Soulages, áun negro y luminoso

Los últimos trabajos del artista se presentan en la Galerie Perrotin y Dominique Lévy

Nueva York,
Pierre Soulages, 2012
Pierre Soulages, 2012

Las salas Dominique Lévy y Perrotin de Nueva York presentan conjuntamente desde hoy la primera muestra en Estados Unidos, en la última década, de Pierre Soulages. Ambas galerías tienen sede en el histórico edificio del 909 del Madison Avenue y allí podremos descubrir el rigor y el carácter atemporal de las pinturas de este nonagenario artista francés, conocido como el pintor del negro y de la luz.

Nacido en 1919, Soulages es uno de los pocos creadores vivos y activos entre los que convirtieron el Nueva York de posguerra en meca artística donde convergieron las tradiciones pictóricas europea y americana para dar lugar a una nueva escuela de pintura gestual. Los últimos trabajos del galo (catorce de ellos se exhiben en esta exposición, pertenecientes a la serie en desarrollo Outrenoir) aún mantienen la potencia expresiva de su producción inicial y el empleo del color negro y de la luz en todas sus posibilidades, con valor casi de construcción arquitectónica, que ha dominado su trabajo desde los comienzos.

Se muestran en el 909 junto a piezas de los cincuenta y los sesenta prestadas por museos y colecciones privadas internacionales que las incorporaron a sus fondos en aquellas mismas décadas. En ocasiones se agrupan en polípticos y tienen en común la utilización de pinceladas gruesas y fuertes y la introducción de cierta carga dramática derivada de sus juegos con texturas. Esos amplios trazos realizados con gruesos empastes evocan en ocasiones la escritura china.

Tras la II Guerra Mundial, Soulages mostró sus trabajos con frecuencia en América, entabló amistad con Mark Rothko, Willem de Kooning, Motherwell o Helen Frankenthaler y se consolidó como gran figura en el mercado estadounidense con el apoyo del que fuera director del Solomon R. Guggenheim Museum y comisario del MoMA James Johnson Sweeney y del célebre galerista Sam Kootz.

Él mismo consideraba que quizá la sensación generalizada de que su figura y su obra no pertenecían a ningún país en concreto contribuyó a su éxito y llegó a afirmar que el único lenguaje de su arte era el de la modernidad.

 

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