Ballard, Es Baluard y el futuro

La visión del porvenir del escritor es el punto de partida de la nueva exposición del museo mallorquín

Palma de Mallorca,

Parece que, por esos algoritmos supuestamente inteligentes que no lo son tanto, quien busca en redes sociales Es Baluard acaba descubriendo a… Ballard, el autor de El imperio del sol. Por eso, el museo de arte moderno y contemporáneo de Palma de Mallorca ha decidido plantear una muestra, que hoy se abre al público, en la que se relacionen sus colecciones, los pensamientos del escritor sobre la deriva de nuestra sociedad y esos rumbos inciertos, que a veces son ya presentes, en los que nos introduce la tecnología cuando nos lleva a terrenos que no deseábamos pisar.

Diana Coca. Serie Arlés Bruto, 2007. Es Baluard Museu d'Art Modern i Contemporani de Palma. © de la obra, Diana Coca, VEGAP, Palma, 2018
Diana Coca. Serie Arlés Bruto, 2007. Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma. © de la obra, Diana Coca, VEGAP, Palma, 2018

Para entender por qué este autor de supuesta ciencia ficción soñó y escribió catástrofes con una vertiente un tanto mórbida (el año que viene, por cierto, se cumplirá una década de su fallecimiento), tenemos que conocer, aunque sea someramente, sus circunstancias vitales. Había nacido en 1930 en Shanghai, en el seno de una familia británica que, durante la invasión japonesa de China, fue llevada a un campo de concentración, experiencia narrada en el citado El Imperio del sol, su novela más leída y llevada al cine por Spielberg. Cuando los suyos regresaron al Reino Unido, tras la II Guerra Mundial, él no pudo adaptarse a la sociedad británica de entonces, cerrada sobre sí misma, lo que le condujo al ensimismamiento. Sus estudios de medicina tienen probablemente que ver con su interés literario por la sexualidad y los deseos corporales más o menos insanos, y su posterior curso de piloto en la RAF, con su querencia por la tecnología fulgurante y con capacidad destructora.

Pese a su mudanza a Europa, su conocimiento de la China devastada por la guerra debió marcarle de por vida, hasta el punto de que de esa experiencia temprana nació su mundo creativo, desplegado en sueños y metáforas con forma de arquitecturas abandonadas, clubs nocturnos, desiertos o piscinas vacías que, inevitablemente, en la literatura como en el cine o la pintura, generan en el espectador inquietud y extrañeza. La muerte de su primera mujer siendo aún joven acentuó esa tendencia de Ballard por lo solitario y escalofriante (además de sumirlo en una etapa de depresión, alcohol y parece que sexo). Muchos encuentran sus escritos sórdidos y enfermizos, pero sus lectores -cada vez más numerosos en todo el mundo- lo consideran un visionario y en un observador agudo de almas que sabía cómo navegar en sus lados más oscuros. Tanto que podemos considerarlo un literato surrealista; admiró a De Chirico, Dalí o Magritte, y su imaginario también bebió de ellos, de hecho, hizo sus incursiones en las artes plásticas: obsesionado por los coches siniestrados, les dedicó una exposición y también la novela Crash, que Cronenberg llevó al cine.

Algunas de sus obras tienen un punto en común: la narración de tragedias que asolan la tierra, variadas formas de apocalipsis que, además de acabar con nuestro entorno, nos sumen en el caos psicológico.

Es en esta vertiente de su imaginación donde se adentra la muestra “Ballard Baluard”, que ayer se inauguró de la mano de una performance de Francisco Ruiz de Infante y que llega diez años después de que el CCCB se adentrara en su pensamiento, poco antes de morir el escritor, en una muestra de título ya significativo: “Autopsia del nuevo milenio”. Aquella propuesta, y la que ahora presenta el museo balear, reivindican a Ballard como autor capaz de descifrar el presente y comprender sus códigos, ocultos para la mayoría, y de alumbrar futuros más plausibles que los que parecen aguardarnos.

