Antony Gormley y lo inmóvil que nos mueve

Xavier Hufkens ahonda en sus exploraciones del cuerpo como lugar

Bruselas,

Hemos encontrado sus trabajos en tantas ocasiones en interiores como en exteriores, y hay una razón que va más allá de su atención a la naturaleza y a la relación de la sociedad con ella: a Antony Gormley le interesan los lazos entre el cuerpo humano y el espacio, y concibe el primero, devenido en escultura, a la vez como objeto y como lugar. Sugerentes y dramáticas, sus instalaciones remiten a las emociones que habitan lo visible desde su posición de invisibilidad, a nuestra actitud cuando nos desorientamos, a lo que lo físico implica respecto a ausencias y presencias. Bajo sus figuras -a veces solitarias, a veces integrando grupos-, de acero, hierro o plomo, quedan vacíos que podrían ser ocupados por cuerpos, y a ellos los rodean otras figuras, las nuestras, que formamos parte de la propia obra del artista al caminar en torno a ellos.

Hasta el próximo 17 de diciembre, Xavier Hufkens presenta en su sede en St-Georges, en Bruselas, “BODY FIELD”, un proyecto en el que el londinense ha continuado explorando las posibilidades de la escultura como instrumento para la toma de conciencia de determinados conceptos próximos a la filosofía. Nada más adentrarnos en la galería, encontraremos el extremo abierto de un tubo de acero de 155 metros de largo dispuesto en el suelo, en diálogo con una negra abertura en una suerte de búnker de cemento. Tras esas piezas, un dibujo evoca, de nuevo, la oscuridad cósmica de un agujero negro; en conjunto y desde la perspectiva de Gormley, estas obras reconocen, desde su ausencia, el cuerpo humano como lugar, materializando sus tensiones internas y afirmando su necesidad de cobijo.

De un lado, la instalación escultórica RUN III (2022) activa tanto como es activada: transforma el espacio arquitectónico pero, al mismo tiempo, es transformada por la interacción de los espectadores; se exhibe aquí como una línea que se traza a través de la sala y que se entrecruza con las horizontales marcadas por sillas y mesas, alféizares y techos, instrumentos domésticos con cuya geometría entablamos relación de familiaridad. Reconstruyendo de algún modo en torno a sí nuestro mundo conocido, este artefacto nos permite experimentar cómo la arquitectura fomenta y refuerza formas particulares de coreografía corporal.

Antony Gormley. Corner, 2022
Antony Gormley. CORNER, 2022

Por su parte CORNER (2022), obra a la que Gormley se refiere como búnker para uno, se creó justamente a partir de escaneos digitales del cuerpo del artista mientras este se encontraba agachado o aislado en una esquina, y en ella se concibe el espacio estrictamente humano como el espacio en general, subrayando el antropocentrismo con el que contemplamos el mundo. Una única hendidura cuadrada, casi equivalente al tamaño del tubo de acero de RUN III, es la solitaria pista de que esta estructura es hueca. En el fondo ambas piezas, al modo de viviendas estrictamente compactas, hacen referencia al cuerpo como casa, reconociendo su doble naturaleza como espacio de refugio y de prisión. Componen un lugar donde, en último término y desde la concepción de Gormley, la piel puede ser atada pero la mente liberada.

Correspondiéndose visualmente con el lenguaje lineal de RUN III, contemplaremos además el grupo de esculturas Knotwork, que lleva los procedimientos de mapeo tridimensional de la arquitectura al cuerpo humano. Si aquel tubo de acero nos permitía calibrar nuestra relación física con el receptáculo de la sala, los caminos más estrechos y densos de estas otras creaciones trazan una posible entretela de la carne humana: son “mapas de interior” que muestran evidencias de presión interna y de tensión en el cerebro, el corazón, el estómago y las rodillas, capturando instantes de tiempo vivido orgánicamente.

Se han desplegado además, a lo largo de la muestra, dibujos que ofrecen piezas interpretativas de las esculturas: nos invitan a conectar nuestra intuición sobre los lugares internos del propio cuerpo con la oscuridad infinita de un universo en expansión, o con puntos trazados en un campo petrolífero.

Por último, en una desviación radical de la práctica habitual de Gormley de aislar un solo cuerpo en el espacio, los nuevos Double Blockworks en el nivel inferior de Xavier Hufkens evocan la mitosis, la división y replicación de las células que garantiza la continuidad de la vida. Al elaborar esta serie, el británico reflexionó sobre la última escultura inacabada de Miguel Ángel, la Piedad Rondanini (1552-1564), concibiéndola como metáfora de la relación entre el escultor y su material y entre la vida y la muerte. Muchos de los Double Blockworks se basan en escaneos del artista sujetando un blackwork realizado previamente: un reconocimiento de su relación con el arte de la escultura. Para nuestro autor, las figuras duplicadas encarnan la materia como una danza continua de posibilidades entre la emergencia y la entropía, el reconocimiento de la inestabilidad y el peligro inevitable, pero, al mismo tiempo, la conexión, la necesidad de pararse y sostener, de tocar el mundo, el futuro, otro cuerpo.

Antony Gormley. "BODY FIELD". Galería Xavier Hufkens
Antony Gormley. “BODY FIELD”. Galería Xavier Hufkens

 

 

Antony Gormley. “BODY FIELD”

GALERÍA XAVIER HUFKENSç

6 rue St-Georges | St-Jorisstraat

Bruselas

Hasta el 17 de diciembre de 2022

 

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