Tras su paso por La Casa Encendida, el Espai Cultural de Caja Madrid en Barcelona acoge los proyectos con cámara estenopeica del fotógrafo alemán
Recaló con gran éxito el pasado verano en La Casa Encendida, donde además impartió el taller “Face to face”, y tras repetir hace unos días su Photoshooting en Barcelona, disparando con una pistola de aire comprimido sobre una cámara estenopeica a diversos visitantes, Thomas Bachler presenta en el Espai Cultural de Caja Madrid en la capital catalana, hasta el próximo 6 de noviembre, un proyecto expositivo que tiene su origen en “Escenas de un crimen”, un intrigante conjunto de imágenes en el que estudia los variados mecanismos propios de la técnica fotográfica, el modo en que la fotografía ha plasmado acontecimientos sociales e históricos a lo largo de su historia desde una perspectiva crítica y cómo nuestros procesos mentales determinan nuestras conductas.
La producción de Bachler se acerca de forma libre a las prácticas artísticas tradicionales, en concreto a la técnica estenopeica, que permite registrar una imagen sobre material fotosensible empleando una rudimentaria caja de cartón, sin lente, con un agujero negro. Ha expuesto su obra en galerías y museos de todo el mundo e imparte actualmente clases de fotografía en diversas escuelas de arte de su país.
En palabras del propio Bachler, el hecho de disparar con un arma de fuego a una cámara estenopeica, todavía cerrada, me convirtió en el fotógrafo, pero también en el autor del delito. La bala hace posible la imagen, pero, al mismo tiempo, la destruye parcialmente; junto a la citada simbiosis de aburrimiento y atención, tenemos ahora la de fotógrafo y criminal: otra combinación de contradicciones. En mi opinión, en este trabajo se ponen de manifiesto parámetros profundamente arraigados en la actuación humana. Del mismo modo que no existe la destrucción total, ni la bondad exclusiva, ni la culpa absoluta, tampoco existe el contrario correspondiente —todo está relacionado, enredado—, y nosotros, y aquí me incluyo yo como fotógrafo/autor del disparo, contribuimos a ello, dejamos que ruede la pelota. Y eso es algo irrecuperable, del mismo modo que no se puede recuperar la bala que se ha disparado.
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