Tadashi Kawamata. Favela Plan, 1989. Es Baluard Museu d'Art Modern i Contemporani de Palma, depósito colección Ajuntament de Palma© de l’obra, Tadashi Kawamata, 2018. Fotografia: Joan Ramon Bonet & David Bonet
Tadashi Kawamata. Favela Plan, 1989. Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma, depósito colección Ajuntament de Palma© de l’obra, Tadashi Kawamata, 2018. Fotografia: Joan Ramon Bonet & David Bonet

Para muchos, describió la humanidad como un cadáver aún patológico y su futuro como cinco minutos más…que ya han terminado, y es en esa vertiente distópica y oscura de su obra en la que se adentra este proyecto, abierto en el Gabinet de Es Baluard. Obras de artistas contemporáneos de ayer y hoy, de Helena Almeida a Wols pasando por Anselm Kiefer, Ruiz de Infante, Diana Coca, Juana Francés, Tadashi Kawamata, José Guerrero, Mati Klarwein, Pérez Villalta, Amparo Sard, Baltazar Torres y Marcelo Víquez despliegan un elenco terrible e inspirador a partes iguales de visiones del presente y el futuro: pantallas que nacieron como aliadas y nos terminan dominando, hábitats humanos por completo alterados, escenarios solitarios que no parecen hechos para la vida y ni siquiera para el tránsito, escenas violentas, esos accidentes que fascinaron a Ballard, quizá por su imprevisibilidad pero con toda seguridad por llegar de la mano de máquinas que creemos controlar, mutaciones climáticas con consecuencias más allá de lo imaginable… situaciones, en fin, abordadas hace décadas por Ballard que hoy no nos son ni extrañas ni ajenas.

Las piezas expuestas proceden, todas, de los propios fondos de Es Baluard, y en algunos casos serán poco conocidas por el público, así que esta muestra constituye también una oportunidad de familiarizarse con ellas a la luz de los textos de Ballard.

De algún modo, él vivió cerca y lejos de todas partes: en un suburbio de Londres, Shepperton, próximo al aeropuerto, no lugar con ciertas conexiones a esos escenarios vacíos y alucinados de su obra. Nadal Suau también apunta otras más orgánicas: Desarrolló una pulsión libidinal hacia el aeropuerto que satisfacía en numerosas visitas sucesivas, si bien nunca subía a ningún avión: sólo le interesaba estar allí, transitorio, acariciando la posibilidad del vuelo. Visto desde el cielo, según las imágenes que proporcionan los satélites, la gran nave hexagonal que albergaba las terminales de entrada y salida en dos mitades simétricas y el circuito oblongo de autovía que distribuía las entradas y salidas de vehículos ofrecían un aspecto fácilmente identificable con la sección frontal del sistema reproductor femenino. Un útero colonizado por treinta millones de bacterias anuales, vivificantes, inflamatorias, estimulantes, que incrementaban el flujo sanguíneo del circuito completo, dilatándolo sin descanso. Era una idea excitante, pero él sabía que el deseo es multiforme, y había otras metáforas anatómicas cuya activación funcionaba como un reclamo igual de poderoso. Así que a veces imaginaba aquella estructura arquitectónica como un sofisticado pulmón superpoblado de mastocitos que padecía ataques de asma cada vez más espasmódicos.

¿Y si Ballard hubiera pisado hoy Mallorca? Nekane Aramburu elucubra los espacios por los que se hubiera interesado: Hubiera buscado piscinas abandonadas, las ruinas de las discotecas de El Terreno… y contribuido a algunos escritos sobre la lucha feminista y trans. Quizás, también, fascinado por la tecnología y la ciencia, habría reseteado modelos de inercia para hablar de otras formas de explicar la turistificación. Con este proyecto hemos pretendido una primera aproximación desde el arte y la literatura, que como todo en esta vida es un work in progress.

Baltazar Torres, Island of a perfect world III, 2007-2008. Es Baluard Museu d'Art Modern i Contemporani de Palma. © de la obra, Baltazar Torres, 2018. Fotografía: David Bonet
Baltazar Torres. Island of a perfect world III, 2007-2008. Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma. © de la obra, Baltazar Torres, 2018. Fotografía: David Bonet

 

“Ballard Baluard”

ES BALUARD. MUSEU D´ ART MODERN I CONTEMPORANI

Plaça de la Porta de Santa Catalina, 10

Palma de Mallorca

Del 26 de octubre de 2018 al 17 de marzo de 2019

 

 

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