Nuestro lado verde

Patricia Domínguez, Ingela Ihrman y Eduardo Navarro examinan en La Casa Encendida nuestros lazos con las plantas

Madrid,

Si, en la muestra que este verano nos presenta Alcalá 31, Bene Bergado aborda las consecuencias de un consumo alimentario que da la espalda al medio ambiente y se refería a nuestra escasa consideración hacia el mundo vegetal, la colectiva que abre hoy La Casa Encendida, en colaboración con la londinense Wellcome Collection, nos propone ahondar en nuestros profundos, e incluso simbióticos, vínculos con las plantas a partir de la obra de tres jóvenes artistas internacionales: la chilena Patricia Domínguez, la sueca Ingela Ihrman y el argentino Eduardo Navarro.

Comisariada por Bárbara Rodríguez Muñoz, la exhibición se ha planteado como un diálogo entre la producción de estos autores, que tienen en común su atención a las barreras que hemos establecido entre individuo y naturaleza y al carácter artificial de las mismas. Se parte de la premisa de que la mayor parte del mundo vivo que conocemos es vegetal (en torno al 85%), de que todos los seres vivos dependemos, desde una perspectiva vital, de la fotosíntesis y de que las plantas son seres que crecen atendiendo a las formas vivas que las rodean, enraizadas pero en continua evolución, alimentándose y reproduciéndose a través de todo su organismo. Crean entre sí comunidades, influyen en el devenir del clima y, por tanto, también en nuestro propio progreso y nuestra supervivencia como especie.

En palabras de la comisaria, nuestras compañeras las plantas abandonaron el agua y colonizaron tierra firme hace 450 millones de años. El Homo sapiens surgió hace 300 mil años y hoy los humanos tan solo representan el 0,01% de la biomasa de la Tierra. Aunque los humanos también somos criaturas de la tierra (“humano”, del latín humus: tierra), hemos cortado nuestros vínculos con la tierra y la naturaleza; hemos regulado su utilización como recursos a la vez que negamos esos vínculos tan vitales como frágiles que conectan todas las formas de vida, humana y no humana. Para la muestra “Un encuentro vegetal”, los tres artistas han tenido el novedoso encargo de repensar nuestra relación con las plantas y poner en relieve la importancia de su acción en la naturaleza.

La exhibición, que, en paralelo a esas redes vegetales, se organiza como parte de un bosque de actividades del que también forman parte conciertos, proyecciones fílmicas y cursos, se inicia presentándonos cinco tótems futuristas de Domínguez. Contienen reproducciones de las colecciones etnobotánicas de la Wellcome Collection, y también del Museo de América, de nuestro Jardín Botánico y de la Real Academia de Historia: a partir de ellas incide esta artista en los relatos de violencia y curación que ayer y hoy han acompañado a las plantas.

Esta autora chilena, cabe recordar, se estrenó hace tres años en la Twin Gallery de la mano de “Llanto cósmico”, un proyecto en el que identificaba males propios de la sociedad contemporánea que el cuerpo podría somatizar hasta convertir en dolencias y, también, sus posibles remedios, en ocasiones con raigambre ancestral. Exhibía artilugios sanadores que evocaban referentes casi olvidados y asociados, a menudo, al pasado colonial o a culturas concretas.

Patricia Domínguez. Matrix Vegetal, Cinchona, 2021. VEGAP, Madrid, 2021
Patricia Domínguez. Matrix Vegetal, Cinchona, 2021. VEGAP, Madrid, 2021
Patricia Domínguez. Matrix Vegetal, Mandrágora, 2021. VEGAP, Madrid
Patricia Domínguez. Matrix Vegetal, Mandrágora, 2021. VEGAP, Madrid

La instalación que ha traído a La Casa Ingela Ihrman, A great seaweed day, nos sumerge en el silencio: a través de algas corporales, recuerda un periodo de convalecencia que padeció junto al mar y, sobre todo, estrecha lazos entre su fisionomía y la organicidad vegetal; la flora de su intestino se vincula a la de los océanos.

Ingela Ihrman. A Great Seaweed Day: Gut Weed (Ulva Intestinalis), 2019
Ingela Ihrman. A Great Seaweed Day: Gut Weed (Ulva Intestinalis), 2019

Por último, Eduardo Navarro expone en Madrid dibujos expansivos elaborados a partir de sobres biodegradables que contienen semillas de árboles. Cuando acabe la muestra, estas serán devueltas a la naturaleza y germinarán en el contacto con la tierra, reconectando este trabajo con el mismo humus. Su proyecto tiene, por tanto, un carácter performativo y las instrucciones para desarrollarlo las escribió junto al filósofo Michael Marder: animan a entender la intervención como una planta en sí misma y a adoptar el camino de la iluminación vegetal.

Esta exhibición, cuyo diseño ha corrido a cargo de Futuro Studio, tendrá una segunda parte el año que viene, con la Wellcome Collection como sede: su título será “Rooted Beings [Seres enraizados]”.

En cuanto a las actividades paralelas de las que hablábamos, destacan los talleres Cómo contar la historia de nuestras plantas, que partirá de las teorías del neurobiólogo Stefano Mancuso; Lobos, delfines y zamioculcas, en el que se creará arte sonoro a partir de lo vegetal y los impartidos por Eulalia Valldosera y Patricia Domínguez: La flor, energía y visión y Matrix Vegetal, botánica decolonial, respectivamente.

La Casa Encendida nos propone también el ciclo de conversaciones y talleres La ecología del alma, dirigido por el filósofo y crítico de arte y cine Ignacio Castro Rey, que recordará a Clarice Lispector, y un programa de conciertos y cine en su terraza.

Eduardo Navarro. Photosynthetics, 2021. © Sofia Jallinsky
Eduardo Navarro. Photosynthetics, 2021. © Sofia Jallinsky
Eduardo Navarro. Photosynthetics, 2021. © Sofia Jallinsky
Eduardo Navarro. Photosynthetics, 2021. © Sofia Jallinsky

 

 

“Un encuentro vegetal”

LA CASA ENCENDIDA

Ronda de Valencia, 2

Madrid

Del 28 de mayo al 19 de septiembre de 2021

 

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