En el pensamiento griego, el impulso creativo derivado de la naturaleza era nombrado igual que el dios de la fertilidad Eros; sin embargo, hoy, para referirnos a los efectos del agua y el viento sobre el territorio hablamos de erosiones y desgastes. Parece que no entendemos el paisaje como una creación sino como consecuencia de la violencia de los elementos.
Para la artista Tania Blanco ese modo de expresarnos tiene que ver con nuestra forma (narcisista) de relacionarnos con el entorno, situándonos a la defensiva respecto a él. Recuerda que, al margen de quién o qué cause las transformaciones naturales, el paisaje se crea tanto por acumulación como por desgaste; nada desaparece del todo, más bien se desplaza.
Ella suele pasear por arenales, observando la infinidad de materiales que el mar y el tiempo han brindado a la costa para construir su litoral. Se trata de palos, piedras, conchas y otros sedimentos procedentes de ríos u otros mares, pero también de desechos de nuestra sociedad de consumo: baldosas, cristales, plásticos…
La artista subraya la belleza de los cantos pulidos de esos objetos encontrados y su gama cromática atractiva; elimina el cariz negativo de su relación con la erosión para incidir en su erotismo. En Guillermina Caicoya (Oviedo) presenta una serie de trabajos gráficos y escultóricos basados en esas piezas recogidas con la denominación asturiana de ayalga, que para esta autora conecta el impulso creativo de la naturaleza y la sensibilidad humana.
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