Barceló: papeles y mar para la alegría

Elvira González exhibe sus cerámicas y acuarelas recientes

Madrid,

En el comienzo de 2019 no nos habían sacudido aún algunas plagas y desgracias, pero en su segunda individual en la Galería Elvira González, “Vida de pulpo”, Miquel Barceló ya imaginaba las buenas posibilidades de adoptar algunas costumbres de esos animales, comiendo cangrejos y gambas de noche y en las horas de sol, no pisando ciudades ni mercados y sin hacer nada salvo contemplar las colecciones de caparazones de cangrejos peludos y lapas. Recordaba aquella muestra que el mar nunca ha dejado de ser un elemento esencial en la producción del mallorquín a lo largo del tiempo, especialmente el Mediterráneo pero también aguas más lejanas: las de África Occidental, desde que comenzó a viajar a Mali.

La fauna y flora, la marítima y también la terrestre, la ha trasladado en colores normalmente saturados a artesanías y dibujos; estos últimos él los concibe y organiza como diarios de viaje y como medio de exploración, tanto de los materiales de la pintura como de la propia naturaleza y el territorio.

Miquel Barceló. Gran peix groc, 2021
Miquel Barceló. Gran peix groc, 2021
Miquel Barceló. "Kiwayu". Fotografía: François Halard
Miquel Barceló. “Kiwayu”. Fotografía: François Halard

Hasta el próximo 28 de mayo, el artista regresa a esa sala para presentarnos “Kiwayu”, un compendio de trabajos recientes justamente en esos medios, acuarelas y cerámicas, en los que ha desplegado una visión íntima del mundo, un canto a la vida con el que invitar al espectador a disfrutar del mar y de sus frutos, del clima templado de sus orillas o de la sensación de libertad que ante la inmensidad del agua experimentamos. Las piezas las llevó a cabo Barceló en la etapa de confinamiento y pandemia, entre 2020 y 2021, en su taller mallorquín y en la isla de Kiwayu, en el archipiélago de Lamu, en Kenia.

En esos escenarios experimentó que los paisajes correctos pueden ofrecer vías para la evasión, también cuando todo parece irse a pique, y que ese derrumbe no era tal al empezar a trabajar, aunque no se manejen esquemas previos: La zambullida submarina de cada mañana, y las horas de pintura y lectura, me proporcionaban al menos una especie de tranquilo estupor (…) A menudo he notado que, cuando en la vida todo parece irse al carajo, en el estudio pasan cosas. Aparentemente ni el propio artista sabe lo que va a pasar en su taller improvisado al borde del mar, por dónde va a salir, o mejor dicho, por dónde le van a salir a él mismo sus pinturas. No hay un plan preconcebido, ni sabe qué acuarelas va a pintar, ni siquiera los motivos. Parece que las cosas le van surgiendo con el transcurrir de la horas del día.

Además de esa exaltación marina (podemos decir que mantiene Barceló con el agua un vínculo que tiene que ver con lo originario y telúrico, y también con la noción romántica de lo sublime), ha indagado en estas obras últimas en la relevancia del papel, no solo como soporte, sino en sí mismo; lo considera, como a la arcilla, un elemento intrínseco de su producción, con derivaciones trascendentes que escapan a la voluntad del artista que lo maneja.

Recogen asimismo, tanto sus cerámicas como sus acuarelas, esa atracción por las creaciones prehistóricas y las pinturas rupestres que son otro punto clave en su carrera: predominan en ellas las figuras y animales en movimiento, de rasgos básicos, que empezó a diseñar en los noventa, tras iniciarse en el modelado en barro en Mali. Para profundizar en esas filias, se completa la exposición con un catálogo para el que el artista ha conversado con Paul Bowles, el autor de El cielo protector: ambos comparten interés por lo exótico y por ciertos desiertos interiores y exteriores.

Miquel Barceló. Mangrove 2, 2021
Miquel Barceló. Mangrove 2, 2021
Miquel Barceló. Danse tantrique, 2021
Miquel Barceló. Danse tantrique, 2021

 

 

Miquel Barceló. “Kiwayu”

GALERÍA ELVIRA GONZÁLEZ

c/ Hermanos Álvarez Quintero, 1

Madrid

Del 7 de abril al 28 de mayo de 2022

 

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