Vito Acconci, nacido en 1940 en el Bronx, trabajó de forma permanente en Nueva York hasta su muerte en 2017, pero su producción sí se movió, y mucho, del sitio: evolucionó desde la escritura experimental al arte conceptual pasando por la performance, el vídeo, la instalación multimedia y la arquitectura especulativa. Sergio Prego, donostiarra, reside y trabaja desde hace décadas en esa ciudad y durante seis años, los transcurridos entre 1996 y 2002, lo hizo como colaborador en el estudio de Acconci, siendo el único artista de un equipo formado por arquitectos e ingenieros. Sus creaciones también adoptarían formas diversas: de la escultura al vídeo, la performance, la intervención espacial y la arquitectura neumática.
El Museo Guggenheim Bilbao vuelve ahora a reunirlos: la primera exposición que acoge este año su sala Film & Video ofrece, bajo el comisariado de Manuel Cirauqui, “YOU”, un entrelazamiento nuevo entre los acervos de los dos en el que Acconci pone el vídeo y la performance y Prego la escenografía y algunos vídeos más (de no haber fallecido el artista estadounidense, la combinación podría haber sido la contraria). No se trata de piezas planteadas desde la distancia: el propósito de la exhibición es subrayar las resonancias del trabajo del autor norteamericano en el del español y tanto el enfoque de la escultura manejado en esa escenografía como el de los propios vídeos de Prego se vinculan con aquellas vertientes de la obra de Acconci y de Acconci Studio que ambos comparten. Esos nexos pasan por su investigación de los fenómenos estéticos nacidos de la interacción del cuerpo, y de su sensorialidad, con la arquitectura y con los medios audiovisuales, sobre todo los derivados del intento de encaje de la piel y lo orgánico en estructuras rígidas: los vídeos de uno y otro, y también otros de sus proyectos en distintas disciplinas, los concibieron como manifestaciones de esas tensiones capaces de provocar un impacto en la percepción de su entorno por parte del espectador.

Dos espacios diferenciados articulan “YOU”. En el primero, una selección de vídeos monocanal de Prego se reproducen simultáneamente respecto al despliegue sonoro, desde un rincón de la sala, de la pieza de Aconcci Cinta corriendo, de 1969: esta última registra los sonidos generados por una performance suya mientras tenía lugar en Central Park; en ella el artista corría al tiempo que contaba sus pasos y grababa su voz, deteniéndose solo para recuperar el aliento y volver a empezar. Fue esta una de las múltiples performances en las que ese autor exploró el cariz poético o estético de las rutinas, de las costumbres mundanas, por la vía de llevar esas acciones a su límite, a su máxima expresión.
En cuanto a los vídeos de Prego, estos se proyectan en una fila de monitores analógicos dispuestos a lo largo de un muro y nos enseñan a sus colaboradores levitando o llevando a cabo movimientos y posturas imposibles. Ensambla en ellos imágenes fijas como si se tratara de animaciones en tres dimensiones mediante manipulaciones de edición, con el objetivo de situar al público ante un mundo alternativo en el que lo sólido se desvanece: las perspectivas se multiplican y las leyes de la física dejan de existir.


No resultarán sorprendentes para los conocedores de su trayectoria, en la que ha buscado frecuentemente manipular espacios y detener tiempos; esos vídeos reunidos, datados a lo largo de las últimas dos décadas aproximadamente, son Cowboy se arrastra con inercia y Parpadeo, en los que se valió de varias cámaras de fotos para generar cada plano y producir instantes fijos de acciones de apariencia tridimensional, insertas en contextos urbanos en los que la ciudad se nos muestra densa e impersonal; Sunoise, el registro de una instalación escultórica que estaba compuesta por dos tubos fluorescentes conectados por brazos mecánicos en movimiento, como si se tratase de autómatas; y Bisectriz, en la que el cuerpo del artista aparecía otra vez en tensión, dentro de un apartamento vacío, y a cuarenta y cinco grados sobre la cabeza. El título de este trabajo deriva de que traza, su cuerpo, una línea bisectriz dividiendo el ángulo recto que forma una pared respecto al suelo.

Ya en el segundo espacio de la muestra saldrán a nuestro paso dos estructuras inflables de Prego que funcionan, igualmente, como pantallas para proyectar tres vídeos… de Aconcci: performances grabadas con las que el estadounidense no pretendía tanto autorretratarse en esas acciones como prolongar la provocación que aquellas buscaban.
Esos vídeos comienzan por Centers (1971), en el que apuntó con un dedo a la cámara y a su reflejo en un monitor de vídeo fuera de pantalla (esto es, tanto hacia sí mismo como a quien lo miraba), esforzándose por mantener ese dedo en el centro del plano; Encender (1974), en el que su nuca queda en primer plano mientras tararea una melodía, de forma primero suave y luego agresiva, hasta que se da la vuelta, dejando que ocupe su cara toda la pantalla, con los ojos a medio cerrar pero sin dejar de hablar (su última afirmación es: Soy yo, ya no encuentro ninguna razón para hacer arte… Estoy esperando a que te vayas); y, por último, la pieza experimental Tres estudios de adaptación (1970), en la que intenta resistir físicamente a tres acciones sencillas pero incómodas: esquivar pelotas con los ojos vendados, mantener los ojos abiertos con la cara llena de jabón e introducir su puño dentro de la boca.
El espectador tiene el terreno abierto para repensar por qué estos vídeos siguen incomodando, cinco décadas después de su filmación y en un momento en que las redes sociales podrían haber banalizado su contenido.

“Vito Acconci / Sergio Prego: YOU”
Avenida Abandoibarra, 2
Bilbao
Del 3 de abril al 7 de septiembre de 2025
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