Esclavos ayer, oxígeno hoy

La Sala de Arte Joven presenta el segundo proyecto ganador de la décima edición de Se busca comisario

Madrid,

Tras el paso por la Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid de #SororidadesInstagramer, proyecto de Ana Cebrián y Carmen Oviedo, hoy se ha presentado en ese espacio la segunda de las propuestas ganadoras en la undécima edición de la convocatoria Se busca comisario: “We are still alive, like hydrogen and oxygen”, de Alejandro Alonso Díaz, que entabla relaciones inesperadas y profundas entre la vida natural y la humana, entre biología y cultura, tomando como contexto el de nuestra época globalizada.

Participan en la muestra siete artistas, la mayoría españoles pero también internacionales, y Alonso Díaz (que anteriormente ha obtenido dos becas Botín en comisariado y gestión de museos y que actualmente presenta también una muestra de Tamara Henderson en la sede catalana de Nogueras Blanchard) ha enlazado sus obras atendiendo, más que a un concepto concreto, a ideas cruzadas, ligadas a sus diversas sensibilidades y, a su vez, al texto de Christina Sharpe In the Wake, dedicado al colonialismo y la negritud.

En ese libro, Sharpe explicaba que, mientras pervivió la esclavitud generalizada, miles de cuerpos (los de los esclavos) fueron lanzados al mar y luego devorados por animales marinos, pasando a formar parte del ecosistema acuático; según la autora, sus átomos continúan hoy dispersos en los océanos como los de las ballenas muertas que sirvieron a su vez de alimento a otros animales. El título de la muestra procede de una cita precisamente de Sharpe, que hablaba de aquellos esclavos ahogados considerándolos todavía vivos, como hidrógeno y oxígeno que, culmina la referencia el comisario, hoy mantienen la respiración, quizá, de la economía global.

Este asunto complejo, a medio camino entre lo poético, lo biológico y las ciencias naturales, ha querido plantearlo Alonso Díaz esquivando lo obvio o lo pedagógico, pero subrayando que la matería, como la energía, admiten múltiples transformaciones y vidas.

La exposición se abre con una serie de esculturas de Martín Llavaneras compuestas por fragmentos de maceteros o paragüeros de forja sobre los que vemos azúcar caramelizado que remite a las cañas en las que trabajó mano de obra esclava. Ya se ha endurecido y oxidado, por los efectos de ese aire (hidrógeno y oxígeno) que contiene la historia de tantos anónimos que acabaron mal, y aplicado sobre esos enseres antiguos, comúnmente atractivos, los convierte en piezas viscosas. Este proyecto ya se presentó hace dos años, en la Fundació Miró, pero transformado: de él formaban parte manzanas en descomposición; en una y otra ocasión el artista nos invita a reflexionar sobre los ciclos vitales de las materias primas y nuestras relaciones con ellas.

Jenna Sutela. Holobiont (still), 2018
Jenna Sutela. Holobiont, 2018

La finlandesa Jenna Sutela, autora de instalaciones, textos y performances en los que vincula precariedad y tecnología, viene indagando recientemente en el funcionamiento de especímenes biológicos muy complejos, aún prácticamente desconocidos para la ciencia y en constante mutación, como las bacterias extremófilas, que habitan en condiciones extremas, allí donde, hasta hace poco, se consideraba imposible que hubiera vida. A ellas les dedica el vídeo Holobiont, que pone de relieve los límites humanos para entender el mundo (límites de los que tantos dudan) y también prueba que, algunas veces, el arte se adelanta a los campos de la lógica y puede llegar a conclusiones que la biología descubre después.

En esta obra, además, un zoom se desplaza desde el exterior hasta nuestros intestinos para conectarlos con el cerebro en lo que a transmisión y manifestación de emociones se refiere.

Ya en la planta superior de la Sala de Arte Joven, nos espera uno de los proyectos más sobrecogedores de esta muestra: el de Charles Heller y Lorenzo Pezzani, una grabación (Liquid Traces: The Left-to-Die Boat Case) filmada a partir de radares y viodeovigilancia por satélite, canales que aquí se utilizan, a contracorriente, como recursos formales artísticos aunque también podamos extraer de ellos lecturas políticas: la de que el mar no es un espacio neutro sino potencialmente cruel.

