Surrealismo y diseño: un siglo de sueños

CaixaForum Madrid repasa sus relaciones desde 1924

Barcelona,

”la Caixa” viene desarrollando, desde hace años, una línea expositiva centrada en arquitectura y diseño en sus centros CaixaForum: por ellos han pasado muestras dedicadas a Mies van der Rohe, Le Corbusier, Richard Rogers, Alvar Aalto o Adolf Loos. El proyecto de Aalto se organizó en colaboración con el Vitra Design Museum y, junto a este museo, también presenta CaixaForum Madrid “Objetos de deseo. Surrealismo y diseño, 1924-2020”, exhibición que consta de casi trescientos objetos y obras de arte y que pone en diálogo ese movimiento artístico y subversivas piezas cotidianas creadas en el último siglo en las que, de forma más o menos explícita, las formas prestan servicio al subconsciente, los sueños, el erotismo, las obsesiones, el azar o lo irracional. Pero las influencias fueron mutuas: como es sabido, los autores surrealistas encontraron inspiración en objetos de uso habitual y en sus combinaciones inesperadas.

Los vínculos entre surrealismo y diseño nacieron años después del surgimiento de esa corriente, en los treinta, pero no dejaron de desarrollarse cuando aquella dio sus últimos coletazos: esos nexos se intensificaron tras la II Guerra Mundial, continúan vigentes incluso en nuestro tiempo y han contribuido a liberar a aquella disciplina del imperio del racionalismo y del dogma de que la forma sigue a la función, propio del funcionalismo. Los artistas surrealistas se sirvieron de utensilios ajenos a la creación para hacer de ellas herramientas para la fantasía, el sueño, la ironía o el terror; en suma, para la emoción.

Ningún ámbito del diseño ha escapado, desde aquella década de los treinta, a la influencia del movimiento al que Breton puso manifiesto: desde el mobiliario y el interiorismo hasta el diseño gráfico o la moda, y de esa expansión da cuenta la muestra de CaixaForum Madrid (antes pasó por Barcelona y después viajará a Sevilla y Palma de Mallorca), de la que forman parte pinturas, esculturas, objetos, carteles, revistas, libros y fotografías, filmes y vídeos. Se estructuran en cuatro secciones temáticas; no faltan trabajos de grandes como Marcel Duchamp, René Magritte, Ray Eames, Carlo Mollino, Claude Cahun, Achille Castiglioni, Man Ray, Giorgio de Chirico, Joan Miró, Le Corbusier, Salvador Dalí, Roberto Matta o Meret Oppenheim.

El primer apartado de la exhibición, Sueños de la modernidad, recuerda cómo los surrealistas llevaron su imperio de lo subjetivo a objetos, muebles, interiores o al cine tras plasmarlo sobre lienzos y cómo muchos diseñadores, sobre todo aquellos más críticos con el racionalismo, encontraron en sus obras inspiración para incorporar las emociones, el universo de lo irracional, y también las formas orgánicas, a los utensilios y enseres cotidianos. Contemplaremos ready-mades de Marcel Duchamp y esculturas de Dalí y Meret Oppenheim creados a partir de materiales y objetos encontrados, muebles de Gaudí deudores de la naturaleza y otros rompedores y exuberantes de Le Corbusier.

Cuando muchos surrealistas tuvieron que emigrar a Estados Unidos huyendo del nazismo y de la II Guerra Mundial, ese estilo comenzó a hacerse notar también entre diseñadores americanos como Ray Eames, Isamu Noguchi o Frederick Kiesler, diseñador, este último, de la galería Art of this Century de Peggy Guggenheim. El propio Dalí se encargó de diseñar los escaparates de los almacenes Bonwit Teller de Nueva York y tejidos, anuncios y escenografías para Recuerda, de Hitchcock.

