La Fundació Gala-Salvador Dalí ha presentado hoy mismo su última adquisición de obra, un óleo sobre tela datado en 1938 y titulado Violetas imperiales. De este modo, esta institución clausura los actos del 40º aniversario de la inauguración del Teatro-Museo Dalí de Figueras como los inició: con la presentación de un óleo daliniano, también de la década de los treinta: Carreta fantasma.
Cuando Dalí pintó Violetas imperiales había salido de Portlligat en dirección a Europa realizando en el camino estancias en distintas casas de amigos. Desde el apartamento que tenía en París con Gala, se trasladaron hasta Italia, donde visitan a Edward James, su mecenas y amigo, y vivieron durante dos meses en la casa que Lord Gerald Berners tenía en Roma. El exilio de Sigmund Freud a Londres motivó que Dalí se desplazara a Inglaterra para conocerlo y retratarlo, después visitó Florencia y en septiembre se instaló en La Pausa, la casa de Coco Chanel en Roquebrune. Estas residencias ocasionales fueron también sus talleres efímeros.
El tema del teléfono, que aparece en Violetas imperiales, fue muy recurrente en 1938 y 1939 en la obra daliniana; se trata de un leitmotiv que a veces va acompañado por un plato, unas sardinas, unos huevos fritos e incluso de una fotografía de Hitler como en el caso del óleo El enigma de Hitler. Seguramente se relacione con el Pacto de Múnich, acuerdo firmado el 29 de septiembre de 1938 entre Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier para anexionar a Alemania los Sudetes. Este tratado acabó simbolizando la inutilidad de los esfuerzos por conseguir la paz, puesto que poco después, empezaría la Segunda Guerra Mundial.
El teléfono tuvo un papel muy importante a nivel comunicativo para llegar a consensos como el del Múnich y Dalí parodió este aparato en seis cuadros donde éste objeto era el elemento central y donde se invalidaba su función informativa: Violetas imperiales, Excentricidad melancólica, El momento sublime, Teléfono en plata con tres sardinas fritas, Paisaje con teléfonos sobre un plato y el citado El enigma de Hitler.
Oscureció la gama cromática de estas pinturas y puso en evidencia el hecho de que las grandes potencias no aprovecharon las tecnologías a su alcance. Significativamente el teléfono permanece desconectado.
Violetas imperiales contrasta con la luminosidad de las obras anteriores inspiradas en el Mediterráneo y fue recibida como una pintura oscura, poco esperanzadora y difícil de interpretar. En el fondo de la imagen vemos unas montañas esquematizadas que podrían ser la Sierra de Verdera. Abajo, una masía y el esqueleto de una barca; a mano izquierda, un adulto de la mano de un niño y una sombra negra que nos recuerda a la tapa del piano que Dalí reproduce en muchas de sus obras. Nos encontramos ante un Dalí aún surrealista.
El primer propietario de Violetas Imperiales fue el coleccionista Edward James, quien en 1941 lo donó al MoMA de Nueva York, donde formó parte de la exposición retrospectiva de Salvador Dalí que el museo estaba organizando entonces. Años más tarde, el cuadro fue subastado y permaneció en manos particulares hasta la reciente adquisición por parte de la Fundación catalana.
A partir de mañana, Violetas imperiales podrá verse en la Sala de los Dibujos del Teatro-Museo Dalí.
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