Empieza su
creación artística en el terreno de la
pintura, aunque con el tiempo su principal dedicación será la poesía. Se forma en el estudio de Vázquez Díaz tras llegar a Madrid en 1917 y en las numerosas visitas al Museo del Prado. En estos primeros años de creación artística compatibiliza las dos actividades. La primera exposición de su obra se celebra en el Ateneo de Madrid (1922) y ya se manifiesta innovador en la línea de la vanguardia. A finales de los años veinte contacta, junto con García Lorca, con los
pintores de la Escuela de Vallecas. Se exilia a causa de la Guerra Civil y, tanto en
América como en Roma, continúa
con su afición a la pintura. Ilustra
gran parte de su obra poética y
escribe A la pintura, una de
las más bellas manifestaciones de
la literatura española, cuyos
primeros versos son elocuentes del
amor inicial a la creación pictórica:
“Mil novecientos diecisiete:/ Mi
adolescencia, la locura/ por una caja
de pintura,/ un lienzo blanco, un
caballete”/.