Inmerso desde 2012 en una programación expositiva dedicada a la arquitectura y a sus fotógrafos, que retomará el próximo otoño, el Museo ICO no mostraba sus colecciones propias desde entonces en su sede madrileña; sí fuera de la capital, porque su Suite Vollard se ha exhibido en cerca de una treintena de centros españoles y en más de veinte espacios internacionales.
La ocasión de reencontrarnos con una selección de esos fondos, con parte de sus trabajos gráficos, la tendremos hasta el próximo verano: una muestra en realidad doble, “La Suite Vollard de Picasso y el grabado en la Colección del Museo ICO”, presenta por un lado la emblemática serie picassiana, adquirida por este organismo en 1991, y por otro medio centenar de grabados, acompañados de algunas pinturas, realizados por artistas que, en su mayoría, resultaron galardonados con el Premio Nacional de Artes Plásticas en los ochenta y los noventa; este conjunto responde a un encargo efectuado en 1985 por el Ministerio de Cultura y la editora Decaro, salvo esas ocho pinturas, cuyos autores coinciden con los de algunos de esos grabados y que se han incorporado al recorrido precisamente para que el espectador pueda relacionar la estética y recursos de una y otra técnica.
El encargo inicial, que demandaba dos obras por cada autor, se materializaría en una exposición que tuvo lugar en el entonces Museo Español de Arte Contemporáneo -antecesor del Reina Sofía- dirigido en aquel momento por Aurelio Torrente, después primer responsable del Museo ICO. Gonzalo Doval ha comisariado ahora este montaje, del que forman parte Díaz-Caneja, que apenas frecuentó la obra múltiple; Manuel Boix, Ràfols-Casamada, Hernández Pijuan, Luis Gordillo, José Hernández, Eduardo Arroyo, Rafael Canogar, Josep Guinovart, Lucia Muñoz, Alfonso Fraile, Manolo Valdés, Darío Villalba -que también en el grabado trabajó desde la fotografía-, José Caballero, Hernández Mompó, Juan Genovés, Pérez Villalta, Juan Barjola, Miguel Ángel Campano y Fernando Bellver.
![El grabado en la colección del Museo ICO. 2025](https://masdearte.com/media/n_grabados_museoico-1024x683.jpeg)
![El grabado en la colección del Museo ICO. 2025](https://masdearte.com/media/n_grabados_museoico1.jpeg)
En cuanto a la Suite Vollard, la principal serie de grabados de Picasso -y es posible que del siglo XX- se fecha entre 1930 y 1937 y compone un diario íntimo de su vida y arte en esa etapa, una de las más fructíferas de su trayectoria. Su nombre procede del marchante que la imprimió y que primero expuso al artista en París, en 1901, pero no se trata de un encargo suyo: el francés propuso a Picasso intercambiar sus planchas (que en un principio eran noventa y siete, y se redondearon a cien con retratos del propio Vollard) por pinturas que al malagueño le interesaban, entre ellas algún Cézanne.
La suite arranca, como dijimos, en 1930, casado Picasso con Olga Khokhlova -sobre los papeles no dejaría de estarlo hasta la muerte de la bailarina, en 1955-, pero evolucionaría en su mayor parte, desde 1932, al ritmo de su relación con la muy joven Marie-Thérèse Walter y al de su muy particular actitud ante la creación, su consideración de sí mismo como autor y su entendimiento del asunto del artista y la modelo. En sus primeros grabados, y menos en los últimos, se maneja en parámetros evidentemente clásicos, de retorno al orden, con una línea nítida, volúmenes contundentes o reminiscencias de las odaliscas; en su momento algunos críticos consideraron estas obras como una involución en su producción.
![Pablo Picasso. Modelo y escultura surrealista, 1933. Suite Vollard. Museo ICO](https://masdearte.com/media/n_suitevollard_museoico2-804x1024.jpeg)
![Pablo Picasso. Joven escultor trabajando, 1933. Suite Vollard. Museo ICO](https://masdearte.com/media/n_suitevollard_museoico3-819x1024.jpeg)
Este proyecto, a la hora de exponerse, puede ordenarse cronológicamente o por grupos temáticos; dado que en las anteriores exhibiciones se ha optado por articularlo a partir de sus temas, esta vez se ha elegido el criterio temporal, sin dejar de mencionar en las cartelas a qué bloque de asuntos (son siete) corresponde cada pieza. En todo caso, y en general, una mayoría de las obras remiten a la relación entre el artista, la modelo y la composición terminada, esta última vinculada a las esculturas, de raíz surrealista, en las que trabajaba paralelamente en su estudio de Boisgeloup, próximo a París.
Al escultor (a sí mismo) lo presenta como hombre maduro, de cuerpo robusto, que devendrá minotauro y luego minotauro ciego, al identificarse Picasso con la fuerza y respeto que inspiraban y también con la incomprensión en torno a esa figura; a la modelo (Walther) muy joven, primero mirando con mayor atención a las piezas acabadas y paulatinamente fijándose menos en ellas y más, con cierta devoción, en su artífice: Marie-Thérèse, de diecisiete años al principio de su relación, no tenía inquietudes intelectuales, a diferencia de su “sucesora” Dora Maar. En los grabados se intuye como los lazos entre uno y otro evolucionan desde la compañía a la dominación, como se aprecia en el bloque de La batalla del amor.
![Pablo Picasso. Escultor, modelo y cabeza esculpida, 1933. Suite Vollard. Museo ICO](https://masdearte.com/media/n_suitevollard_museoico4-846x1024.jpeg)
Contemplaremos igualmente las planchas que dedicó a Rembrandt, como gran grabador al que deseaba emular (y en su caso intentar superar) y con el que puede que se identificara también en lo personal, en razón de su convulsa relación con Geertje Dircx tras la muerte de Saskia. Los grabados finales, además de un dominio técnico extraordinario (en alguno combinó aguafuerte y buril; acierta la exposición al comenzar introduciendo al público en la definición de estos procedimientos), prueban su interés por la minotauromaquia y el reflejo de su compleja vida personal en esas escenas en las que es Maya, la hija que tuvo con Walther, quien guía a ese ser mitológico que era su alter ego impulsándolo hacia el futuro.
El espectador podrá ver algunas planchas rayadas -se hacía así para que no se imprimieran más grabados- y firmas en ellas, no así en estos últimos, que sí contemplaremos, sin embargo, numerados. Vollard murió en un accidente de tráfico en circunstancias un tanto extrañas: tantas vueltas dio su coche que la escultura de bronce que llevaba en la parte de atrás lo golpeó en la cabeza, quizá causando en sí su fallecimiento. En los años posteriores, los grabados de la Suite Vollard comenzaron a venderse de forma autónoma, de ahí que no se conserven más de diez series completas de este conjunto excepcional que aúna delicadeza y brutalidad, clasicismo y vanguardia; esta es una de ellas.
![Pablo Picasso. Escena báquica del Minotauro, 1933. Suite Vollard. Museo ICO](https://masdearte.com/media/n_suitevollard_museoico-1024x797.jpeg)
![Pablo Picasso. Toro alado contemplado por cuatro niños, 1934. Suite Vollard. Museo ICO](https://masdearte.com/media/n_suitevollard_museoico1-1024x803.jpeg)
“La Suite Vollard de Picasso y el grabado en la Colección del Museo ICO”
C/ Zorrilla, 3
Madrid
Del 13 de febrero al 20 de julio de 2025
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