El 8 de febrero se estrena en cines el documental que revela los pormenores de la performance que Marina Abramovic realizó en el MoMA en 2010
Varios días enferma en cama, con pijama y sábanas rojas para recuperar la energía, antecedieron las cerca de 700 horas en las que Marina Abramovic miró uno a uno a los ojos a sólo parte de los miles de asistentes que se acercaron al MoMA entre el 14 de marzo y el 31 de mayo de 2010 para formar parte de la performance estelar que componía “The Artist is Present“, muestra que no pudo tener otro título, dadas las circunstancias, y que supuso para muchos, también para ella, su transición definitiva entre la esfera alternativa y el stablishment. En sus palabras: cada vez me preguntan menos por qué es arte lo que hago. No sé si por fin me entienden o fingen que lo hacen.
El 8 de febrero se estrena en cines de Madrid, Barcelona, Bilbao, Mallorca y Valencia “The Artist is Present”, documental de hora y media de duración que incluye declaraciones de Marina; de Ulay, su pareja y compañero de labor durante doce años (uno de los miles que acudieron al MoMA a mirarla a los ojos), del comisario de la muestra, de su asistente personal, de su galerista Sean Kelly y de integrantes del público que llegaron a dormir a las puertas del museo para vivir la experiencia (incluido el admirador asiático que se sentó frente a ella 21 veces).
En la cinta, Marina confiesa que siente que tanto su vida como su trabajo son fruto de la estricta educación de sus padres, héroes partisanos yugoslavos de la II Guerra Mundial incapaces de mostrarle cariño, como de la espiritualidad y dulzura de su abuela. En el trabajo con sus alumnos (jóvenes artistas que llevaron a cabo el resto de las performances que componían “The Artist is Present”) se mostraba tan metódica y rigurosa como empática y colaboradora y en su trato con los responsables del museo, amable hasta la seducción.
The Artist is Present. Fotografía Marco Anelli The Artist is Present. Fotografía Marco Anelli
Según Abramovic, la performance es más un estado mental que una acción física, y por su carácter efímero y único, no puede repetirse, en todo caso reinterpretarse. La que llevó a cabo en Nueva York, en un ejercicio de absoluta conexión con su amante público y de agotamiento físico de raíz mental, reinterpretaba de algún modo la que ejecutara con Ulay en los años ochenta: permanecieron durante semanas sentados uno frente a otro, sin hablar ni moverse ni alimentarse, subrayando lo molestos que pueden llegar a resultar a nuestra sociedad la inactividad, el silencio y el ayuno. En este caso, además puso a prueba nuestra capacidad de mantenernos la mirada, de mirar a quien no conocemos, y el mirarse en silencio generó en los rostros de los performers que tuvo frente a ella desconfianza, absoluta entrega, incomprensión, lágrimas, sonrisas o la admiración de quien siente encima los ojos de un (posible) mito.
No se escatiman en el film ni el ensimismamiento con la obra de parte de su público, que corría cada día por los pasillos del MoMA para encontrarse con Marina y llegaba a organizarse (sin ayuda de los vigilantes de museo) por números, ni las reacciones de rechazo de algunos de los espectadores al contemplar al alumno bajo el esqueleto o al pasar entre los dos artistas desnudos que flanqueaban la entrada a una de las salas, inevitable evitar la desnudez; tampoco la intervención de una presentadora de informativo de una cadena estadounidense que hablaba indistintamente del Metropolitan y del MoMA y que se preguntaba si estos trabajos podían llegar a ser arte tras calificar a Abramovic como “agitadora serbia” (con tono exótico).
The Artist is Present. Fotografía Marco Anelli
Otro de los aspectos más interesantes del documental es la posibilidad de acercarnos a la preparación en un museo de la envergadura del MoMA de una muestra de estas características: el trabajo a contrapié hasta el último día, la disposición de la exposición sobre el plano, la elección de las performances a incluir, la necesaria seguridad al sentarse frente a Marina individuos deseosos de su minuto de gloria…
Su obra no sugiere demasiadas reglas, pero Abramovic las tiene, y claras. “Un artista no debe robar las ideas de otro artista”. “Un artista no debe tener un compromiso consigo mismo ni con el mercado”. “Un artista no debe matar a nadie. No debe ser un ídolo”. “Un artista no debe enamorarse de otro artista”. Son las normas que, según Marina, deben aplicarse a todo creador, que, en su opinión, ha de comportarse como un guerrero en busca de nuevos territorios y de sí mismo.
Si queréis adelantaros a su estreno oficial el 8 de febrero, sabed que el Museo Thyssen-Bornemisza (7 de febrero), el Guggenheim Bilbao (5 de febrero), el IVAM (5 de febrero) y Es Baluard (7 de febrero) proyectarán la película antes.
INFORMACIÓN RELACIONADA
Marina Abramovic creará un centro cultural multimedia en Montenegro. Cetinje, 03/10/2012
Marina Abramovic, Honoris Causa en La Habana. La Habana, 14/05/2012
Marina Abramovic, camino del mito. Madrid, 09/04/2012
The Artist is Present. Copenhague, 21/11/2011
Heroínas. Madrid, hasta el 05/06/2011
Marina Abramovic siembra el caos en el MoMA. Nueva York, 16/03/2010