Como paso previo al arranque de la semana del arte contemporáneo en Madrid, y dentro del programa internacional de ARCO, la Fundación Otazu celebró la segunda edición de su ArtWeekend, un evento en torno al arte y al vino que contó con la presencia de numerosos invitados internacionales, entre los que se encontraban artistas, galeristas y coleccionistas.
Fueron varias las novedades que Guillermo Penso, director general de Bodega Otazu y presidente de Fundación Otazu, dio a conocer en relación a su colección y a los proyectos vinculados a la creación contemporánea que desde allí llevan a cabo. Uno de los platos fuertes fue la presentación de la pieza de Asier Mendizabal (Ordizia, Guipúzcoa, 1973) ganadora de la II Bienal de Escultura Monumental de Fundación Otazu. El objetivo de esta iniciativa, por la que cada dos años se invita a cuatro artistas para que planteen una intervención monumental en el terreno, es construir un relato de una época y un tiempo, así como mostrar la fuerza transformadora del arte. El jurado, formado por Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía; Julieta González, comisaria y directora artística del Museo Jumex (México); y Guillermo Penso, se decantó por la escultura de Mendizabal, que se impuso a las de los otros tres grandes artistas invitados: Pedro Cabrita Reis, Roman Ondák y Damián Ortega.
Crudo zarzo es un semicilindro hueco que genera un espacio interior en el que existe una abertura en forma de círculo que permite ver una sección del paisaje; una escultura viva, concebida en relación con el entorno, la historia y el espacio. Está inspirada en la trama de las ramas de avellano y genera una textura a medio camino entre lo orgánico y lo geométrico, que además está en perfecta sintonía con los muros de la cercana iglesia románica de San Esteban, que forma parte del conjunto arquitectónico del Señorío de Otazu. En relación con su ubicación y con el entorno, el artista ha indicado que “el emplazamiento de la pieza tiene como peculiaridad hacer converger dos series de líneas paralelas, formadas por los viñedos plantados en rectas filas en cada uno de los campos aledaños”.
Tal y como ocurriera con El color de nuestras vidas (2015), la pieza del chileno Alfredo Jaar ganadora de la primera edición de esta bienal, Crudo zarzo se incorpora a la colección Kablanc de la Fundación Otazu. Próximas a estas, se pueden contemplar también obras monumentales de Manolo Valdés, Xavier Mascaró, Baltazar Lobo y Leandro Erlich.
Durante el ArtWeekend los invitados también pudieron asistir a la performance Penwald: 2: 8 circles: 8 gestures, realizada por el artista norteamericano Tony Orrico, así como visitar la exposición “(pre) Textos”, comisariada por Guillermo Penso y Sofía Mariscal, a partir de una selección de piezas que forman parte de la Colección Kablanc. Se trata de una ordenación que nace de la intuición y la observación de sus fondos y, en palabras de los comisarios, propone un “recorrido de ida y vuelta de la idea al objeto y de la materia al concepto, que se detiene en distintos aspectos de lo que sucede en ese tránsito de lo intangible a lo matérico”.
Por otro lado, la Fundación Otazu anunció su participación en ARCO a través del proyecto “Deconstrucción: Arte Contemporáneo Venezolano”, para la Sala 37 (Pabellón 9), organizado por la coleccionista Solita Cohen. La comisaria Isabel Villanueva ha querido destacar el trabajo de quince jóvenes artistas, que por la situación económica y política no han tenido la oportunidad de exhibirse fuera de sus fronteras: Luis Arroyo, Magdalena Fernández, Dulce Gómez, Arturo Herrera, Juan Iribarren, Suwon Lee, Esperanza Mayobre, Esmelyn Miranda, Luis Molina-Pantin, Jorge Pedro Núñez, Juan José Olavarría, Oscar Abraham Pabon, Lucia Pizzani, Luis Romero y Christian Vinck.
Finalmente, se presentó también el lanzamiento de un interesante y bello proyecto para Vitral de Otazu, el vino más especial de la bodega, que tiene como protagonista a Carlos Cruz-Diez. Inspirado por la luz que se filtra por los vitrales de alabastro de la bodega Otazu, el artista ha diseñado treinta piezas –cromointerferencias– que se presentarán cada año, durante treinta años, de manera que quien compre –y coleccione– las cajas de vino durante ese mismo periodo de tiempo tendrá finalmente una espectacular pieza de Carlos Cruz-Diez, que permite numerosas combinaciones según la colocación de las distintas partes que la componen. La primera añada (2013) sale a la venta el 1 de diciembre de 2018, mientras que la pieza final de este proyecto, un hito para la Bodega Otazu, se verá en 2042. El maestro venezolano también ha diseñado para la bodega una Ambientación de cromosaturación para la sala de barricas con varias gamas de color rojo, verde y azul.
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