El pasado 28 de junio arrancó en el Hermitage de San Petersburgo la décima edición de MANIFESTA , bienal europea centrada en el arte contemporáneo que cada dos años se celebra en una ciudad distinta y que en esta ocasión ha sido comisariada por Kasper König.
La elección de este museo ruso como sede obedece al deseo de potenciar el diálogo entre tradición y modernidad artística, también entre creación occidental y oriental, y coincide con la celebración del 250º aniversario de este centro. La opción rusa ha ocasionado mucha polémica a raíz de los límites de la libertad de expresión en aquel país, las leyes contra la homosexualidad promulgadas y la conflictiva situación en Ucrania (campaña mediante de Noel Kelly) y buena parte de los artistas participantes dudaban si basar su propuesta a presentar en la protesta o en la denuncia. Algunos han renunciado a la invitación y la censura ha hecho su trabajo, así que por estas causas, y otras económicas, muchos proyectos han quedado fuera.
En definitiva, el alemán ha llevado a cabo una selección bastante reducida de artistas (unos cincuenta), en comparación con anteriores ediciones. Entre ellos sólo encontramos dos españoles: el escultor ya fallecido Juan Muñoz y Jordi Colomer, artista catalán que trabaja entre Barcelona y París y que inició su trayectoria elaborando esculturas objetuales a las que progresivamente incorporó construcciones con fuertes referencias teatrales (Colomer es también escenógrafo). En 1996 comenzó a trabajar en video y a investigar los desarrollos de la ciudad contemporánea.
El propósito de König, director hasta 2012 del Museo Ludwig de Colonia, ha sido, en sus palabras, reunir artistas, vivos o ya fallecidos, que hayan representado un papel importante en el arte internacional de las últimas décadas, y su criterio se ha basado en la intuición. Se ha eludido cualquier compromiso crítico. La queja habitual entre los expertos está siendo la falta de un hilo conductor entre las obras expuestas: algunas se relacionan con la historia y estética de los palacios que conforman el Hermitage, otras no, y el arte contemporáneo del país anfitrión está presente, pero ofrece una postura aséptica respecto a su situación social y política.
MANIFESTA 10 si hará, sin embargo, hincapié, en la importancia del desarrollo de programas públicos y educativos y del valor de un museo como espacio para la crítica y el intercambio de opiniones. Se han programado actividades destinadas a espectadores locales y debates.
La Bienal fue fundada en 1993 a raíz de las transformaciones culturales que se produjeron tras la caída del Muro de Berlín.
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