Cuando Victoria Iranzo recibió el Premio BMW de Pintura, en 2020, lo hizo con una obra, Rue Africaine, en la que daba cuenta de su concepción de la pintura como campo de batalla: representaba una figura erguida, frontal y quizá valiente ante la incertidumbre del tiempo y se valía de la metáfora del vestido como protección y como nuevo elemento sujeto al cambio y a la necesidad de adaptación al medio.
La artista, nacida en 1989 en Cuenca y formada en Bellas Artes en la Politécnica de Valencia y en pintura en la Real Academia de Bellas Artes de Amberes, es autora de pinturas y esculturas basadas en la organicidad y en un empleo vivo del color; las primeras las concibe como fruto de un proceso meditativo y las segundas como resultado de otro lúdico. En todo caso, sus trabajos tienen que ver con la expresión de emociones o la sugerencia de memorias y las tonalidades cuentan en ocasiones con valor metafórico: el rosa puede aludir a la fragilidad y desprotección del cuerpo, al sexo o a la tierra y las raíces; el azul, al agua o al cielo, a lo que tenemos en común.
Sus últimas composiciones las reúne hasta febrero la Galería Isabel Hurley de Málaga en la muestra “Ladybug”, donde son evocadas las muñecas que, entre textiles, óleos, lienzos, pinturas y bocetos, podemos encontrar en su estudio: aunque carecen de rostro y de expresión, la artista les confiere cierta personalidad a través de sus vestidos, que ella misma ha diseñado y fabricado con mimo. Pese a que tienen mucho de recuerdos de infancia, por sus texturas y colores esta suerte de maniquíes podrían parecernos esculturas salidas de pinturas, sin embargo, la operación es justo la contraria: Iranzo materializa en ellas lo que sabe que quiere pintar.
Para Tom Poelmans, autor del texto que acompaña esta exhibición malagueña, estos títeres acompañan a Iranzo como testigos silenciosos de un proceso muy controlado para quienes la artista crea una ambientación o mundo propio en sus óleos y gouaches. Sobre papel lleva a cabo fondos escenográficos entre funcionales, de cara a esas muñecas, y autónomos como obras de arte; unos y otros le ayudan a llevar las pinturas a su estado último: fotografía combinaciones entre ambos hasta dar con las que finalmente llevará a sus telas.
El viaje de todos ellos (maniquíes y fondos, pinturas y pintora) ha tenido en esta exposición su punto de llegada; encontraremos en ella imágenes con un aire surreal en las que despliega esta autora conquense su buen manejo de los tonos, seleccionados cuidadosamente para transmitir emociones, y diversos, desde los terrosos a los pastel pasando por los verdes. Esas emociones suelen tener que ver con lo ambiguo e introspectivo, aspecto subrayado por las muñecas sin gesto ni movimiento a las que el espectador puede aportar sus lecturas.
Victoria Iranzo. “Ladybug”
Paseo de Reding 39, entreplanta 2
Málaga
Del 22 de diciembre de 2023 al 2 de febrero de 2024
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