La pinacoteca presenta, por primera vez en España, un retrato masculino recientemente atribuido a Velázquez
“La obra invitada: Retrato de caballero, de Velázquez”
MUSEO NACIONAL DEL PRADO
Paseo del Prado, s/n
28014 Madrid
Del 19 de octubre de 2012 al 27 de enero de 2013
El Retrato de Caballero que aquí veis es obra de Velázquez y nunca hasta ahora había podido verse en nuestro país. El Museo del Prado lo muestra, desde mañana y hasta el 27 de enero, en su sala 9 A, junto a La Rendición de Breda, como parte del programa La obra invitada, patrocinada por la Fundación de Amigos del centro.
Su ubicación temporal en la pinacoteca junto a Las Lanzas no es en absoluto casual: si comparamos este retrato con el soldado anónimo situado en el margen derecho de la gran escena histórica encontraremos estrechas similitudes.
Hasta 2009, esta pintura, que podría fecharse hacia 1635, se exponía en las salas del Metropolitan Museum de Nueva York como obra salida del círculo de Velázquez, pero una restauración iniciada aquel año puso de relieve sus extraordinarias cualidades, que llevaron al especialista Jonathan Brown a atribuirlo de nuevo al genio. Decimos de nuevo porque, con anterioridad a 1963, este retrato también figuraba como velazqueño; fue entonces, cuando, debido a su mejorable estado de conservación, José López-Rey afirmó que no era posible asegurar su autoría.
Este deterioro era lógico debido al recorrido histórico de la obra: en el siglo XVIII perteneció a diversas colecciones privadas alemanas y hacia 1925 pasó a manos del conocido marchante Joseph Duveen. Éste lo hizo restaurar atendiendo a criterios que lo acercaran al gusto del coleccionismo internacional de la época: el fondo quedó homogéneo, las partes del tronco que antes se encontraban abocetadas pasaron a definirse con precisión y el cabello quedó convertido en una masa uniforme. Además el envejecimiento del barniz incrementaba esa sensación.
La intervención iniciada en 2009 ha revelado técnicas pictóricas propiamente velazqueñas, el aspecto de haberse elaborado sin esfuerzo, un fondo no uniforme sino vibrante y ricas gradaciones lumínicas que crean profundidad y que remiten a otro retrato del maestro sevillano: el Retrato de hombre del Wellington Museum.
El hispanista Mayer llegó a apuntar, en su comparación con el Autorretrato de Valencia y con el que Velázquez incluyó en Las Meninas, que el pintor pudo representarse a sí mismo en esta pieza. Los expertos del Prado no lo confirman, aunque resaltan sus semejanzas con ese soldado anónimo de Las Lanzas al que en el siglo XIX, no en la actualidad, también se consideró autorretrato. Según Javier Portús, en un cuadro destinado al Salón de Reinos es muy raro que el pintor se autorretratase. Con los datos que hay es muy difícil afirmar que es un autorretrato de Vélazquez. La comparación entre ambos (el hombre que aparece en el cuadro del MET y los autorretratos de Velázquez admitidos) nos muestra una tipología diferente, se observa una frente más ancha, cejas y labios más marcados y un aspecto más meridional. La postura de Keith Christiansen, Conservador de pintura europea del MET, es más favorable a la hipótesis del autorretrato: ha llegado a pedir un informe a un forense experto en fisonomías, y éste asegura que hay una “alta probabilidad” de que el personaje retratado en el autorretrato de Valencia y en Las Meninas sea la misma persona que la que aparece en la obra del Metropolitan. Si llega a resolverse el enigma, en un sentido o en otro, os informaremos.
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