El Ministerio de Cultura ha anunciado hoy su adquisición, por oferta de venta directa y para la colección del Museo Nacional del Prado, de la obra La procesión de gigantes en Bruselas el 31 de mayo de 1615, del pintor de Bruselas David Noveliers, por algo más de medio millón de euros. Se trata de un óleo sobre lienzo a cuyo interés artístico se suma el antropológico y el histórico, dado que fue un encargo de los archiduques Alberto de Austria e Isabel Clara Eugenia, importantes mecenas en Centroeuropa a principios del siglo XVII.
La pintura, fechada en 1616 y de gran formato (118 x 237 centímetros), forma parte de un conjunto de ocho cuadros que representan las celebraciones organizadas en 1615 en la actual capital belga con motivo de la procesión de Nuestra Señora del Sablón, fundada por el Grand Serment, el gremio de los ballesteros, una de las corporaciones más prestigiosas de la ciudad.
La serie al completo fue enviada a España por los archiduques al rey Felipe III, hermano de la infanta, y sus escenas aparecen descritas en el inventario del Alcázar de Madrid de 1636. Sobre esta de Noveliers, se dice: El cuarto, de doce pies de largo y el mismo alto (que el cuadro anterior), en que están los cuatro gigantones y cuatro gigantillos que sacaron en esta fiesta, y hay una figura de un caballo muy grande encubertado de negro y encima cuatro hombres armados con sus espadas desnudas y en la ducha cubierta tres escudos de armas.
De las ocho obras que conformaban este proyecto, se conservan seis: dos en el Victoria and Albert Museum de Londres y, con esta nueva incorporación, cuatro en el Prado. Las otras tres son Fiestas del Ommegang en Bruselas: procesión de gremios; Fiestas del Ommegang en Bruselas: procesión de Nuestra Señora de Sablón; y Fiesta de Nuestra Señora del Bosque, todas ellas a cargo de Denis van Alsloot. De esta última, la Galería de Colecciones Reales conserva una importante copia.
Estas festividades, populares y religiosas, que se organizaban en torno a la procesión de Nuestra Señora del Sablón en Bruselas habían ido perdiendo relevancia desde su auge en el siglo XVI, pero el 15 de mayo de 1615, quien fuera hija de Felipe II y gobernadora de los Países Bajos meridionales, como princesa soberana junto a su esposo, participó en el campeonato anual de tiro enmarcado en ellas. Se sabe que la infanta pudo abatir el pájaro (“el papagayo”) dispuesto sobre la aguja de la torre de Nuestra Señora de Sablón, razón por la que fue proclamada reina de la cofradía y las fiestas se sucedieron varios días, regresando para ellas el esplendor que se daba por perdido.
Estas festividades supusieron una oportunidad para que los archiduques reafirmaran su soberanía en los Países Bajos y los lazos que les unían al pueblo; asimismo, reforzarían la presencia de la monarquía española en este territorio. Para que quedara constancia de lo acaecido encargaron los ocho cuadros a varios de sus pintores de corte, entre ellos, Denijs van Alsloot -este es su trabajo fundamental- y Noveliers. Como dijimos, una vez acabadas, los archiduques enviaron las pinturas a Felipe III y pasaron a formar parte de la colección real, colgándose en el Alcázar de Madrid hasta su dispersión a finales del siglo XVII.
Los lienzos juntos suman de 20 a 25 metros de largo, presentan más de 10.000 figuras e ilustran el paso de las corporaciones de los distintos oficios, las guildas, los estamentos militares, los patricios, las órdenes religiosas, el clero y la corte.
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