía
Vista de la exposición “Charlotte Johannesson. Llévame a otro mundo”. Museo Reina Sofía

 

 

“Charlotte Johannesson. Llévame a otro mundo”

MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA. MNCARS

c/ Santa Isabel, 52

Madrid

Del 6 de abril al 16 de agosto de 2021

 

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