La obra de arte considerada como la manifestación de otra cosa, que parte de circunstancias particulares para conformar estructuras abstractas que constituyen su verdadero objeto. La obra de arte considerada como la manifestación de una estructura abstracta, mucho más general y de la cual no es sino una de las posibles realizaciones. Así entendía Teresa Burga cualquier proyecto creativo, asociándolo inevitablemente a la experimentación y el azar.
Esta artista peruana comenzó a trabajar en la primera mitad de los sesenta en los ámbitos de la pintura y el grabado, y entre sus primeras obras destaca la serie de linóleos de 1965 que tituló como Lima imaginada: representaciones urbanas realizadas a partir de imágenes en las que la noción tradicionalmente valiosa del referente concreto perdía valor.
Años después, integrada en el grupo Arte Nuevo, participaría en las tendencias que abogaban por una renovación de las artes plásticas y, tras su paso por la escuela del Art Institute of Chicago, defendería aún con mayor ahínco procesos de trabajo en los que la experimentación ganaba peso gracias a la introducción tanto de métodos de registro científicos como de tecnologías de la información. Documentó acciones, trató de codificar la realidad e incluso el mismo lenguaje y la propia existencia.
Burga continuó trabajando en los setenta y los ochenta, aunque su presencia pública fue menor: presentó en el ICPNA peruano Autorretrato. Estructura-Informe 9.6.72 (1972) y 4 mensajes (1974) y mostró en Colombia y Lima el proyecto Perfil de la mujer peruana (1980-1981), elaborado junto a Marie-France Cathelat. Se trataba de un estudio sociológico sobre la situación de la mujer de 25 a 29 años de la clase media de ese país.
Este año Burga ha sido seleccionada por Okwui Enwezor para participar en la 56ª Bienal de Venecia y el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires. MALBA le brinda hasta noviembre una exposición comisariada por Miguel A. López y Agustín Pérez Rubio.
Lleva por título “Estructuras de aire” y la componen dos instalaciones concebidas en los setenta: la propia Estructuras de aire, que pertenece a los fondos del MALBA desde el año pasado, y Obra que desaparece cuando el espectador trata de acercarse. Ambas se acompañan de piezas sobre papel realizadas por la artista en Chicago, Hamburgo y Lima, entre los sesenta y los setenta, en su mayoría diagramas e instrucciones para instalaciones y performances y obras construidas usando sistemas, estructuras y modelos en serie.
En Estructuras de aire, las esculturas geométricas hechas de ‘aire’ se destruyen inmediatamente al ser ‘percibidas’ por el espectador y Obra que desaparece cuando el espectador trata de acercarse es una escultura lumínica que se va apagando a medida que el visitante intenta aproximarse a ella.
Ambas pueden relacionarse directamente con el trabajo que el CAYC (Centro de Arte y Comunicación) hacía en Argentina en la misma época, abordando cuestiones conceptuales como la disolución de la obra y la experiencia directa como erosión y dan testimonio del interés de Burga por lo inmaterial y por el dibujo como claves de interpretación en sus instalaciones.
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