Underground: Rusia en blanco y negro

Boris Smelov. Appolo with Spider, 1970s

La Nailya Alexander Gallery de Nueva York examina el desarrollo de la fotografía rusa en los setenta y los ochenta

Nueva York, 12/03/2012

Cuarenta fotografías vintage sobre placas de gelatina de plata realizadas por Boris Smelov, Boris Mikhailov, Yuri Rytchinsky, Alexander Lapin, Nikolai Bakharev, Gennady Bodrov, Vladimir Kuprianov, Igor Moukhin, Andrey Chezhin y Alexey Titarenko componen “Underground”, muestra que hasta el próximo 24 de marzo puede verse en la Nailya Alexander Gallery de Nueva York y que estudia la evolución del arte fotográfico en Rusia en las décadas de los setenta y los ochenta.

Durante la presidencia de Khruschev y el llamado “deshielo” cultural que promovió, la obra literaria y artística de creadores no conformistas como Alexander Solzhenitsyn o Josef Brodsky tuvo un gran impacto entre los fotógrafos rusos que desempeñaron su labor en los setenta y contribuyó al desarrollo de una influyente generación de artistas del medio en la etapa de los perestroika.

Boris Smelov. Piano, 1975

Los fotógrafos representados en la muestra cuestionaron la optimista visión del realismo socialista promovido por el gobierno soviético para abordar temáticas prohibidas y, alejándose de la oficialidad y defendiendo la libertad de expresión, pusieron en riesgo, en ocasiones, su propia seguridad.

Ya en los setenta, Mikhailov, considerado pionero de la fotografía conceptual rusa, mostró su escepticismo ante la falsa realidad refleja en las imágenes aprobadas y difundidas por el régimen de la URSS. En sus series Sots Art coloreó a mano imágenes en blanco y negro, poniendo en evidencia los clichés propios de la imaginería socialista. Precisamente en 1971, la censura canceló una muestra protagonizada por Boris Smelov.

Yuri Rybchinsky. Untitled, 1980     Andrey Chezhin. Black Square #1, 1988

En la era Brehznev, Yuri Rybchinsky sacaría a la luz el lado más oscuro de la sociedad soviética de entonces fotografiando los trabajos forzados que desempeñaba una colonia de jóvenes (1978), Bakharev retrataría a familias, amigos o amantes de provincias que, en ocasiones, contradecían con su situación y comportamientos la “moral” oficial; labor parecida a la que desempeñó Kuprianov en los retratos anónimos que componen su serie Mid-Russian Landscape (1988).

Lapin y Bodrov documentaron en sus imágenes el deterioro del sistema soviético, la pobreza y la alienación humana causada; Titarenko criticó en sus fotomontajes de Nomenklatura of Signs (1986-1989) la opresión comunista que convertía a los individuos en números y Chezhin empleó su cuerpo como modelo en sus Black Series (1988) que homenajeaban a Malevich. Desde un punto de vista más esperanzador, Igor Moukhin retrató a la generación de moscovitas emergentes que protagonizarían la Rusia posterior a la caída del muro en Young People (1985-1989).

En definitiva, esta exhibición pretende narrar, a modo de crónica, los cambios experimentados por el Imperio Soviético en sus últimos años de existencia a través de sus fotógrafos más destacados.

Boris Mikhailov. Salt Lake, 1985


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