En paralelo a la muestra “La Ciudad del Futuro: de la Huerta a la Mesa“, que enlaza agricultura y sostenibilidad, cultura y medio urbano, CentroCentro presenta, en colaboración con el Real Jardín Botánico, el CSIC y la Real Fábrica de Cristales de La Granja, “Un lago de jade verde”, exhibición que nace por iniciativa del Instituto de Estudios Postnaturales, un centro de experimentación artística destinado a analizar la llamada postnaturaleza como marco para la creación contemporánea. Surgido el año pasado, este colectivo se ha constituido como una plataforma de pensamiento crítico que pueda poner en comunicación a artistas e investigadores que tengan en común su preocupación por la ecología, la producción de conocimiento abierto y el trabajo experimental.
Los participantes en esta propuesta en Cibeles, abierta hasta marzo, son Coral Morphologic, Daniel Steegmann Mangrané, Fabian Knecht, Geocinema, Gerard Ortín Castellví, Jana Winderer, Jessica Sarah Rinland, Jonathas de Andrade, Lola Zoido, Maria Nolla, Mauricio Freyre, Michael Wang, Mónica Mays, Tomás Díaz Cedeño y Ursula Biemann y sus proyectos se exhiben en la planta quinta integrados en un recorrido experiencial destinado a invitarnos a reflexionar sobre la consideración contemporánea del medio ambiente, nuestra relación con la naturaleza y los complejos vínculos entre lo artificial y lo que no lo es.
La travesía del espectador comienza en un bosque y conjuga, a partir de él, arte y experiencia, ficción e investigación, a la hora de indagar en nuestros vínculos con el planeta, vitales, políticos y también estéticos. Una primera sala, dedicada a representación y naturaleza, nos sumerge en un gran tapiz vegetal a base de formas verticales que dibujan los árboles y líneas quebradas sugeridas por las raíces, junto a un arroyo que se abre como una boca abierta iluminada por un cielo amarillo. Un tronco caído, cubierto por un manto verde, es cruzado por una ardilla cuyo color se confunde con el de la tierra húmeda y la presencia humana brilla por su ausencia.
Este paisaje… fue inmortalizado en un lienzo, deviniendo construcción cultural, idealizado y parcialmente simbólico. Lo natural se convierte aquí en telón de fondo, escena ahora humanizada y neutra. Como todo relato, cualquier pintura, y esta también, es cultura, ficción representada.
Además, un cubo blanco se posa entre otros árboles en Isolation, de Fabian Knecht, y en su interior una luz fría dibuja los contornos de las hojas logrando que sugieran, inesperadamente, artificio. Descontextualizado de su entorno primero, el paisaje de tierra y la vegetación nos llevan a pensar en las paradojas del concepto de lo pintoresco, ese que diluye lo natural en lo alterado por la mano del hombre. En este nuevo bosque se confunden el adentro y el afuera, lo propio y lo ajeno, por eso contiene también nuestros deseos y ansiedades humanos.
Díaz Cedeño, por su parte, en Hasta la última gota, nos lleva a pensar en todos los bosques olvidados, mientras, en la obra de Daniel Steegman Holograma 1, un insecto palo se camufla entre hierros de metal, enlazándose su geometría corporal con la de esa estructura, y por tanto lo anatómico y lo abstracto.
Más adelante, un cielo sin estrellas, un volcán activo y luces rojas nos sumergen en un año sin verano, metáfora de nuestros miedos. La inmersión humana en la naturaleza fusiona palabra y atmósfera, paisaje y cartografía y hace creer en la ilusión del control sobre el clima: la naturaleza se vuelve simulación. En Extinct in the wild, Lysimachia minoricensis, de Michael Wang, las flores habitan un invernadero, domesticadas al someterse a la jardinería y los cuidados.
Lo geológico también puede comulgar con la tecnología. El origen de An aesthetic lithium alternative vray unreal engine hyperrealistic, de Lola Zoido, se encuentra en la arena de un desierto a miles de kilómetros, donde el halo de un paisaje suspendido dibuja contornos deslavados como si fueran globos oculares en la superficie planetaria. En su centro, se aprecia un pequeño punto de un negro intenso y, en torno a él, todo se desploma sobre un océano vidrioso y el disco se hace abstracto. De esa visión nace una imagen digital a modo de roca desmaterializada, de mineral fantasma al margen del tiempo. Si lo pensamos, nuestros móviles y otros dispositivos son responsables de la extracción de varias materias primas de las entrañas de la tierra, con la que entablan un vínculo de circularidad.
Esa relación circular puede extrapolarse: en O Peixe, de Jonathas de Andrade, un pescador besa el cuerpo aún mojado de un pez que, fuera de su medio, trata de respirar. Y del cuerpo de una crisálida brota un ser híbrido entre niña y mariposa (en Homies VI de Mónica Mays), como de la cera y el jabón brotan entes de látex (en Sin Título de María Nolla): animales y plantas se han clasificado a menudo con términos antropocéntricos, por más que los hayamos estudiado en relación distante con los humanos.
“Un lago de jade verde” culmina con sonidos. Los conmovedores y oceánicos que se escuchan en el Amazonas los lleva a CentroCentro Ursula Biemann en Acoustic Ocean, proyecto que nos recuerda que los ecosistemas también viven en su reverberación, como suenan en sus desastres, a los que se hace referencia en Interspecies Architecture, de Mauricio Freyre. Además de ese particular lenguaje, generan datos e infinito caudal de información, como atestiguan aquí Geocinema (Making Earths) y Gerard Ortín (Future Foods).
Plantea la exposición, en definitiva, la evidencia de que la naturaleza es territorio común entre humanos e infinidad de especies no humanas y puede ser espacio para un pensamiento alternativo.
“Un lago de jade verde”
CENTROCENTRO. PALACIO DE CIBELES
Plaza de Cibeles, 1
Madrid
Del 14 de octubre de 2021 al 13 de marzo de 2022
