Nacido en la pequeña Żary (Polonia) en 1990 y residente en Cracovia, Tomasz Kręcicki se formó en la Academia de Bellas Artes de esa ciudad y en la de Núremberg y ha logrado introducir su trabajo en un buen número de colecciones europeas y chinas sin alejarse prácticamente de un tema único: la irracionalidad. En sus pinturas, enlazadas temáticamente por el absurdo, pero también por la presencia de formas simplificadas y a veces repetitivas, podemos encontrar dedos enormes participando en actividades diversas y poco definidas, manos y ojos que remiten a las herramientas de todo artista y objetos cotidianos sumergidos en atmósferas propias de películas de David Lynch o del terror de serie B.
Le interesa explorar la posible incorporación de lo abstracto en la figuración, pero también de las bromas, el ingenio… y la ansiedad: cables largos para repeler pájaros, chinchetas o incluso un botón suelto pueden sugerir aprensión, amenazas físicas latentes; en todo caso, un contenido narrativo implícito destinado al espectador tentado a desencriptarlo. No se trata de motivos aleatorios, por más que puedan parecer kafkianos: albergan inquietudes relacionadas con las derivas de la política contemporánea – que por generación le son muy cercanas- y sus repercusiones en la vida diaria de los individuos.

La sede berlinesa de Esther Schipper dedica su primera individual a Kręcicki (la segunda en esta firma tras la que presentó en Seúl el año pasado): se llama “Move on”, consta de pinturas siempre inéditas y se basa en planteamientos del todo cinematográficos. Cada uno de los trabajos funciona en el recorrido como el marco de un storyboard, proponiendo al público construir para él su propia narrativa en base a sus personales impresiones: detalles ampliados de objetos aparentemente ordinarios constituyen breves atisbos, en primeros planos, de tramas que brotan del pasado y que, sobre todo, continuarán; sus telas parecen querer anticipar acontecimientos que no somos capaces de concretar: las entiende este autor como ejercicios de suspense, incluso como evocaciones de sonidos, aromas o dolores.
Tras revisar la muestra en su conjunto, intuiremos que las acciones representadas en estas composiciones ofrecen una vívida impresión de lo que significa mudarse. Kręcicki, que anticipaba su propia mudanza a otro estudio cuando planeó este proyecto, parece haber ideado los escenarios de esa reubicación y recreado vagamente momentos concretos del proceso. Algunas obras nos presentan objetos —en ocasiones enormes, puede que muy apreciados por su ligero desgaste— y podrían aludir a una selección: ¿Qué se llevará, qué dejará atrás?

Otras remiten, por contraste, a acciones: al transporte de muebles y electrodomésticos pesados, portados por manos grandes a través de formas geométricas simplificadas que inmediatamente reconoceremos como escalones. Un grupo más hace referencia al orden general que acompaña a una mudanza: inventariar, tirar. Cada una de sus imágenes, en suma, revela fragmentos, detalles que reconocemos y que nos conducen a un episodio posterior: ¿dejará caer la mano lo que lleva, se engancharán los dedos en algún obstáculo?
Las pinturas de plantas en macetas constituyen otro grupo de motivos en la exposición, y apuntan asimismo a un pasado y un presente, además de a la presencia humana: alguien las cuidó; pueden ser regalos de amigos o familiares. Captadas en diversos estados de floración o desmejora, hablan de cuidado, abandono, resignación, resistencia. Kręcicki se vale de este tema para demostrar su amplio conocimiento y admiración por los innumerables pintores que han representado plantas en entornos domésticos, tanto en el género histórico de la vanitas como, más específicamente, en las creaciones del siglo XX planteadas como metáforas o símbolos. Sin embargo, en un giro que nos habla de su vocación por incorporar sutiles toques de humor, también hace un uso estratégico de tropos cinematográficos, como el melodramático cielo ardiente que siluetea una planta seca.
¿Dónde queda la reflexión sobre las actuales sacudidas sociales? Para Kręcicki, a quien la guerra ucraniana no le queda lejos, su mudanza le recordó la experiencia de quienes tienen que huir de sus hogares, no en traslados organizados, sino en abandonos traumáticos y no elegidos del propio hogar, el trabajo o el país.


Tomasz Kręcicki. “Move on”
Potsdamer Strasse 81E
Berlín
Del 14 de marzo al 17 de abril de 2025
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