Vicente Jarque
Cuando un artista como Gary Hill (California, 1951) se declara seriamente influido por el pensamiento de gentes como Heidegger, Derrida, Blanchot o Bateson, hay razones para esperar que su obra discurra por caminos de una complejidad eventualmente desconcertante.
Museo de Arte Abstracto Español, Cuenca
Del 12 de enero al 9 de abril de 2007
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Su trayectoria, iniciada como escultor, la ha desarrollado en forma de vídeos y videoinstalaciones en donde se hace evidente su interés por las infinitas intersecciones que se pueden dar entre la imagen, el texto, la voz, el discurso y el cuerpo. En el límite, su trabajo se torna a veces un tanto hermético. No es raro, teniendo en cuenta su intención de “suprimir la dualidad sentido-sinsentido, y ver lo que ocurre al interior de la experiencia del lenguaje, cuando el significado arraiga o desarraiga”. La muestra que se presenta en Cuenca, comisariada por Holger Broeker, autor del catálogo razonado de Gary Hill, incluye una selección de vídeos de la colección del Kunstmuseum Wolfsburg, todos ellos bien representativos de las que vienen siendo sus preocupaciones. Éstas se hacen patentes, por ejemplo, en Lingüística electrónica (1978), en Mediaciones (1979/86), donde se ve y se oye un altavoz cubriéndose de arena, o en ¿Por qué se embrollan las cosas? (1984), protagonizado por un trasunto de la Alicia de Carroll. A este propósito, por cierto, cabe sospechar que Heidegger, Derrida y Blanchot tienen algo que ver con ello.
Gary Hill
Baño, 1977