Teresa Solar Abboud y el sueño de lo táctil, en el MACBA

Barcelona, 20/11/2024

Teresa Solar Abboud es hija de padre español y madre egipcia y esos lazos familiares son la razón de que pueda hablar árabe, aunque no leerlo ni escribirlo, una circunstancia casual que también es origen de algunas de sus inquietudes creativas: le interesa el concepto de traducción en un sentido amplio, que va más allá de lo textual, la morfología del habla y las posibilidades de aproximarse al lenguaje desde técnicas como la escultura o la instalación.

Su producción plantea narraciones en muchas capas y reflexiones sobre las nociones de aislamiento y resistencia, aunque, como la de su compañera de generación June Crespo, incorpora asimismo connotaciones de conectividad, de tránsito de flujos; en su caso, la sugerencia de órganos corporales está ligada a la evocación de su capacidad de generar palabras.

En los últimos años, Solar viene elaborando instalaciones de gran formato integradas por esculturas que generan entre sí familias y que pueden hermanarse pese a la disparidad de sus tamaños y formas; dan lugar a ecosistemas y resultan indisociables a sus discursos sobre asuntos macro y micro: sobre lo que entendemos por mecanismos de progreso social en nuestra época y sobre narraciones de lo pequeño y ligado a las fallas del cuerpo y de su capacidad de expresión, como lesiones deportivas o tartamudeos; en ocasiones, también remiten sus obras a hallazgos en paseos por la ciudad.

Además de diferir en su formato, estas piezas lo hacen en sus materiales, desde el barro a los objetos encontrados, y se relacionan entre sí atendiendo a sus referencias a las propiedades de lo orgánico o de lo industrial, esfera esta última tendente a la hibridación de lo natural y lo sintético. Resulta especialmente atractivo el trabajo de Solar Abboud con barro, por su cariz simbólico de las relaciones del ser humano con la tierra, cuyas cualidades aislantes le permiten idear cavernas desde las que transmitirnos esos relatos sobre autoprotección de los que hablábamos. En este tipo de propuestas, los exteriores crudos y bastos suelen entrar en contraste con interiores de acabados delicados y tonalidades refulgentes que, a veces, pueden recordarnos a los colores de los monos que utilizan los mineros o los de los aerosoles que marcan nuevos túneles a trazar en lo subterráneo.

Teresa Solar Abboud. Sueño máquina de pájaro. MACBA. Fotografía: Miquel Coll, 2024

En la primera mitad de este año, esta autora presentó en el Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles la primera parte de un proyecto expositivo de largo recorrido que ahora le lleva a recalar en el MACBA de Barcelona y tendrá su desenlace en la Fondazione Sandretto Re Rebaudengo de Turín. La exhibición en la localidad madrileña llevaba por título “Pájaro sueño de máquina”, mientras que la muestra barcelonesa se llama “Sueño máquina de pájaro” y la italiana se ha bautizado como “Máquina sueño de pájaro”; unas y otras recogen su producción de los últimos años e inciden en cómo la labor de Solar con la materia, y su estudio a través de ésta del lenguaje y, en general, de toda producción corporal, es susceptible de transformarse o expandirse en función del lugar donde se exhiba. No tiene nada de casual que Solar aborde el CA2M como espacio de contracción, el museo del Raval como espacio de dilatación (aquí la presentación se ha ampliado con nuevas piezas) y la Fondazione Sandretto como lugar para la relectura de los planteamientos anteriores, a cargo de Irene Calderoni. En este caso, este organismo vivo se contraerá de nuevo: mutatis mutandis.

En Móstoles encontramos piezas concebidas específicamente para las dos salas del CA2M que las acogían y que condensaban investigaciones recientes sobre los parentescos entre lo corporal y lo industrial y las metáforas que de ellos se derivan (orificios que incorporan vacíos, huecos que permiten flujos), pero en Barcelona han adquirido mayor peso los vínculos entre lo real y lo imaginario y los acabados plásticos o que, por su brillantez y aspecto liso, remiten a la estética industrial. En la capital catalana, desde el 21 de noviembre y de nuevo bajo el comisariado de Tania Pardo y Claudia Segura, podremos contemplar trabajos tempranos junto a los más recientes de esta autora, que en sus inicios se desenvolvió también en la práctica del dibujo y el vídeo a la hora de ahondar en el origen de cada forma y en las ideas que en torno a ellas pueden orbitar.

Precisamente busca esta exposición que los espectadores familiarizados con la corporalidad y presencia escultórica de las propuestas de Teresa Solar buceen en su trasfondo conceptual y estético y tomen conciencia de la hondura de los nexos que pueden establecerse entre sus creaciones y el lugar donde se muestran, nota común de la mayor parte de sus exposiciones hasta ahora y que parte de su propia experiencia del entorno: Cuando visito por primera vez un espacio en el que voy a trabajar, procuro entender cómo me afecta. Pienso que es probable que mis sensaciones se parezcan a las de las personas que transitan y viven en ese espacio concreto, así que creo que pueden ser el mejor puente para conectar con ellas. Es habitual que se valga, por esa razón, de elementos arquitectónicos, tecnologías interactivas y materiales muy diversos, proponiéndonos revisar la naturaleza de los interiores que habitamos y el modo en que estos dejan una huella en nuestra forma de pensar o emocionarnos.

Habitan ya las salas del MACBA -de cuya colección forma parte Solar pese a su juventud, con dos esculturas de la serie de 2022 Tunnel Boring Machine– sus incursiones tempranas en el vídeo, trabajos cerámicos igualmente iniciales, obras blandas realizadas con materiales muy diversos, las instalaciones escultóricas, inmersivas y recientes, de las que comenzábamos hablando, y dibujos y cuadernos de bocetos (concebidos estos últimos como libros de artista) que dan pistas de su proceso de creación, de la raíz de sus formas y de su modo de entender, incluso, la percepción.

Descubriremos así que la ciencia ficción y el arte antiguo son dos de las fuentes tanto del pensamiento como de la obra de Solar Abboud, y que esta no ha permanecido en absoluto al margen de la relación de la artista con la generación de autores coetáneos, muchos madrileños, con los que ha coincidido. Unos y otros se hacen notar, aunque no de forma explícita, en su búsqueda de mecanismos para representar la resistencia, el vacío (cavidades, orificios), el cuerpo y su sostén óseo, y de hacerlo contraponiendo texturas asociadas a esa naturaleza y a lo orgánico con acabados de estética industrial, contundentes en su solidez y brillantes. Poco será en este montaje lo que parece, porque a la artista le interesa igualmente ahondar en la capacidad de sugerencia de lo híbrido, de la confusión entre lo ficticio, lo real y lo verosímil.

En último término, nos ofrece Solar relatos sobre el frecuente aislamiento y las formas líquidas de conectividad del sujeto contemporáneo, sometido al desplazamiento constante y quizá a un estado fragmentario; también reivindicaciones de lo táctil, de nuestras opciones de mirar tocando, en tiempo de incorporeidad. Un fósil sueña con ser una máquina, una máquina excavadora sueña con volverse pájaro, un sueño se vuelve máquina de pájaro.