Bel Fullana y la mujer salvaje

La artista se estrena en la Galería Herrero de Tejada

Madrid,
Bel Fullana. Tarzana se pinta las uñas
Bel Fullana. Tarzana se pinta las uñas

Cuando la fichamos hace ahora tres años, os contábamos que Bel Fullana, entonces a punto de participar en ARCOmadrid de la mano de la sala Louis21, era autora de dibujos y pinturas en un primer vistazo sencillos, evocadores del universo infantil, que en una contemplación solo algo más lenta desvelan capas de significado oscuros: lo cándido dialoga con lo perverso, y lo inocente con lo osado, en un juego de contrastes y segundas lecturas.

Los protagonistas habituales de su producción hasta entonces eran niños y jóvenes inmersos en conflictos de identidad propios de su edad que convierten su cuerpo en el terreno donde volcar sus dudas internas, emocionales. Bel nos contaba entonces que su punto de partida a la hora de elaborar estos trabajos eran la observación y el recuerdo y que existe en estas piezas un componente autobiográfico: le sirven para exorcizar su lado vulnerable.

En lo formal, estas obras son tan sintéticas –porque en las composiciones no hay más elementos que los imprescindibles– como expresivas, y uno y otro rasgo tienen mucho que ver. Miró y Basquiat son algunas de sus (obvias) referencias, pero, en último término, el sustrato de trabajo de Bel Fullana es su mirada personal, ajena a prejuicios, de la infancia y la adolescencia, etapas en las que ella encuentra nuestra vertiente primitiva y auténtica. Sus trazos, simples, se hacen así acordes a ese contenido.

Hasta el próximo 27 de abril, la Galería madrileña Herrero de Tejada presenta “Tarzana”, su primera individual de Fullana y, a su vez, la primera de la artista mallorquina en la capital desde 2013. En el conjunto de obras recientes que componen la muestra se mantiene la figuración sencilla, el trazo aparentemente espontáneo y la evocación estética de las atmósferas de la niñez, pero las figuras que las pueblan no son ya críos ni jóvenes sino mujeres que la artista presenta en estrecha comunicación con la naturaleza, en un estado del todo asilvestrado y por completo integradas en ese entorno selvático, animal e instintivo, disfrutando de su brutalidad y en actitud relajada y hedonista.

Aunque las bases de su estilo anterior se mantengan, en estas obras sí podemos observar que esos trazos son, en su espontaneidad, más matéricos: en ocasiones, ha pintado directamente con el tubo del óleo, sin mediar pincel, para lograr mayor limpieza, un resultado directo y un efecto visual próximo a la plastilina y a las formas, tan simples como poco realistas, de los dibujos animados.

Bel Fullana. Tarzana masajitos
Bel Fullana. Tarzana. Masajitos

Se acentúan así los contrastes entre las zonas más trabajadas de estas piezas y las que lo han sido menos y no se disimulan, intencionadamente, la suciedad y las manchas de pintura que el proceso de trabajo deja sobre las superficies blancas. Esta es la huella de la labor en el taller y también una nueva vía, surgida en el camino, en la conexión de la producción de Fullana con el lenguaje plástico infantil. En él ha ido profundizando cada vez más con el tiempo, hasta que, sin pretenderlo, sus métodos se han aproximado a los de las manualidades de la niñez, una etapa cuya inocencia ella contrapone a la crueldad y la grosería.

Las interpretaciones, no obstante, quedan abiertas: Me gusta situarme delante del lienzo sin tener nada muy claro y empezar a pintar sin un rumbo fijo, hasta que de repente, sucediendo casi de inmediato y sin darme cuenta, el cuadro está acabado. No existe ningún concepto cerrado detrás de cada pieza, podrían ser solo representaciones de mis predilecciones y de mi manera de ser. Dejo la interpretación a cargo de cada uno.

Bel Fullana. Tarzana. Besos de amor
Bel Fullana. Tarzana. Besos de amor

 

Bel Fullana. “Tarzana”

GALERÍA HERRERO DE TEJADA

c/ Hermosilla, 49

Madrid

Del 15 de marzo al 27 de abril de 2018

 

 

 

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