William Kentridge. De la serie Stereoscope, 1998–1999. The Museum of Modern Art, New York
La Fundación MAPFRE reconoce con este galardón la carrera de un artista vivo que haya dedicado una especial atención al dibujo
La Fundación Mapfre ha fallado hoy el Premio Penagos de Dibujo, que este 2013 ha recaído en el artista sudafricano William Kentridge, que ha centrado la mayor parte de su producción en la expresión de las múltiples variables del dibujo.
Este galardón reconoce la trayectoria de un artista vivo que en su trayectoria haya dedicado una especial atención a este arte y en esta ocasión su jurado ha estado formado por Alberto Manzano Martos, Presidente de la Fundación Mapfre; Pablo Jiménez Burillo, Director General del Instituto de Cultura de la Fundación; Francisco Calvo Serraller, Catedrático de Historia del Arte y crítico de arte; Eugenio Carmona Matos, Catedrático de Historia del Arte; Juan Fernández-Layos Rubio, Vocal del Consejo Asesor del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre; el artista Julián Grau Santos, el galerista Leandro Navarro, Estrella de Diego Otero, Catedrática de Historia del Arte y María Dolores Jiménez Blanco, Profesora Titular de Historia del Arte.
El Premio Penagos se creó en 1982 en memoria del dibujante madrileño Rafael de Penagos y desde entonces se convoca anualmente. A partir de 2008, se concede como reconocimiento a la trayectoria profesional de un artista vivo que, dentro de su carrera, haya dedicado una atención fundamental al dibujo.
Kentridge ha alternado la práctica del dibujo y del grabado con incursiones en el cine y el teatro, donde ha trabajado como actor, guionista y director. Su obra es un intento personal de abordar la naturaleza de las emociones humanas y la memoria, la relación entre el deseo, la ética y la responsabilidad.
Su producción está particularmente arraigada en su lugar de origen, pero no “ilustra” el apartheid, sino que comunica su mensaje a través de la metáfora.
Kentridge utiliza una técnica de animación particular: crea dibujos con carboncillo y pastel que modifica borrando, añadiendo y re-trabajando los elementos. Cada estadio del proceso es filmado durante unos segundos con una cámara de 16 mm. Así, utiliza sólo una treintena de dibujos en lugar de los miles que normalmente son necesarios para realizar un film. A través de esta técnica, el sudafricano visualiza el paso del tiempo y la estratificación de la memoria, ya que el proceso de elaboración queda visible sobre los dibujos.
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