En su niñez residió en Segovia, hace años regresó nuevamente allí y su última muestra la presenta en una de las iglesias románicas de la villa de Pedraza, en esa provincia. Los últimos trabajos de Carlos León, autor de pinturas abstractas en las que el contenido estético y el trasfondo filosófico se encuentran más en las formas a percibir que en el contenido (dice el artista que en sus cuadros no veremos ramas o flores, pero sí sentiremos estar en un bosque) se exhiben en la muestra “De todo aquello”, abierta hasta el próximo día 24 en el templo de Santo Domingo y organizada por la Fundación Villa de Pedraza.
Componen la exhibición, como decíamos, trabajos recientes que recogen las claves de su anterior trayectoria aunque abran también hacia vías más arriesgadas su querencia habitual por la naturaleza y su dramatismo, ese que ha evocado una y otra vez nubes y escarchas, matorrales y musgos, jamás representados de forma explícita pero sí insinuados a través de pinceladas sugestivas, veladuras, manchas, lavados y chorreados. León no ha vertebrado nunca sus procesos creativos a partir de un dibujo previo, sino que crea directamente sobre el lienzo atendiendo a su intuición o a la música, con la que guarda estrecha relación su pintura fluida. Huye de la previsión, del mismo modo que la naturaleza escapa a ella.
Dice el artista, en relación a lo extenso de sus referencias, que toda obra de arte, toda composición musical, toda pintura o escultura está cimentada y construida en base a todo aquello que el autor supo absorber a lo largo de su existencia haciendo de ello la materia prima y también el combustible de su creatividad, y también que experiencias del orden de lo vivido, de lo leído o escuchado, intuiciones, deseos y sueños, constituyen todo lo que desencadena el hecho artístico.
Nacido en Ceuta, León estudió medicina en Valladolid y en 1972 se estableció en París para iniciar un proyecto sobre Ciencias Humanas y Creación Artística gracias a una beca de la Fundación Juan March. En la capital francesa pudo conocer de primera mano a los artistas ligados al movimiento Supports-Surface, con los que compartió interés por la importancia expresiva de la materia y el gesto, y también la obra de Barnett Newman, figura esencial del Expresionismo abstracto norteamericano que resulta también vital a la hora de comprender la obra de este artista. Cuatro años después de instalarse en París, pudo participar en la celebrada exposición del Pabellón Español de la Bienal de Venecia que organizaron Valeriano Bozal y Tomás Llorens y, después, viajó por vez primera a Nueva York, donde fue seleccionado para participar en el Triangle Artist Workshop dirigido por Anthony Caro. En Estados Unidos pasaría varias temporadas hasta instalarse de manera definitiva en Segovia, donde, como decíamos, hoy vive y trabaja.
Conjuga León un clasicismo deliberado con una continua voluntad de apertura hacia ideas innovadoras, lo refinado y lo desgarrado, y a Pedraza ha llevado un conjunto de dieciséis pinturas, casi todas en sus grandes formatos habituales y muchas realizadas hace solo unos meses, durante nuestro confinamiento. Su anterior afán de virtuosismo técnico y su búsqueda de un cromatismo sensual han dado paso ahora a un estilo más sobrio, a colores más austeros y a una pictoricidad más directa con la que el autor busca allanar el encuentro entre obra y espectador. Las pinceladas que antes evocaban naturalezas ahora sugieren abstracciones más urbanas. Reconoce León que quien visitase su estudio hoy podría creer, en un primer vistazo, que allí trabajan dos artistas diferentes; una contemplación más lenta de sus diversas series en proceso y sus trabajos anteriores sí da fe de las conexiones entre sus inquietudes pasadas y las actuales.
Carlos León. “De todo aquello”
Pedraza
Del 24 de julio al 24 de septiembre de 2020
