Estudia Bellas Artes en la Universidad de Sevilla. En sus obras, Albarracín revisa y deforma los clichés de la identidad española y, en especial, de la sociedad andaluza, a través de fotografías, esculturas, performances e instalaciones. Su trabajo supone una vuelta a las raíces propias a través del folclore y las tradiciones populares, los mitos religiosos, el rol de la mujer en la sociedad andaluza o los toros, estereotipos que deforma críticamente. Las reflexiones que proponen sus obras están llenas de humor, crítica y rabia para llegar a la catarsis liberadora final. Toda su obra se centra en el análisis de los clichés que representan la identidad andaluza, pero no desde una perspectiva distanciada e intelectualizada, sino a través de una inmersión pasional y subversiva en el estudio de lo cotidiano. En sus creaciones, Albarracín intenta integrar consciente o inconscientemente, sentimiento y razón, cuerpo y alma, lo privado y lo público. Para ello, juega con el factor sorpresa y realiza performances improvisadas que se proponen como terapia de choque para que emerjan los demonios colectivos. Sus producciones conectan con las poéticas del exceso que el barroco, el kitsch o el pop representan. Entre sus acciones más conocidas destacan Sin título. Sangre en la calle (1992) en la que aparecían mujeres tiradas en las calles de Sevilla después de haber sufrido algún incidente sangriento, hasta obras más recientes como Viva España (2004) en la que la artista huye por calles de Madrid de una banda de música que la persigue a ritmo del pasodoble “Que viva España”. La galería Filomena Soares de Lisboa es su representante. Albarracín vive y trabaja en Madrid.