Dice Vera Lutter que siempre hay un momento, cuando se encuentra en Nueva York rodeada de cientos de personas, por ejemplo en Times Square o en la Grand Central Station, o en el metro en hora punta, en que la ciudad le parece un caos infernal. Pero al día siguiente, esa misma situación puede resultarle absolutamente hermosa, fluida, semejante a un ballet armónico de fuerzas compenetradas que se mueven a su alrededor. Y esa es la energía que le gusta capturar.
En sus fotografías más recientes, que hasta el 7 de marzo se presentan en la sede en Madison Avenue de la Gagosian Gallery, se ha inspirado en la luz de Nueva York, su arquitectura y su constante dinamismo, para capturar un reflejo inmediato y directo de lo que la rodeaba. Transformó de nuevo su apartamento en una gran cámara estenopeica y, a través de un simple agujero de alfiler, y no de una lente tallada, la ciudad inundó el interior de su piso proyectando imágenes invertidas en hojas murales de papel fotosensible.
Como ella explica, oscurece una habitación y dispone el papel fotográfico creando un escenario en el que la luz actúe. Lo que ocurra tras sus ventanas quedará plasmado dentro; se sienta y espera que, lo que tenga que pasar, suceda.
Desde su peculiar técnica, Lutter, que regresó a la fotografía a principios de los noventa precisamente con el objetivo de documentar el paisaje urbano, nos muestra el Empire State o el Chrysler Bulding, como antes hizo con las pirámides de Egipto, una mina de carbón próxima a la ciudad alemana de Hambach o los canales de Venecia.
Su proceso de trabajo es lento: puede tardar días, semanas o meses en producir una imagen y los negativos originales de gran formato, impresos en gelatina de plata, son la única huella final, de aire espectral, de ese esfuerzo, con el fin de lograr la menor alteración posible de la imagen, escapando a su reproducción o multiplicación. Tras estar expuestos muchas horas, aparecen los edificios sumidos en una atmósfera etérea que dota a cada escena de una melancolía inquietante.
Prestando especial atención a la captación de la luz, el tiempo y el movimiento, la artista ensalza en este caso la velocidad y la expansión de la metrópolis contemporánea, aunque también se ha fijado en fábricas abandonadas, polígonos industriales, aeropuertos, etc.
De origen alemán, Vera Lutter vive y trabaja en Nueva York y su producción forma parte de colecciones públicas y privadas como las del Metropolitan, el MoMA, el Whitney Museum, la Neue Gallery, el MFA de Houston o el San Francisco Museum of Modern Art.
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