Vescovi y Green flames, telas vivas y flujos de energía

El artista francés se estrena en Albarrán Bourdais

Madrid,
Adrien Vescovi. "Adeshora". Galería Albarrán Bourdais
Adrien Vescovi. “Adeshora”. Galería Albarrán Bourdais

El pasado septiembre la Galería Albarrán Bourdais de Madrid estrenó espacio en el número 13 de la calle Barquillo: un edificio histórico que fue sede de los antiguos talleres de confección de Loewe y que cuenta con una superficie de 600 metros, y ocho de altura, destinados ahora a albergar tanto propuestas expositivas de los artistas representados por esta sala como muestras planteadas por jóvenes comisarios.

Adrien Vescovi y “Green Flames”, una propuesta de Alejandro Alonso Díaz, han sido las elecciones de este centro para abrir el año. El francés, que forma parte del roaster de Albarrán Bourdais desde hace unos meses, trabaja en su taller de Marsella con lienzos suspendidos a la espera de ser ensamblados entre sí, tras cortarse y coserse; con pigmentos, botes de color donde sumerge piezas textiles, lavadoras o barras de acero oxidadas. Sus telas vivas las concibe como imágenes que no necesitan enmarcarse sino que se colgarán en espacios, interiores o exteriores, donde entrarán en relación con su entorno; en el caso de que las sitúe en la naturaleza, se empaparán de sus elementos y del clima, como ocurre con los trabajos de la argentina Vivian Suter, mientras que si las dispone en salas expositivas su articulación y percepción responderán a la arquitectura de ese lugar.

Grandes formatos y vulnerabilidad convergen en la producción de este autor, nacido en 1981, que trabaja en la capital de Provenza desde 2017, tras un extenso periodo en las montañas de la Alta Saboya. Esa amplitud y esa fragilidad las entiende como tensiones susceptibles de armonizarse en un soporte deliberadamente mullido, seguro y ajeno a saturaciones y matiza que no hay en sus proyectos excesos de tamaño porque, en su caso, investigar en torno a lo inmenso supone hacerlo sobre la escala de la naturaleza e, implícitamente, sobre la de la carencia, material o emocional.

El fin último de estos procedimientos de Vescovi es frustrar, o incluso reventar, los marcos pictóricos impuestos para zambullirse en métodos que, por definición, el artista no puede dominar por completo al entrar en juego factores externos, vinculados a lo efímero, el azar y lo primitivo, que causarán en sus telas efectos inesperados que él invoca y no rechaza. Al óxido, el ocre, el verde menta o el limón desteñido que el tiempo y los elementos suscitan en sus piezas los ha puesto incluso nombre, “jugos de paisaje”, y podemos considerar que dibujan el relieve mediterráneo en su forma más terrenal.

Su primera individual en Albarrán Bourdais lleva por título “Adeshora” y consta de obras creadas específicamente para esta ocasión: se trata de lienzos que triplican el grosor de los que normalmente utiliza y en los que ha desplegado una paleta cromática también nueva, tomada de los cuadernos alquímicos que ha venido desarrollando desde hace cuatro años; de algún modo sus telas, de enormes formatos y composiciones abstractas, vienen a ser la traslación de esas páginas.

Componen el núcleo de la exhibición doce páginas y seis marcapáginas: algunos, rompiendo sus presentaciones habituales, se han tensado en marcos que se han pegado a las paredes; otros pueden verse suspendidos, vertical u horizontalmente. En su origen, como decíamos, se sitúan la alquimia y el baño: sumergió sus telas alternativamente Vescovi en seis colores de tonos ocres naturales, durante dos horas; el cómputo del conjunto del tiempo empleado es parecido al de un oficinista (jornadas de siete a cinco), pero el artista lo empleaba en pensar, dibujar, manchar, cortar, coser, colgar y también olvidar parte de ese camino andado.

