Souto de Moura o la arquitectura anónima

La Fundación Valentín de Madariaga dedica al Pritzker una retrospectiva

Sevilla,
Eduardo Souto de Moura. Museo Paula Rego, Cascais, 2012
Eduardo Souto de Moura. Museo Paula Rego, Cascais, 2012

Eduardo Souto de Moura, el arquitecto minimalista que respeta con reverencia los contextos naturales y urbanos donde se asientan sus proyectos y que sorprendió (relativamente) cuando, al recibir el premio Pritzker en 2011, reconoció padecer las consecuencias de la crisis en sus dificultades para desarrollar proyectos en España y Portugal, es objeto, desde ayer, de una retrospectiva en la Fundación Valentín de Madariaga de Sevilla.

Discípulo y amigo de otro portugués que también fue galardonado con el Pritzker, Álvaro Siza, Souto de Moura, como aquel, se formó en la prestigiosa Escuela Superior de Bellas Artes de Oporto. Aunque respetuoso con la arquitectura-espectáculo porque entiende que en nuestra época se hace necesaria la diferenciación, sus edificios defienden más bien la serenidad nacida del apego a lo sólido; resultan austeros y sencillos y, como subrayó en su momento el jurado del Pritzker, tienen la facultad de unir cualidades que podrían parecer contradictorias: “fuerza y modestia, arrogancia y sutileza, marcada autoridad pública y un sentimiento de intimidad”.

Artista plástico antes que arquitecto –al parecer, un encuentro con Donald Judd motivó su cambio de rumbo- abrió su despacho propio en 1980 y sus proyectos los ha realizado fundamentalmente en Portugal, pero también en otros países europeos y en todas las escalas: desde una vivienda en el pueblo gerundense de Llabiá hasta el célebre Estadio de Braga, imbricado en el paisaje. En este Estadio, y también en otras obras, se ocupó también del diseño interior en todos sus detalles.

Ajeno a modas y muy interesado por servirse de la belleza de los materiales, y por subrayarla de cara a quien contempla, Souto no solo ha levantado edificios de nueva planta sino que también ha rehabilitado edificaciones mediales, como el monasterio de Santa María Do Bouro. Se habla de que su obra tiene un carácter anónimo, dada su preocupación por dar respuesta a las demandas sociales con un lenguaje claro  y funcional.

La antología que le dedica, hasta enero del año que viene, la Fundación Valentín de Madariaga, lleva por título “Eduardo Souto de Moura: proyectos  y concursos” y estudia su obra a partir de esas dos vertientes: sus proyectos (la Restauración del Convento de las Bernardas, las Casas das historias Paula Rego o Torre de Burgo) y sus concursos más importantes, como Alta Velocidad Évora o las Piscinas S.J. Madeira.

La exhibición ha podido verse con anterioridad en la Fundación COAM y está compuesta por maquetas, fotografías, bocetos y planos que nos permitirán conocer los mecanismos empleados por Souto de Moura para conectar sus edificaciones tanto con el territorio en el que se asientan como con la sociedad que las disfrutará.

 

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