Este año se conmemoran cinco siglos de la muerte de Leonardo da Vinci y Florencia ha querido homenajear al gran artista que dio sus primeros pasos en esta ciudad recordando precisamente al maestro del que tomó su gusto por la languidez y la intensidad expresiva en sus obras tempranas: Verrocchio. Figura señera del Renacimiento, no se le había dedicado, sin embargo, hasta ahora una gran retrospectiva, de ahí la oportunidad fundamental que el Palazzo Strozzi nos ofrece desde el pasado 9 de marzo: podemos contemplar allí algunas de sus obras fundamentales, en diálogo con las de otros autores coetáneos (precursores unos, discípulos otros), en una exhibición que cuenta con un apartado especial en el Museo Bargello. Uno de esos contemporáneos representados es, precisamente, Leonardo, del que pueden verse siete piezas fechadas en sus inicios, algunas expuestas por primera vez en Italia.
La retrospectiva, que como decimos va más allá de la reivindicación del genio de Verrocchio para mostrar una luminosa panorámica de la pintura desarrollada en Florencia entre las décadas de 1460 y 1490, en la era de Lorenzo el Magnífico, la comisarían dos de los mayores expertos en el arte del país en el siglo XV: Francesco Caglioti y Andrea De Marchi. Han seleccionado 120 obras, entre pinturas, esculturas y dibujos, llegados de setenta museos y colecciones privadas internacionales, entre ellas las del Metropolitan de Nueva York, la National Gallery of Art de Washington, el Louvre, el Rijksmuseum de Ámsterdam, el Victoria & Albert Museum y las cercanas Uffizi.
Verrocchio encarnó uno de los primeros emblemas del genio artístico universal, aunque fuera superado por su alumno: experimentó, conforme al espíritu renacentista de su época, con diversas disciplinas y materiales, desde el dibujo y la pintura hasta la escultura en mármol y la fundición en bronce y en su taller se formaron, además de Da Vinci, toda una generación de grandes artistas con los que, al parecer, compartió muy generosamente sus conocimientos.
Es opinión común entre muchos historiadores que solo Giotto, Donatello y Rafael dieron origen a una escuela comparable a la suya, cuyos seguidores difundieron su gusto y estilo mucho más allá de Florencia. Entre sus obras fundamentales presentes en esta muestra destacan el David prestado por el Museo Bargello, símbolo absoluto del arte renacentista y de la ciudad de Florencia; el Niño con delfín, procedente del Palazzo Vecchio y obra cumbre de la naturalidad en el gesto que se abría paso en aquellos años (ha sido recientemente restaurado) y también su Virgen con el niño de la Gemäldegalerie berlinesa o la que acompañó de ángeles y forma parte de los fondos de la National Gallery de Londres. Esta última se exhibe por primera vez junto a la escena en la que mostró al Arcángel Rafael y Tobías, que también guarda ese museo británico.
La muestra ha procurado que podamos establecer nexos y comparaciones entre la producción del maestro y la de sus alumnos: la Dama del ramillete de Verrocchio puede verse junto a un genial estudio de las manos femeninas de Leonardo (prestado por la Reina Isabel II). El de Da Vinci trabajó en el taller de Verrocchio en la década de 1470 y allí contribuiría a la gestación del paisaje a la manera moderna. Y otro de los grandes puntos de interés de esta presentación es su hincapié en el debate de las atribuciones en torno a los jóvenes artistas que fueron sus discípulos: podremos ver una escultura de la Virgen y el Niño en terracota que se adjudica a Leonardo y que desde 1858 pertenece al Victoria & Albert y nunca hasta ahora había salido de allí. Suele exponerse como obra de Antonio Rossellino (si fuera del autor de La Gioconda, sería quizá la única escultura que le podríamos atribuir) y aquí se muestra en diálogo con un conjunto de extraordinarios drapeados pintados sobre lienzo por el mismo Leonardo, aunque también podríamos compararla con la Anunciación de los Uffizi, la Virgen de las rocas y la Santa Ana del Louvre.
Según el comisario Caglioti, esta terracota no puede relacionarse de forma clara con ninguna otra escultura renacentista, pero sí con muchos dibujos y pinturas de Da Vinci, sobre todo los fechados en su etapa de juventud. Es probable que en el tiempo que permaneció junto a Verrocchio, aprendiera a modelar muy bien la arcilla.
De las once secciones que articulan la antología, dos se visitan en el Museo Bargello (que cuenta con una extraordinaria colección de escultura del Renacimiento) y están dedicadas al tratamiento de la imagen de Cristo. Allí puede contemplarse su temprano bronce dedicado a la incredulidad de santo Tomás, presentado junto a Cristo.
Desde el próximo septiembre y hasta febrero de 2020, la muestra podrá verse en la National Gallery de Washington, que además de prestar piezas ha colaborado en su organización.
LOS MAESTROS DEL MAESTRO
El nombre original de Verrocchio era Andrea di Michele Cioni y nació en la misma Florencia en 1435, para morir en 1488 en Venecia. En su tiempo y también hoy gozó de mayor reconocimiento por su escultura que por su pintura y en ella siguió la tradición naturalista, el gusto por las poses gráciles y ligeras, que había iniciado Donatello.
Tomó su nombre y sus primeros conocimientos en pintura y orfebrería de Giuliano Verrocchi y también de Baldovinetti; los puramente escultóricos, del citado Donatello y de Rossellino. No se conservan sus obras de aquellos primeros años, pero del prestigio del que debió gozar nos habla su pronta aceptación por los Médicis: su primer encargo importante fue el mausoleo de Juan y Pedro de Médicis en la iglesia de san Lorenzo (1472).
Quizá sus dos obras escultóricas fundamentales sean su soñador David (1476) y la estatua ecuestre de Bartolomeo Colleoni (1496), ambas inspiradas en Donatello, vitales y dinámicas en la estela de aquel.
Su pintura posee menor interés, y en este sentido su obra más célebre es el Bautismo de Cristo, cuyos dos ángeles se atribuyen a Leonardo. Fueron también discípulos suyos Lorenzo di Credi, Botticelli, Bartolomeo della Gatta, Ghirlandaio y Perugino y de ellos pueden verse asimismo piezas en esta exposición.
“Verrocchio, il maestro di Leonardo”
Piazza Strozzi
Florencia
Del 9 de marzo al 14 de julio de 2019
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