Tras avanzar en varios capítulos, desde el pasado verano, parte de la nueva presentación de sus fondos permanentes, el Museo Reina Sofía nos permite ya visitar la última revisión de su colección al completo, una relectura integral de su acervo que cuenta con un 70% de piezas nuevas para el público (adquisiciones recientes o no expuestas anteriormente a la espera de ser contextualizadas) y que es fruto de una década de trabajo e investigación por parte de profesionales de todos los Departamentos del MNCARS.
Los dos millares de trabajos que vemos ahora en las salas de la exhibición permanente se disponen en cuatro plantas del edificio Sabatini (incluida la más baja del ala sur, recuperada como espacio expositivo tres décadas después) y en dos plantas de la ampliación de Nouvel; hablamos de 15.000 metros cuadrados en total. El nuevo planteamiento de estos fondos, salvo excepciones, no se articula en salas dedicadas a genios individuales, sino que da protagonismo a escenarios, tiempos y relaciones y ganan peso, atendiendo a esa concepción de Museo como espacio situado en su tiempo y su espacio en la que tanto viene trabajando este centro, asuntos como la emigración, el colonialismo, la ecología, el movimiento 15-M o el feminismo. Se ha incrementado sustancialmente, además, la presencia de mujeres artistas, sobre todo en las salas dedicadas a época reciente; de la fotografía, el cine y, desde luego, la arquitectura, disciplina que se integra en el nuevo discurso del MNCARS de manera transversal.
Asimismo, se ha optado por vertebrar las obras expuestas en bloques temáticos, acompañándolas de documentación que permita profundizar en ellas, concediendo primacía a esa perspectiva respecto a la cronológica. En palabras de Rosario Peiró, responsable del Área de Colecciones, a partir de las obras creamos las historias. Hemos construido esta nueva colección intentando destacar algunas obras nuevas y haciendo lecturas diferentes de otras que ya estaban en las salas, o reflejar un panorama que se corresponde con las líneas de fuerza del Museo.
El nuevo recorrido comienza adentrándonos en el nacimiento de las vanguardias artísticas, entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX, vinculando esta modernidad creativa con la evolución y la consolidación de las grandes ciudades, centro entonces de importantes cambios sociales y culturales que explican nuestro presente (se presta atención a Madrid, París, Barcelona y Nueva York como casos de estudio). El arte comenzó entonces a escapar de los espacios oficiales antes dominantes, encontrando renovadas formas de divulgación y acercamiento al público, como las galerías, las exposiciones independientes y las revistas.
En los treinta, a raíz de los acontecimientos sociales y políticos que precedieron la II Guerra Mundial, no fueron pocos los artistas que tomaron partido y que convirtieron tanto su producción como los modos de mostrarla en terrenos para la opinión y la transformación. Es en la cuarta planta del edificio Sabatini donde se estudia el tiempo complejo en el que vivieron los artistas españoles que permanecieron en nuestro país durante y tras la Guerra Civil y también los que se exiliaron y, allí mismo, el apartado Doble exposición: el arte y la guerra fría nos ofrece una interpretación inédita en el Museo sobre el contexto del arte y la cultura en aquella época incierta en la que Estados Unidos se consolidó como primera potencia mundial, llevando su hegemonía cultural fuera de sus fronteras. En la sala de Protocolo de Sabatini se ha recreado parcialmente, por su parte, el Laboratorio PLAT de Val del Omar, creado por el cineasta.
En el bloque Los enemigos de la poesía: Resistencias en América Latina, situado en la primera planta del edificio Nouvel, nos espera una selección de arte nacido en la región entre 1964 y 1987, estudiándose su relación con España. Las convulsiones políticas del momento y la aparición de prácticas artísticas nuevas pueden claramente relacionarse con nuestro presente: hablamos del llamado mail art, de los nuevos medios y las tecnologías de comunicación de masas, el empleo del cuerpo como herramienta de expresión y también de crítica social, de proyectos que intervienen en la esfera pública, del cuestionamiento del sistema del arte, especialmente en su vertiente institucional y de la redefinición del rol del espectador.
Un barco ebrio: eclecticismo, institucionalidad y desobediencia en los ochenta, sección que se ha ubicado en la planta 0 de Nouvel, ahonda en uno de los episodios creativos más relevantes de ochenta: la Documenta de Kassel de 1982, que dirigió Rudi Fuchs y en la que participaron autores como Hans Haacke y Marcel Broodthaers; en aquellos años irrumpía, igualmente, el sida en nuestra sociedad y comenzó a gestarse la caída, el último año de la década, del Muro de Berlín, con las consecuencias políticas y económicas que implicó; el reflejo creativo de la enfermedad y de la reunificación alemana se examinan también en la renovada colección del Reina.
En aquellos años, en nuestro país se promovía institucionalmente el talento artístico local dentro y fuera de nuestras fronteras con la programación de grandes exposiciones de autores hoy internacionales, algunos representados en los fondos del MNCARS. Ganaban presencia nuevas corrientes feministas y también la fotografía, desplegada en un buen número de nuevas publicaciones. En la planta 0 del edificio Sabatini nos espera el apartado Dispositivo 92 ¿Puede la historia ser rebobinada?, que recoge arte surgido en noventa en torno a la Expo de Sevilla y las operaciones urbanísticas desarrolladas cerca de ese año 1992, criticadas por ecologistas y por artistas que ya contemplaban con escepticismo las renovaciones urbanas poco sostenibles o que reivindicaban la esencia colectiva del espacio público.
El proyecto Principio Potosí, las repercusiones de la Conferencia de Berlín de 1884 o el proceso de descolonización de varios países de América Latina, así como el tratamiento de identidades y migraciones por los artistas salvadoreños, están representados en esa parte de la colección relativa al quinto centenario del Descubrimiento de América, junto a propuestas relacionadas con el zapatismo o con visiones contemporáneas de la cultura maya. Enlazándose con ese discurso, se exhibe en la sala de Protocolo del edificio Sabatini una instalación que recrea una parte del Museo de Reproducciones Pictóricas de Lima.
Y acercándonos aún más a nuestro tiempo, entran en los fondos del Reina Sofía, como ya se abordaban ampliamente en sus actividades, las luchas sociales, la ecología, los conflictos internacionales, el feminismo, las huellas de la globalización y la reflexión sobre el análisis de la sobreexposición visual de nuestro tiempo; sus ecos artísticos se revisan en la planta 1 del edificio Sabatini, en la sección Éxodo y vida en común. Se inicia con las imágenes de los voluntarios que pelearon con el vertido del Prestige frente a las costas gallegas en 2002 y con cartelería empleada en las movilizaciones del 15M, entendiendo que las plazas ocupadas de las ciudades se convirtieron entonces en espacio de producción estética.
Veremos igualmente obras de creadores españoles relacionadas con el feminismo como fenómeno global, objeto de recientes movilizaciones ciudadanas, así como piezas que revisan críticamente la expansión de la construcción en nuestro país, sobre todo en el arco mediterráneo, y la resistencia vecinal frente al urbanismo poco respetuoso con el pasado y el entorno: se hace eco el MNCARS de las propuestas de artistas de última generación en pos de otra realidad social. Podemos contemplar igualmente, en una sala de la planta tercera planta del edificio Sabatini, Küba, del turco Kutluğ Ataman, un proyecto sobre la vida de los habitantes de las afueras de Estambul.
Cierran el recorrido, mirando a pasado y futuro, los sutiles paisajes de Carmen Laffón en ocho bajorrelieves de escayola de la serie La sal y las propuestas ecologistas de Joan Jonas, en relación con su proyecto reciente para TBA21 Moving off the land.
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