Theo Jansen. Asombrosas criaturas
ESPACIO FUNDACIÓN TELEFÓNICA
C/ Fuencarral, 3
Madrid
Del 23 de octubre de 2015 al 17 de enero de 2016
Sin partir del hecho de que Theo Jansen es holandés no podríamos entender sus criaturas, ingenios tecnológicos que nos inquietan cuando echan a andar. A este creador le preocupaba la cuestión de la subida del nivel del mar que amenaza con restar terreno a su país, así que trató de encontrar la vía para transportar arena a sus dunas: “Sería fantástico si tuviéramos unos animales que removieran la arena de nuestras playas, que la arrojaran al aire, para que, a continuación, el viento se encargara de llevarla hasta las dunas”.
Corría entonces el año 1990 y desde entonces Jansen se ha dedicado a diseñar sus Strandbeest, literalmente bestias de la playa, formas de vida que de lejos podríamos confundir con insectos gigantes o con osamentas de mamuts pero que están elaboradas con materiales de uso industrial, como plástico o cinta adhesiva, y que él crea en primer lugar en ordenador, a base de algoritmos. Se mueven, pero no gracias a motores ni a sensores sino a la fuerza del viento y a la ayuda de una arena mojada que no opone resistencia.
Hemos hablado de Jansen como creador porque es ingeniero, científico y artista, y sueña con que sus criaturas pudieran algún día evolucionar conforme a los ritmos de la naturaleza, como cualquier organismo vivo y sin necesitar su intervención. Ahora su función no es aquella inicial de detener el avance del mar: Jansen se ha centrado, con el paso de los años, en lograr que sean autosuficientes y puedan perpetuarse. Quizá sea posible: numerosos ingenieros y artistas ya se basan en sus fórmulas para inventar sus propias bestias.
Si las observamos quietas, sus piezas pueden resultarnos rudimentarias, pero lo cierto es que en movimiento, sobre todo en la arena para la que fueron concebidas, llegan a conmover.
Convive en ellas la naturaleza y la técnica y son un magnífico ejemplo de arte robótico. Desde mañana y hasta el 17 de enero, varias de ellas pueden verse, a veces incluso caminando, en el Espacio Fundación Telefónica, en su tercera planta.
Visitarán Madrid Ordis, Currens Vaporis, Currens Ventosa, Rhinoceros Tabulae o Percipiere Primus. Todas ellas son posibles gracias a un secreto matemático: los llamados trece números sagrados que Theo calculó hace veinticinco años utilizando un ordenador Atari. Estas cifras indican la longitud de los tubos que componen sus patas y definen además la peculiar forma de andar de estas criaturas, que son algo más que esculturas cinéticas: piensan, respiran, se alimentan, toman decisiones y se reproducen. Tal cual leéis. Un desafío para el arte y para la ingeniería.
Como podéis imaginar, tras ellas hay un infinito trabajo: el artista empleó un programa informático que generaba, seleccionaba y mejoraba centenares de piernas diferentes. El proceso se repitió durante meses hasta que Jansen obtuvo las medidas ideales para las patas.
Nunca ha cesado el holandés de idear nuevos mecanismos que mejoren las Strandbeest, que ya cuentan con órganos como cerebros, trompas y estómagos, además de las extremidades, y que han dejado en el camino aquellos que no les eran de utilidad.
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