La segunda sección, Imagen y arquetipo, incide en cómo el surrealismo introdujo la subversión en la vida cotidiana, invitando al público a repensar cuánto hay de cierto en lo que parece real, cuánto de fiable es nuestra percepción y si no campan a sus anchas, en nuestras vidas, el absurdo y el azar. Así, Magritte encerró en una quesera un óleo donde representó un queso y Castiglione elaboró diseños basados en los ready-mades de Duchamp, como un taburete con sillín de bicicleta o un sombrero que evoca un molde para tartas. Por su parte, la arquitecta Gae Aulenti aludió a la Rueda de bicicleta duchampiana cuando ideó una mesa portable montada sobre ruedas.

Gae Aulenti. Tour, 1993 © Vitra Design Museum. Fotografía: Jürgen HANS.
Gae Aulenti. Tour, 1993 © Vitra Design Museum. Fotografía: Jürgen HANS.

A partir de los sesenta, la producción de numerosos tipos de plásticos permitió elaborar muebles con todo tipo de formas y proporciones; la influencia surrealista no fue, por ello, a menos. Tampoco los artistas surrealistas abandonaron, en esa segunda mitad del siglo XX, el diseño de objetos: Roberto Matta homenajeó a Magritte en su silla MAgriTTA (1970) y Man Ray también lo hizo en El testimonio (1971), donde concede al mueble el papel de observador de la vida doméstica. En la alienación de lo aparentemente ordinario se basa asimismo la lámpara con forma de caballo de las diseñadoras Front, creada ya en 2006.

Iris van Herpen, Syntopia, look 9, F/W 2018. Cortesía de Iris van Herpen, Países Bajos, foto: Yannis Vlamos
Iris van Herpen. Syntopia, look 9, F/W 2018. Cortesía de Iris van Herpen, Países Bajos. Fotografía: Yannis Vlamos

Lo erótico, el amor y la sexualidad se introducen en el tercer apartado de la exposición. De ella forman parte el collage de Dalí La cara de Mae West (1934-1935), un rostro convertido en apartamento surrealista; diversos proyectos de Carlo Mollino claramente dalinianos, subversivas fotografías de Lee Miller y de Dora Maar, autorretratos andróginos de Claude Cahun o  el Cepillo de pelo (1999) de BLESS, en el que el mismo pelo hace inservible el objeto.

En esta sección también tiene cabida la moda: Man Ray o Lee Miller dedicaron a este ámbito buena parte de sus imágenes, Dalí colaboró con Elsa Schiaparelli en varios de sus diseños y no podríamos entender, sin mirar al surrealismo,  la colección de otoño/invierno de 2007-2008 que Rei Kawakubo diseñó para Comme des Garçons.

Finalmente, El pensamiento salvaje incide en el interés de artistas surrealistas y diseñadores por lo arcaico, lo fortuito y lo irracional y en su atención al arte de Oceanía y de los nativos americanos. Veremos frottages abiertos al azar de Max Ernst, la fotografía Blanco y negro (1926) de Man Ray, en la que contrapone una máscara africana al rostro de una modelo o El león (1925) de Joan Miró; también objetos escultóricos creados con materiales encontrados por Fernando y Humberto Campana, dibujos de técnica libre a cargo de Ronan y Erwan Bouroullec y un jarrón diseñado a partir de algoritmos por Audrey Large.

La muestra se despide de la mano de los objetos inteligentes pero irracionales de Dunne & Raby y del videoclip Hidden Place (2010) de Björk, en el que una lágrima recorre el rostro de la cantante como referencia clara a la fotografía de Man Ray Lágrimas (1932).

Piero Fornasetti. Plato de pared de la serie Tema e Variazioni, después de 1950. Cortesía de Fornasetti.
Piero Fornasetti. Plato de pared de la serie Tema e Variazioni, después de 1950. Cortesía de Fornasetti

 

 

 

 

“Objetos de deseo. Surrealismo y diseño, 1924-2020”

CAIXAFORUM MADRID

Paseo del Prado, 36

Madrid

Del 12 de noviembre de 2020 al 21 de marzo de 2021

 

 

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