Nacida en Buenos Aires, pero residente en Chile, Catalina Bauer suele investigar en su trabajo el potencial de los materiales humildes (cuerdas, elásticos, hilos, lanas o telas) y sus posibilidades al manipularse manualmente, por eso muchas de sus obras están realizadas con técnicas textiles, aunque también es autora de dibujos y esculturas: proyectos que transitan entre las pequeñas y las grandes escalas, el intimismo y la proyección colectiva.
El pasado 17 de enero, la artista inauguró en la Galería Ángeles Baños de Badajoz “Respirar una eternidad”, un proyecto en el que se decanta nuevamente por lo interior para recordarnos que adquirir un “estado de conciencia” en nuestra época de incertidumbres, y en realidad en cualquier otra, implica conectar con nuestra propia vulnerabilidad, preguntar y preguntarse y poner en valor las relaciones interpersonales de comunicación y de cuidado mutuo.
Partiendo de experiencias cotidianas, de vivencias vinculadas al hogar y la familia, pero también del clima social (los recientes episodios de violencia en Chile, la alarma ante la crisis del clima), exhibe trabajos que reparan en intimidades cruzadas por lo público: en los modos en que el consumismo, la contaminación, el reguero de información que contrasta con la ausencia de una comunicación reparadora… alteran nuestras condiciones vitales dentro y fuera del hogar. Se plantea Bauer cómo el arte puede contribuir a generar calma y también al aprecio y la preservación (creativa) de la naturaleza.
El eje de “Respirar una eternidad” lo constituye su serie Paños, formada por gasas cosidas que nos hablan de paciencia (la necesaria apara elaborarlas), de liviandad y ligereza; también encontraremos trabajos de su nueva serie Lapsos, compuesta por objetos textiles que para Bauer son prácticamente instrumentos de dibujo, al trazar en el espacio de la galería círculos concéntricos de colores que forman una unidad, vivaz en su color y lejana de la geometría perfecta, así como la videoanimación Influencia, creada a partir de óleos sobre papel elaborados en agua con la técnica del marmoleado. En esas pinturas por momentos aparece y desaparece una mujer, en flujo espontáneo, poniendo en marcha gestos invisibles sobre el tejido.
Frente a una sociedad, y una naturaleza, aparentemente sumidos en un continuo estado de emergencia, las gasas y los cuerpos de la argentina transmiten paz ante el desenfreno, trazos de ternura, calidez, afecto y reparación, la que solo puede nacer de lo pequeño y cotidiano, frente a la violencia. Esas gasas, que todos podemos tener en nuestros botiquines caseros para, precisamente, curar nuestras heridas, adquieren aquí otro simbolismo y otra vida: cuerpo y naturaleza se funden, en texturas delicadas. Hay que recordar que las gasas proceden de la planta del algodón, fibra vegetal que brota de una semilla, que por tanto es suave y fina y que, convertida en malla, adopta la forma de paños blancos, lisos y moldeables, que limpian y protegen cuerpos.
Por otro lado, los tintes de los que se sirve Catalina tienen como base los restos orgánicos de las comidas: la (muy cercana y vital) cocina es para ella un laboratorio de índole artesanal en el que ciertos alimentos pueden adquirir consistencia afectiva. Las gasas absorben de forma desigual los pigmentos dando lugar a diversos efectos cromáticos, manchas y absorciones: unos y otros se abrazan y funden, se nutren desde su diferencia y desprenden energía comunicativa, tan necesaria en los tiempos convulsos.
Catalina Bauer. “Respirar una eternidad”
Plaza de los Alféreces, 11
Badajoz
Desde el 17 de enero de 2020
