ALMALÉ BONDÍA “DAR A VER”

Vivir en el bosque ilustrado. Por Susana Blas

alt

Vivir en el bosque ilustrado. Por  Susana Blas

Almalé Bondía. In situ

“Dar a ver”. Un proyecto de Almalé Bondía

PARANINFO. Universidad de Zaragoza
Del 21 de septiembre al 8 de enero de 2012 http://www.almalebondia.com/

 

“Cuando escribí las páginas que siguen, o más bien la mayoría de ellas, vivía solo en los bosques, a una milla de distancia de cualquier vecino, en una casa que yo mismo había construido, a orillas de la laguna de Walden en Concord (Massachusetts), y me ganaba la vida únicamente con el trabajo de mis manos. En ella viví dos años y dos meses. Ahora soy de nuevo un morador en la vida civilizada.” Con estas palabras, Thoreau (1817-1862) comienza Walden, el libro en el que contó su largo retiro en el bosque. Me pregunto por qué me conmueve tanto este párrafo inicial, en realidad mucho menos sustancioso que todo lo que sigue. Tal vez sea porque expresa “su cambio de dimensión”: la aceptación de que aquello que vivió entre los árboles solo puede ser revelado a posteriori. Solo de regreso a la “civilización”, a su mundo reglado, pudo dar forma en su cabeza, y sobre el papel, a esas vivencias, y por tanto, a las notas que tomó bajo esa “temporalidad distinta”.

alt

Almalé Bondía. In situ

 

Es en el tren, en el AVE desde Zaragoza, de  regreso a casa, y cuando la ventana enmarca inútilmente el rápido zigzag del paisaje que se escapa con la velocidad, cuando recuerdo este libro de Thoreau en relación con “Dar a Ver”: la última exposición de Almalé y Bondía que he visitado en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza hace unas horas. Y no es casual esta conexión de la muestra tanto con Thoreau como con el flujo de imágenes resbaladizas de la ventanilla. Por una parte, la mayoría de las imágenes de la exposición han sido tomadas en el bosque tras una larga convivencia con él; casi haciendo de la naturaleza taller y banco de pruebas; y en segundo lugar, si destaca una reflexión teórica en todo su trabajo, es la posición de la mirada ante el “paisaje extendido”.

Las tres series que componen la muestra: “In situ”, “Mirar al que mira” y “Falso reconocimiento” nos hablan de los juegos de la contemplación, ya sea en la obra de arte o en la naturaleza misma; pero más que una oposición entre esos dos ámbitos: el natural y el artificial, el intelectual y el biológico, parece que se persigue la fusión y el acuerdo. En “Mirar al que Mira” distintos personajes son fotografiados de espaldas, con ecos al Romanticismo, en el acto de mirar su paisaje predilecto de la Historia del Arte; fundiendo el plano mental de su ilusoria elección, con la constancia material del momento del retrato, que se expresa fotografiando las sombras del retratado y del entorno natural en el que se toma la imagen, sobre la imagen icónica elegida; consiguiendo un interesante juego de reflejos, sombras y capas de realidades.

alt   alt
Almalé Bondía. Falso reconocimiento

Esta contraposición entre ámbitos “mentales” y “naturales”, también les interesó en “In Situ”, donde los espejos, y las fotografías circulares encapsuladas de fragmentos del bosque y de referentes artísticos, a modo de pistas intelectuales para el espectador más ilustrado, se reunían con los árboles y la tierra del bosque del Pirineo, produciéndose el intercambio entre la savia de los árboles y las sofisticadas referencias al arte contemporáneo (Tillmans, Per Barclay, o Sharon Lockhart entre otras muchas)

Pero este maridaje mirada estética construida-emoción íntima, en la obra de Almalé Bondía es más una pregunta que una respuesta; más una investigación del proceso de construcción de la mirada en torno al binomio arte-naturaleza, que un mero recurso para lograr potentísimas y evocadoras imágenes. Son obras sin engaños de post-producción digital, que plasman un proceso vivido; por eso la última serie, que lleva hasta las últimas consecuencias su método de trabajo, es mi preferida. En “Falso Reconocimiento” la tramoya queda al descubierto. En los hermosos parajes del bosque vemos los andamios previos, los marcos de madera que a modo de tótems africanos se enlazan con la vegetación salvaje, el esqueleto sobre el que se colgará después la representación. El retrato del bosque sobre el bosque mismo, pero que tras un primer momento de extrañeza, generan un único organismo foto-matérico que en su curiosa anatomía, se abandona a la biología del bosque: la luz, la humedad, los ciclos de temperatura sobre la madera… Y luchando con ese ecosistema, dentro y fuera de sus cabezas, los dos artistas, sin ayuda ni equipo de producción ninguno, a modo de exploradores del abismo del siglo XVIII, retan al agujero de negrura del bosque, instalando sus campamentos de artilugios, copias fotográficas y travesaños; tal y como nos desvela el vídeo, pues trabajan con luz natural, y el tiempo para tomar la fotografía, que nunca excede un día natural, se escapa.

 

alt

Almalé Bondía. In situ, Miradas

 

Curiosamente, siendo un trabajo con infinitas y sutiles posibilidades teóricas, rico en matices intelectuales que van desde la Teoría de la Percepción, a citas concretas a la Historia del Arte o a la de Fotografía, tal vez el discurso se diluya ante la fuerza de la emoción que nos generan las piezas. Si algo destacaría de “Dar a Ver” de Almalé y Bondía es su capacidad para conmover sin muletas teóricas. Se trata, por encima de cualquier consideración añadida, de una exposición para experimentar, de la que se sale tocado, herido, enamorado, desactivado, desarmado o recargado… pero siempre distinto… tal es la potencia de ese “tiempo otro”, secreto y amplificado, que las obras encapsulan.

“Voy y vengo con una extraña libertad por la Naturaleza, siendo parte de ella misma. Mientras camino a lo largo de la costa pedregosa de la laguna, en mangas de camisa (a pesar de que el día es frío, nublado y ventoso), no veo nada especial que me atraiga: todos los elementos me son extraordinariamente afines…/.. Mi horizonte está limitado por bosques que son sólo para mí: de un lado, veo a lo lejos el ferrocarril en el sitio que toca la laguna, y del otro lado el cerco que bordea el camino del bosque. Pero en su mayor parte, el lugar donde vivo es tan solitario como las praderas. Es tan Asia o Africa como Nueva Inglaterra. Es como si tuviera mi propio sol, mi propia luna y estrellas, y un pequeño mundo entero para mí.” (Fragmento de Walden de Thoreau).

 

Comentarios