Adrien Vescovi. Sin título (marcapáginas), 2022
Adrien Vescovi. Sin título (marcapáginas), 2022
Adrien Vescovi. Sin título (Georgia), 2022
Adrien Vescovi. Sin título (Georgia), 2022

En el estudio de Vescovi la iluminación natural apenas penetra, así que le interesan mucho el sol y la luna como herramientas ancestrales para medir el tiempo: ha dibujado lunas para captar sus curvas y coserlas, y también, como es habitual en cada uno de sus proyectos, ha suavizado colores por la vía de captar en ellos la luz a baja intensidad. Ello implica trabajar sus tejidos hasta la fibra, buscando reproducir el tinte de una tela cruda coloreándola con tonos pasteles.

Según Marie De Gaulejac, nos invita el artista a imaginar paredes viejas en las que se desprenden las distintas capas de pintura. La idea de una casa donde las paredes se revelan en capas inferiores y donde se suceden los colores de la masilla y el beige. Como sucesivas pieles o sobres. Una casa en la que uno se siente bien y donde encuentra todas las razones para quedarse y querer construir un nido. Es en este enfoque sensible donde los cuadros de Adrien nos acogen.

Adrien Vescovi. "Adeshora". Galería Albarrán Bourdais
Adrien Vescovi. “Adeshora”. Galería Albarrán Bourdais
Adrien Vescovi. Sans titre (Soleil bleu) + (Soleil Rose), 2022
Adrien Vescovi. Sin título (Soleil bleu) + (Soleil Rose), 2022

En cuanto a “Green Flames”, se trata de una muestra colectiva que Alejandro Alonso Díaz ha vertebrado a partir de un poema de Chika Sagawa del mismo título, contando con trabajos de Isabel Carvalho, Lucía C. Pino, Fernando García Dory/INLAND y Victor Ruiz Colomer.

Díaz nos invita a imaginar escenarios en los que es posible un intercambio energético en el que lo material retrocede y lo inasible o indefinido gana peso y circula de manera permanente. En sus palabras, partiendo de las lecturas, anotaciones y disecciones colectivas de un solo poema, Green Flames se consume en lo etéreo: la relación entre la abstracción de los mercados y la energía de un hacer inmaterial activa corrientes dentro de un sistema de carga, atravesándolo para, al final, regresar a los cuerpos.

García Dory, impulsor de INLAND, ha llevado a Albarrán Bourdais la memoria de diversas acciones que ese colectivo ha llevado a cabo sobre el territorio, en forma de dibujos al carboncillo en los que encontraremos personajes, utensilios, procesos y paisajes ligados a lo rural, mientras la portuguesa Isabel Carvalho presenta en la galería esculturas orgánicas e incensarios que forman parte de una de sus últimas series, en la que materializa su propio cuerpo en yeso atendiendo al impulso fisiológico de registrar la huella de sus gestos.

Las piezas contienen trazas de incienso quemado y otras sustancias (serrín de cerezo, castaño, pino, motas de incienso, rosas secas, esencias, carbón molido, goma arábiga y pigmentos), que se tornan incandescentes a nuestra vista al sugerir el magnetismo del fuego.

El cobre, en distintos estados y texturas, es el principal material utilizado en sus esculturas por Lucía C. Pino, que llama nuestra atención con él sobre los nexos y las distancias entre los objetos y los cuerpos y, por último, Ruiz Colomer, que ha incorporado siempre a su trabajo referencias a la horticultura, la educación y las políticas energéticas, muestra en esta sala esculturas y dibujos que recuerdan la vertiente más ligada a nuestra vida cotidiana de los flujos energéticos, presentes cuando pasamos las páginas de un libro o en las poleas de un engranaje.

"Green flames". Galería Albarrán Bourdais
“Green flames”. Galería Albarrán Bourdais
"Green flames". Galería Albarrán Bourdais
“Green flames”. Galería Albarrán Bourdais

 

 

Adrien Vescovi. “Adeshora”

“Green flames”

GALERÍA ALBARRÁN BOURDAIS

c/ Barquillo, 13

Madrid

Del 17 de diciembre de 2022 al 4 de febrero de 2023

 

Comentarios