Alvar Aalto o el amor por lo orgánico

Llega a CaixaForum Madrid la retrospectiva del “Mago del Norte”

Madrid,

El apodo de “Mago del Norte” se lo adjudicó a Alvar Aalto el crítico especializado en arquitectura Sigfried Giedion, por ser el arquitecto finlandés más conocido del s XX y uno de los grandes defensores de la humanización del movimiento moderno. Tras su paso por Barcelona, mañana se abre al público en CaixaForum Madrid una retrospectiva que, a partir de 350 piezas (maquetas, lámparas, muebles, dibujos originales, fotografías históricas y nuevas imágenes de Armin Linke) repasa su interés por llevar las formas naturales a la arquitectura y el diseño, su relación con artistas de su tiempo, como Arp, Calder, Léger o Moholy-Nagy, y también los frutos de sus visitas a España en 1951.

Aquel año viajó a Barcelona y Madrid para impartir sendas conferencias, conoció El Escorial y la obra de Gaudí, visitó después La Alhambra y entró en contacto con el Grupo R.

Alvar Aalto 1898-1976. Arquitectura orgánica, arte y diseño. Caixaforum Madrid
Alvar Aalto 1898-1976. Arquitectura orgánica, arte y diseño. Caixaforum Madrid

 

Organizada en colaboración con el Vitra Design Museum alemán y con el Alvar Aalto Museum finlandés, la exposición analiza los proyectos más conocidos de Alvar Aalto, los menos divulgados y los que no llegaron a materializarse; y sus trabajos se intercalan con los vídeos y fotografías que el creador alemán Armin Linke ha realizó por encargo en algunos de sus edificios.

“Alvar Aalto 1898-1976. Arquitectura orgánica, arte y diseño”, que así se titula la muestra, quiere estudiar la obra del finlandés desde un punto de vista actual, por eso frente a exhibiciones y publicaciones anteriores, que defendían que su lenguaje arquitectónico orgánico era una derivación directa del paisaje de su país, este proyecto plantea que ese amor por lo orgánico tenía un origen más complejo: la influencia de creadores contemporáneos, algunos de cuyos trabajos se muestran en Madrid para contextualizar los diseños de Aalto en el marco de la vanguardia internacional.

Alvar Aalto. Maison Louis Carré, Bazoches-sur-Guyonne, França, Alvar Aalto, 1956-1959, 1961-1963 © Armin Linke, 2014. Gentileza de la Galleria Pescamara, Pescara
Alvar Aalto. Maison Louis Carré, Bazoches-sur-Guyonne, França, Alvar Aalto, 1956-1959, 1961-1963 © Armin Linke, 2014. Gentileza de la Galleria Pescamara, Pescara

Más de medio millar de edificios llegó a planificar Aalto, la mayoría en su país, aunque un centenar de ellos quedaron diseminados en dieciocho países. En su medio siglo de trayectoria llevó a cabo tanto viviendas privadas como edificios de utilidad cultural, instalaciones industriales, pabellones de exposición, edificios de oficinas e incluso casas prefabricadas.

Buena parte de ellos podrían entenderse como obras de arte totales, porque Aalto no solo se ocupó de su edificación, también de su mobiliario, incluidas lámparas y tejidos.

Entre ellos destacan el Sanatorio de Paimio, la Biblioteca de Viipuri o Villa Mairea, ejemplo de su combinación genial de volúmenes, luces y materiales. Las sillas de madera laminada y su jarrón Savoy hicieron de él uno de los grandes del diseño del siglo pasado.

No solo la arquitectura y el mencionado diseño interesaron a Aalto, que fue un gran aficionado al cine, al teatro y la fotografía, disciplinas que ejercieron cierta influencia en sus edificios. Citando a su amigo Léger, se consideraba el finlandés un “director de orquesta” que debía armonizar volúmenes, materiales de construcción, luz eléctrica y luz natural.

Al hablar de Alvar Aalto debemos referirnos igualmente a Artek, la galería y empresa de mobiliario que fundó junto a su esposa Aino y dos colaboradores en 1935. Fue la expansión del prestigio de esta firma la que procuró al arquitecto proyectos en Suiza, Italia, Alemania, Francia y Estados Unidos, una vez finalizada la II Guerra Mundial. En aquel contexto se agudizó su interés por el cariz simbólico de las formas naturales y también el enfoque humanista sin el que no puede entenderse su obra: Aalto deseaba que tanto sus edificios como sus muebles contribuyeran a preservar y garantizar cierta individualidad en una sociedad que avanzaba, a paso de gigante, hacia la masificación que favorecieron tanto las restricciones económicas como la masificación.

Era en las personas que iban a habitar o utilizar sus edificios en quien pensaba al planificarlos, y el tacto de los materiales resultaba vital, por la misma razón, en su mobiliario.

La exposición se complementa en CaixaForum con este ciclo de conferencias.

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