La proyección remite a un episodio real acaecido en 2011: 72 migrantes salidos de Libia para alcanzar Lampedusa quedaron a la deriva en aguas internacionales, de jurisdicción ambigua, y fueron abandonados. Solo nueve sobrevivieron tras catorce días sin rumbo ni ayuda en un área de vigilancia marítima de la OTAN; ese año fueron 1.500 los muertos en el Mediterráneo.

La fecha de salida de aquel malogrado barco fue, por cierto, el 27 de marzo, día de inauguración de esta muestra.

Forensic Oceanography. Liquid Traces-The Left to Die Boat, 2014
Forensic Oceanography. Liquid Traces-The Left to Die Boat, 2014

Potencia el drama de ese vídeo, que se ha proyectado en la ONU, la luz roja que envuelve la obra en la exposición de Alfonso Borragán: Oviscapto “ethyl, el fruto de una acción colectiva que continúa en curso durante la exposición. Las cinco barras transparentes de las que consta esta instalación contienen restos de miel masticada y cera retirada de un panal óptico para llegar a divisar la imagen que se escondía tras ellas. Las enzimas de la saliva de los participantes catalizan la miel que queda aquí, entre restos de cera y algún gusano muerto, en un proceso de fermentación que incorpora a la muestra ese elemento de tiempo presente.

Las abejas conectan en esta obra, además, el mundo vegetal con el humano y las mosquiteras que rodean las barras aluden a nuestra fobia habitual a esos insectos de los que dependemos mucho.

Alfonso Borragán. Oviscapto"ethyl, 2016
Alfonso Borragán. Oviscapto”ethyl, 2016

Otra artista finlandesa interesada en los nexos entre creación y ecología y en lo que escapa a la percepción humana por sus enormes o ínfimas dimensiones, Alma Heikkilä, también ha introducido lo vivo y sus procesos en Room1. , ” ‘ , ‘ /~` flashing decaying wood, / /` _/~ . * \| * ___ . . * “. A esta pieza ella la llama volumen de convivencia, por unir el yeso (material asociado a la escultura) y hongos y bacterias (medio natural) en una suerte de poema del que no es autora Heikkilä sino los elementos, inertes y vivos, que construyen la obra, necesariamente efímera. La base acuosa teñida de marrón en la que crecen esporas y hongos acabará evaporándose, dejando solo un rastro de color.

Alma Heikkilä. Room1. , " ' , ' /~` flashing decaying wood, / /` _/~ . * \| * ___ . . * ", 2018
Alma Heikkilä. Room1. , ” ‘ , ‘ /~` flashing decaying wood, / /` _/~ . * \| * ___ . . * “, 2018

Durante vuestro recorrido por la muestra, en las dos plantas de la Sala de Arte Joven, encontraréis diseminadas pilas de textos relacionados con las obras individualmente y con el planteamiento de la exposición, en general (comenzando por un poema en la puerta de entrada) a cargo de Julia Morandeira. Según el comisario, sus palabras prueban que existe un lenguaje no descriptivo ni racional, que funciona solo desde la belleza y la sensibilidad, y aportan connotaciones simbólicas al resto de las piezas. El conjunto de esos escritos (que podemos/debemos recoger del suelo) lleva por título El mar es historia. Hacia una ontología marina.

Y el último proyecto que forma parte de “We are still alive like hydrogen and oxygen” podremos verlo el 11 de abril: el artista nigeriano residente en Londres Evan Ifekoya, que se sirve de su propio cuerpo como herramienta de trabajo, presentará la performance Let the Rythm Pull You Toward Your Edges, dedicada a la negritud del ayer y del hoy, en el contexto de la sociedad del espectáculo.

 

“We are still alive like hydrogen and oxygen”

SALA DE ARTE JOVEN

Avenida de América, 13

Madrid

Del 28 de marzo al 19 de mayo de 2019

 

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