Desde joven viaja a Barcelona donde inicia su carrera de pintor como discípulo de Joseph Armet, paisajista realista seguidor del arte de Martí Alsina y la Escuela de Barbizón, que influirá en las primeras obras de su discípulo con un paisajismo de corte romántico, con referencias a Millet. Viaja a París gracias a la ayuda económica prestada por el industrial Ferrer y Vidal, defensor del proteccionismo, que le ayuda a financiar su estancia en esta ciudad donde conoce la obra de Berthe Morisot
y Édouard Manet
y de los impresionistas en general. El iluminismo de Fortuny
y el naturalismo
de Urgell, terminarán por configurar el estilo de Lárraga. Introduce en su obra el paisaje urbano con vistas al Sena, y se decanta por una pincelada suelta y fragmentada, que trasluce una cierta melancolía y entonación poética a sus paisajes. Además de obras sobre óleo realizó importantes acuarelas y dibujos, junto con decoración de cerámicas y azulejos. Expone en la Sala Parés y en las exposiciones Extraordinarias de Bellas Artes en Barcelona y se vincula al Círculo Artístico, participando en 1922 en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid.