Las fotografías de la artista asturiana Soledad Córdoba se han caracterizado hasta ahora, y lo siguen haciendo, por alcanzar carácter narrativo a través de dos vías: la creación en series, en su caso sucesiones de planos que nos sitúan ante procesos de carácter poético, y la utilización del propio cuerpo como elemento fundamental de esas narraciones, que también podemos entender como escenificaciones fragmentadas. Los temas más habituales de esos relatos han sido el dolor y el estudio de la identidad, inmersos frecuentemente en amplios paisajes que desempeñan roles significativos.
La identidad que asocia Córdoba a la maternidad, que califica como identidad desplazada, es el centro de la muestra que actualmente presenta en el Museo Lázaro Galdiano, bajo el comisariado de Zara Fernández de Moya: “Mater oblatio”. Se trata de un conjunto de instalaciones y fotografías en las que indaga la autora, desde una perspectiva evidentemente sentimental aunque no solo, en la experiencia de dar a luz y criar, relacionando su visión de este asunto con las que aparecen en trabajos de las colecciones del Lázaro, como las maternidades flamencas y la Virgen sitial de mármol, del siglo XVI, que puede contemplarse en la sala 17 del centro.
Córdoba se ha referido al nacimiento de su hijo como un corrimiento de placas tectónicas que implicó una experiencia cercana al renacer, una lucha interna, un ritual de bienvenida al nacido y otro ritual, de paso, para su madre; esas sensaciones y vivencias las ha trasladado a imágenes que son a la vez autorretratos y poemas visuales y que aparejan, precisamente, ritos y simbolismos. Aunque parta de sí misma, ha planteado estos trabajos, además, como homenaje a la mujer como creadora (y, por eso, como cimiento social) y desde el propósito de conceder, en el contexto del arte contemporáneo, la importancia merecida a los procesos constantes de guiar, criar y cuidar; subraya la belleza generosa de ese cambio vital, pero también los nuevos dolores, miedos y agotamientos que conlleva.
El recorrido de la exhibición se inicia con Velum protector II. Madre jardín en la Sala Pórtico; así se llama una instalación concebida para este espacio y formada por una gran fotografía sobre papel que se extiende como un manto, como el que cubre a madre e hijo en la imagen, de ecos claramente religiosos; frente a ella, se ha dispuesto un círculo de cristales azul cobalto vacío en su interior, entendido como un espacio protector que resguarda a los dos. Ese formato, de fotografías que podrían equipararse a telas o mantos, volveremos a encontrarlo a lo largo del recorrido: la serie Cyclus Lunaris Vitae, instalada en la sala XIX, se compone de instantáneas expuestas sobre papel japonés en las que Córdoba ofrece visiones poéticas del ciclo de la vida y de los cambios que implica en el tiempo tanto la maternidad como el transcurso de la propia vida: deseos, incertidumbres, responsabilidades o la cercanía del final.
La tercera de sus instalaciones, la más evidentemente ligada a los esfuerzos físicos de la crianza, es Láctea y se muestra en la sala X de arte invitado; hace referencia a la pérdida de control físico y emocional por parte de la madre, mientras que, específicamente en diálogo con las citadas piezas flamencas y la Virgen sitial, que cuenta con una calavera en su reverso, contemplaremos Ex Utêrus, una pieza relativa al vaciamiento tras el parto y al ciclo de la vida y la muerte: se trata de un vientre-vasija devenido vientre-fantasma, o quizá amputado, que se despoja de sus perlas.
Finaliza el recorrido, en la antesala del Pórtico, con cuatro máscaras situadas sobre las mesas de este espacio: elaboradas con anterioridad para utilizarse en acciones fotográficas de Córdoba, cada una de ellas se ejecutó de forma artesanal, cosiendo o bordando elementos que forman parte de esta exhibición y de su simbología ligada al generar y mantener vidas: perlas, lágrimas de cristal azul, velos protectores. Algunas de estas piezas recuerdan a exvotos a medio camino entre lo trascendental y lo siniestro, pero en el conjunto de la exposición han desaparecido los ángulos en favor de las suaves curvas.
Soledad Córdoba. “Mater Oblatio”
C/ Serrano, 122
Madrid
Del 19 de septiembre al 24 de noviembre de 2024
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