Alvar Aalto o la sinuosidad

CaixaForum Barcelona abre el 3 de junio una exhaustiva muestra sobre su arquitectura y diseño

Alvar Aalto 1898-1976. Arquitectura orgánica, arte y diseño

CAIXAFORUM (FUNDACIÓN LA CAIXA)

Avda. Marqués de Comillas, 6-8

Barcelona

Del 3 de junio al 23 de agosto de 2015

Alvar Aalto. Butaca, 1932 © Vitra Design Museum, foto: Jürgen Hans © Alvar Aalto, VEGAP, Barcelona, 2015
Alvar Aalto. Butaca, 1932 © Vitra Design Museum, foto: Jürgen Hans © Alvar Aalto, VEGAP, Barcelona, 2015

Decía Alvar Aalto, el llamado Mago del Norte, que la arquitectura moderna no significa el uso de nuevos materiales, sino utilizar los materiales existentes en una forma más humana y que la tarea del arquitecto consiste en proporcionar a la vida una estructura más sensible. El arte era para él una cuestión de humanidad: opinaba que el arquitecto debía hacerse responsable de humanizar la naturaleza mecánica de los materiales y que la mejor arquitectura era precisamente la más humana, la que pretende crear para el hombre un paraíso. La tensión entre masa e individuo fue una de las principales preocupaciones en los inicios de su carrera.

Diseñador además de arquitecto, y defensor de la idea de que el diseño puede aplicarse a cualquier objeto, desde un edificio hasta una silla, Aalto se sumó en los años veinte a la corriente del Movimiento Moderno y fue miembro del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM), del que también formó parte Le Corbusier. Por él se dejó influir (su edificio para el periódico Turun Sanomat recoge sus cinco principios), aunque por su gusto por la experimentación con formas y materiales concedió mayor importancia que el suizo a las relaciones entre edificación y naturaleza -consideraba la madera el mejor material posible para trabajar- y si por algo conocemos su trabajo es por la abundancia de formas orgánicas y sinuosas, con tanta o mayor presencia en sus trabajos que la geometría. Destacan en este sentido sus sillas de madera laminada, que le confirieron gran reconocimiento internacional, y su jarrón Savoy, considerado un emblema del diseño orgánico en su país.

En 1935 fundó Artek, una mezcla de galería y empresa de mobiliario internacional en cuya actividad también participaron su esposa Aino y dos colaboradores. Desde esta firma pudo desarrollar la mayor parte de sus proyectos internacionales.

El edificio de Alvar Aalto más definitorio de su estilo y más influyente en la arquitectura moderna fue el Sanatorio de Paimio, que lleva el sello de Aalto en cada detalle, porque el finlandés también es responsable de su mobiliario, compuesto por piezas que hoy consideramos clásicas. Por su distribución interior en alas bajas y largas y por sus cuidadas condiciones de ventilación y luz, este centro es considerado un edificio paradigmático de la arquitectura nórdica. Se fecha en los primeros años treinta.

Otra de sus construcciones más celebradas es Villa Mairea (1938), un ejercicio de virtuosa funcionalidad en la que la disposición y diseño de las habitaciones también se determinó en función de las condiciones de luminosidad, temperatura e incluso sonido; y una de los últimos grandes proyectos de Aalto fue la Casa Experimental (1952), una vivienda vacacional para cuya fachada empleó medio centenar de ladrillos diferentes entre sí, a modo de guiño al valor expresivo de la arquitectura.

Opinaba que el arquitecto debía hacerse responsable de humanizar la naturaleza mecánica de los materiales

No obstante, la carrera del finlandés se prolongó hasta los setenta y en su haber se incluyen cerca de cuatrocientos edificios y docenas de muebles, lámparas y objetos, la mayoría de cristal. Poco antes de su muerte se encargaría del Auditorio Finlandia de Helsinki (1975) y doce años después de la misma se inauguró la Ópera de Essen, que dejó inacabada y que se finalizaría póstumamente.

En conjunto Aalto proyectó cerca de quinientos edificios, la mayoría en Finlandia, aunque un centenar los llevó a cabo en dieciocho países. Se trata de construcciones de todo tipo: casas privadas, pabellones expositivos, instalaciones industriales, edificios de oficinas, casas prefabricadas…

Para él, la naturaleza ilustraba y legitimaba una actitud creativa determinada y una perspectiva humanista que se esforzaba por preservar la individualidad en una sociedad de masas mecanizada y condicionada por restricciones económicas

Tras la antología que CaixaForum brindó el año pasado a Le Corbusier, este año aterriza, de momento en CaixaForum Barcelona, “Alvar Aalto 1898-1976. Arquitectura orgánica, arte y diseño”, una muestra organizada en colaboración con el Vitra Design Museum y el Alvar Aalto Museum que contará con una veintena de maquetas históricas y más de un centenar de piezas, entre dibujos originales, muebles, lámparas y objetos de cristal, así como obras de otros artistas amigos, como Alexander Calder (de quien admiró sus interacciones de movimiento, luz y volumen) Jean Arp, y fotografías históricas y modernas, estas últimas a cargo del fotógrafo Armin Linke. Fernand Léger, defensor de la idea de que las paredes podían activarse mediante el color y el arte y de que el arquitecto es en fondo un director de todas las artes, capaz de coordinarlas en pos de un resultado armónico, casi sinfónico, musical.

Alvar Aalto. Biblioteca de Viipuri (Víborg), Carèlia (actualment Rússia), Alvar Aalto, 1927-1935 © Armin Linke, 2014

El arte abstracto le interesaba a Aalto especialmente porque, tras su dedicación inicial a la pintura, se convenció de que tanto la arquitectura como el arte hunden sus raíces en el subcosciente y se sustentaban en la manipulación de materiales, la base, desde su punto de vista, de cualquier proceso de creación.

¿Os preguntáis por la influencia del arquitecto en España? Vino en 1951, a Madrid y Barcelona, donde impartió varias conferencias. Se considera que sus enseñanzas dejaron su impronta en las construcciones de quienes entonces lo conocieron, como Josep Maria Sostres, Antoni de Moragas, José Antonio Coderch, Miguel Fisac, Alejandro de la Sota y Francesc Barba Corsini, que plasmó sus principios en los apartamentos de las buhardillas de La Pedrera.

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