Thomas Schütte, el retrato y el delirio

carlier | gebauer exhibe sus cabezas más recientes en Madrid

Madrid,

Se ha valido de los cambios de escala para trasladarnos de lo íntimo y personal a lo monumental como si fueran dos caras de una misma moneda y cualquier examen al arte alemán del último medio siglo ha de pasar por su figura.

Thomas Schütte nació en Oldenburg en 1954, se formó en la Kunstakademie de Düsseldorf en los setenta y fue compañero durante sus estudios de autores como Thomas Ruff y Katarina Fritsch. Se dejó influir en los inicios de su carrera por el minimalismo y el arte conceptual y, también desde sus comienzos, optó por trabajar en series, ideando paulatinamente un repertorio de formas, motivos y temas que ha revisitado una y otra vez, adoptándolos a diferentes dimensiones y a muy variados materiales.

Un caso evidente es el de United Enemies: en 1992, Schütte comenzó a crear pequeñas figuras de tres piernas a las que vistió con tela y ató de dos en dos antes de disponerlas sobre plintos o en otros soportes. Unas son prisioneras de otras, como su título indica. Cuando en 2012 retomó este motivo, amplió los “enemigos” a un tamaño mayor que el natural, los bajó del pedestal e hizo de ellos gigantes grotescos fundidos en un material tan habitual en la historia de la escultura como el bronce.

También es autor de cabezas autónomas y, hasta el 23 de abril, carlier | gebauer presenta en Madrid las más recientes: cinco cerámicas de la serie Old Friends Revisited, una gran Frauenkopf (en castellano, cabeza de mujer) y el conjunto de impresiones en inyección de tinta Old Friends Revisited – 12 Scenes, trabajos representativos de sus inquietudes en los últimos treinta años.

Thomas Schütte. carlier | gebauer. Madrid, 2022
Thomas Schütte. carlier | gebauer. Madrid, 2022

En el primer grupo de esculturas destaca la expresividad de los rostros, a los que Schütte ha dotado de rasgos delirantes y aplicado esmaltes de tonos llamativos y vibrantes. Los primeros old friends fueron figuras con cabezas del tamaño de puños y surgieron en 1992, mientras el artista desarrollaba una beca en la Villa Massimo romana y la justicia destapaba lazos, entonces insospechados, entre la política y el crimen organizado: las caras malvadas y retorcidas de los artífices de esa corrupción que aparecían en los medios de comunicación le sirvieron como fuentes de inspiración.

Sus anteriores cabezas humanas eran naturalistas, arraigadas en tradiciones artísticas realistas, pero esos escándalos fueron el detonante de Schütte a la hora de introducirse en caminos donde no abandonó la figuración pero sí se dejó llevar por sus excesos. En cualquier caso no representan, estos Old Friends, retratos de la depravación o de la miseria moral, más bien evidencian la imposibilidad artística de dar forma auténtica a esa vileza; no existe, para Schütte, modo fidedigno de representar la maldad.

La ruptura con las convenciones a las que hasta entonces se había mantenido, hasta cierto punto, fiel sí nos permite, sin embargo, adentrarnos en innovaciones formales: trabajó en superficies ricas y vibrantes, pero también experimentales y volvió sobre modelos imbricados en la tradición para jugar con su potencial estético y con los nuevos significados que podían cobijar. Al superponer esmaltes distintos, logró que los efectos de esa mezcla modificasen nuestra percepción de los materiales y al conjugar, en esos rostros, lo repulsivo y lo formalmente espléndido, no disociaba del todo estas obras de sus antecesores, como reivindica en la galería de viejos Old Friends: fotografías de gran formato, impresas en giclée, de cabezas en arcilla de colores y pequeño formato.

La repugnancia de sus rasgos se confronta en carlier | gebauer con aquella Frauenkopf, una cabeza de mujer hierática, de gesto apacible y mirada esquiva. Como símbolo de lo hermoso y también de lo íntimo, por su ensimismamiento, constituye en el fondo una figura tan estereotipada como esos old friends, con los que comparte además toda imposibilidad de hallazgo de significados previsibles.

Unas y otras piezas aluden, como subraya Ulrich Loock, a la crisis de la representación propia del final del siglo XX: hacen patente la inviabilidad de decir o mostrar la complejidad de lo humano y de nuestra historia.

Thomas Schütte. carlier | gebauer. Madrid, 2022
Thomas Schütte. carlier | gebauer. Madrid, 2022
Thomas Schütte. carlier | gebauer. Madrid, 2022
Thomas Schütte. carlier | gebauer. Madrid, 2022

 

 

Thomas Schütte

carlier | gebauer

c/ José Marañón, 4

Madrid

Del 25 de febrero al 23 de abril de 2022

 

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